Peligro Inminente
Ricardo Manzanaro
España
Juan se enfundó un grueso abrigo para mitigar el frío polar. Tenía que darse prisa. Observó que el capitán que estaba al mando de la nave charlaba relajadamente con otro de los operarios, ajeno al enorme obstáculo al que se acercaban.
Juan entró como una bala en la cabina. Los otros dos, sorprendidos por la súbita aparición, tardaron un poco en reaccionar. Ya se levantaban para detener a Juan cuando…
¡Ahí estaba el iceberg! Juan se lanzó al timón y le dio un fuerte manotazo que hizo virar bruscamente la nave. El transatlántico evitó por escasos metros el bloque de hielo, librándose de chocar y zozobrar hasta hundirse.
Luego, a los pocos días, el Titanic regresaba al puerto, indemne, aunque con algunos pasajeros magullados por el tortazo.
Juan, satisfecho, pensaba: “He salvado el Titanic”. Aún en su camarote, apretó un botón de un dispositivo que portaba en su muñeca, y desapareció de allí.
Surgió entonces en su domicilio. Feliz y contento tras la aventura, se dedicó a mirar el catálogo de “Viajes Paralelos S.A.”. Un rato después se decidió por la siguiente escapada alternativa: “Viaje a Dallas y evite que Kennedy sea asesinado. El precio incluye un cámara que rodará la aventura, para que luego pueda enseñar a sus amigos cómo salvó a Kennedy”.