Mayo otoñal
Dany Vázquez
El otoño, muchas veces, es marcado como una etapa triste del año. Una época gris, donde los árboles pierden la vida de sus hojas y quedan escuálidos, expuestos en la desnudez de sus ramas. También, en esta zona del planeta, suele ser época de lluvias y humedad, más que de frío. Está claro que no ha empezado ahora, sino en marzo, pero es el mayo cuando ya avanzado se ven sus huellas en las horas del día y de la noche, en la naturaleza y en nosotros.
Yo recuerdo y trato de vivir el otoño como una época mágica, llena de ocres y naranjas, donde las hojas se mueven y crujen al compás de nuestros pasos y es cuando un simple rayo de sol a las cuatro de la tarde puede ser festejado como un regalo memorable. Los otoños de mi infancia, no tan lejanos pero si muy distintos a los que viven mis hijos, eran plenos de barriletes volando al viento, y si llovía se transformaban en tardes con amigos y juegos de tablero, o piedritas para jugar a la payana. Y de lectura, por supuesto. Las escasas horas de televisión infantil eran compensadas por fructíferas aventuras vividas a través de revistas y libros, y luego remezcladas y recreadas a partir de nuestra imaginación infantil e ilimitada.
Y ya que hablamos de las épocas de nuestras vidas, también solemos llamar otoño de la vida a ese lapso que arranca en la madurez y donde uno (o el cuerpo de uno) empieza a mostrar huellas de que ya no se es tan joven, cuando las canas llegan y el cabello (al menos en mí) comienza a replegarse.
Pero en todos estos casos el otoño es también una época atinada para volcarnos a la reflexión y proyectar un futuro luminoso.
En eso estamos.
Por lo pronto, arrancamos este número con un largo ida y vuelta entre Ricardo Giorno y Teresa Pilar Mira de Echeverría que, creo, no tiene desperdicio. Uno, por suerte, está acostumbrado a conocer escritores que cuentan con un caudal importante de conocimientos, pero a veces esa capacidad de barrer la cultura que tiene Teresa, de escanearla, es apabullante. Y ahí recuerdo que ella no es más ni menos que Doctora en Filosofía y además investigadora del género… Entonces el rompecabezas va completándose, y se redondea un poco más al leer el cuento que acompaña a esta charla, que fue elegido por el propio Ricardo (quien, debo reconocer, me ganó de mano). Un cuento que se titula —ya se habrán dado cuenta— Otoño, y que quizás nos muestre, desde una óptica distinta, por qué puede ser poético, bello, y a la vez terrible.
Puede ser que estemos en otoño. Que los días sean más cortos y frescos y también lluviosos, y que uno tenga ganas de quedarse en casa haciendo fiaca. Pero desde este lugar me siento un espectador privilegiado, y quiero —necesito— compartirlo con ustedes. Por lo que les estamos presentando en el arranque de este nuevo número y por lo que sin duda vendrá después. Para estar seguros de que, al menos desde estas páginas, mayo será un mes pleno y feliz.
Axxón 242 – mayo de 2013
Editorial