La terminal
Carmen Rosa Signes Urrea
España
Nada de lo que rodeaba a Ferdon era pequeño. Las gigantescas estructuras flotantes estaban unidas por conductos tubulares y cables de enormes proporciones. Aquella mega-estructura había sido creada para acoger a las naves extra-planetarias que, a millares, llegaban al que estaba considerado el mayor puerto mercantil y comercial del espacio.
Glamus 3 se había convertido en un gran centro comercial, en donde todo podía encontrarse.
Ferdon tenía un control absoluto de las distancias, de los espacios; nada podía escaparse a su menesterosa labor, algo que le proporcionaba una todopoderosa sensación. Apoyado por una sobria voz y la confianza total sobre el cumplimiento de las normas por él dadas, en el tiempo que llevaba desempeñando su trabajo en tan sólo dos ocasiones había tenido que recurrir a la fuerza.
La sucesión de andenes se extendía hasta perderse de vista. Durante siglos había crecido debido al aumento del tránsito entrante y saliente. Cuando uno de los apeaderos quedaba obsoleto, era inmediatamente reemplazado por otro. Lo soltaban de las conexiones de sustento y comunicación abandonándolo a su suerte, que no era otra que el ser desmantelado por alguna empresa de derribos.
Pero aquel poder tenía sus inconvenientes. Ferdon no recordaba la última vez que había pronunciado palabras de amor o frases de amistad; la risa había desaparecido de su vida, así como el llanto; nada le conmovía. Aquel dominio casi sobrehumano que le confería su puesto había terminado por deshumanizarle. De repente, un instinto olvidado provocó que observara la última de aquellas terminales reservada al transitar de pasajeros. Como un punto en el suelo bruñido, un cuerpito inmóvil captó su atención. Sentada sobre su equipaje, una niñita se enjugaba las lágrimas. Nadie reparaba en ella, pero ella reparó en la imperceptible cámara y sonrió. Se despertaron en Ferdon sensaciones extintas. Sin atender a las consecuencias, apretó el botón que le desconectaba de su puesto. La plataforma flotante se desplazó unos metros hasta extraerlo. El aire reciclado se mezcló con la atmósfera pura del interior de su habitáculo. La avería fue inmediata.
Consciente de su acción, aplicó sobre sí el castigo correspondiente. Ferdon dejó de funcionar unos segundos después de lo previsto en los protocolos de sanción capital.
Durante dos ciclos completos, el puerto espacial quedó paralizado. Mientras, en la Terminal de pasajeros, una niña se reencontraba con los suyos después de que, afectadas de una extraña avería, en todas las pantallas del planeta se transmitiera la imagen de aquella pequeña perdida.
Carmen Rosa Signes Urrea (Castellón-España, 1963), ceramista, fotógrafa e ilustradora. Lleva escribiendo desde niña, tiene publicadas obras en páginas web, revistas digitales y blogs (Revista Red Ciencia Ficción, Axxón, NGC3660, Portal Cifi, Revista Digital miNatura, Revista Planetas Prohibidos, Albim Off, Breves no tan breves, Químicamente impuro, Ráfagas parpadeos, Letras para soñar, Predicado.com, La Gran Calabaza, Cuentanet, Blog Contemos cuentos, El libro de Monelle, 365 contes, etc.). Ha escrito bajo el seudónimo de Monelle. Actualmente gestiona varios blogs, dos de ellos relacionados con la Revista Digital miNatura que co-dirige con su esposo Ricardo Acevedo, publicación especializada en microcuento y cuento breve del género fantástico. Ha sido finalista de algunos certámenes de relato breve y microcuento: las dos primeras ediciones del concurso anual Grupo Búho; en ambas ediciones del certamen de cuento fantástico Letras para soñar; I Certamen de relato corto de terror el niño cuadrado; Certamen Literatura móvil 2010, Revista Eñe, El Dinosaurio 2008 (Cuba). Ha ejercido de jurado en concursos tanto literarios como de cerámica, y ha impartido talleres de fotografía, cerámica y literarios.