Quizás con Aníbal

Dennis Mourdoch Morán

Cuba

Cuando lo descubrí, me dijo que lo hacía porque era caníbal. Se había asqueado de comer humanos, y quería probar otras cosas. Durante las guardias me contaba de sus cacerías. Antes de alistarse en la Flota Interestelar, conoció a un carroñero y por un tiempo se dedicó a ser buitre. Comió mujeres solas y hackers. Empezaba por los pies, separando la carne del hueso con el cuchillo malayo. Adobaba los filetes en un plato llano, para guardarlos en el frío y luego cocinarlos en el horno.

El caníbal se percató de que soy una vampira hace unos minutos. Le dije que teníamos más cosas en común de las que pensaba. Me miró con ese deseo animal de echárseme arriba, arrancarme la coraza, ponerme en cuatro y afincarme con fuerza. Aproveché el momento para pedirle un poco de la sangre del noiman.

—Solo una cantimplora —le dije.

Negó con la cabeza, como un subnormal. Los noiman saben mal si se cocinan sin la sangre.

—Solo un poco —insistí.

Negó con un gruñido y siguió mirándome con intensidad radiactiva. Se va a quedar así, porque no tengo ganas. No me gusta que nos cojan como la primera vez, en medio de las ruinas y los cadáveres calcinados. La sangre hierve cuando descargas la cohetería, desciendes en un suit blindado, quemas todo. Revientas a unos cuantos noiman, los fluidos corporales salpican el visor. Sales del suit con las armas de corto alcance; y arremetes, y muerdes y te embarras y deseas tener alas. Y aparece él, triturando, desnudo, hirviendo. Todos nos ven hacer. Filmaron un video con en el título «Hades con Perséfone». Orgulloso el caníbal de ser Hades. A mí me da igual haber sido Perséfone.

—Espera que vengan los demás. Seguro traen prisioneros —me dijo el caníbal e intentó acercarse.

—No tengo ganas —le respondí, palmeando la pistola.

Con un gruñido volvió a sus contenedores para cadáveres donde cocinaba a los noiman. Con el visor infrarrojo del fusil, midió la temperatura de la carne. En poco tiempo se había vuelto un especialista, gracias a sus años como antropófago y a la similitud fisionómica entre los noiman y los humanos. El caníbal sabía qué extraer del cuerpo aparte de las vísceras. Cómo filetear y adobar la carne. El caníbal era excepcional contaminándole la verdad al pelotón. Es un animal de este planeta, les decía por las miradas de desconfianza, y los titubeos al morder la carne. ¿Está rica? preguntaba, y todos asentían. Riquísima, decía yo con la boca llena. Masticando para extraer los jugos. La escupía cuando se quedaba seca y sin sabor.

El caníbal abrió uno de los contenedores para cadáveres, miró la carne, manipuló los controles de la resistencia de calor.

—¿Se demorarán mucho en volver?

—Un poco… Ya está. ¿Quieres?

El caníbal exhibía una lasquita malva en el cuchillo. Soplé para enfriarla, mordí y ese bendito sabor inundó la lengua y allí lo retuve mientras succionaba el jugo de la carne. No es como la sangre de los noiman. ¡Está muy lejos de ser como la sangre de los noiman! Pero aún así, me entretuvo hasta que llegaron los transportes, y descendieron levantando remolinos de polvo.

Se me hizo la boca agua cuando los vi. Una veintena de ellos. No cualquier veintena. Seguramente príncipes y reyes. Todos ellos. Atados. Bajo su hermosa piel, venas como ríos de vida. El caníbal estaba que implosionaba. Se relamía una y otra vez.

—¿Está lista la comida? —preguntó el comandante.

—Sí, mi comandante —respondió el caníbal volviendo en sí.

—Teniente, teniente. ¡Atiéndame, teniente!

—Sí, mi comandante —respondí.

—Lleve a los prisioneros a las celdas.

Tomé uno para mí. Era demasiado delicioso para dejarlo tras un campo de contención. ¡Dios mío, sus venas! Sus venas parecían a punto de romperse como un geiser. Desde el primer momento quise colgarlo de cabeza, picar con un fino cuchillo las muñecas y beber hasta saciarme. Pero cuando se tiene tanto deseo es mejor contenerse. Disfrutar la ansiedad que te presiona el pecho. Verlo estoico. Calmándose. Trató de huir cuando le coloqué las cadenas alrededor de los tobillos, gritó cuando lo icé de cabeza y lo dejé balanceándose. Jugueteaba a cegarlo con el reflejo del estilete, y vi el símbolo en sus muñecas. No pude creerlo. ¡Qué suerte! Un sacerdote. Retuve la ansiedad, la disfruté al máximo. Me moví a su alrededor hincándolo en las piernas y lo glúteos. Puntos como estrellas. Coloqué debajo de él una bandeja ceremonial que había conseguido en un templo. Me maldijo mientras cortaba sus muñecas y la sangre caía en la bandeja. No se callaba. Me senté con la bandeja en las manos.

Bebí saciando la sed, el hambre, la felicidad torcida por cada recuerdo del sacerdote.

fig43

Ilustración: Valeria Uccelli

Vi el día en que se presentó nuestro enviado en el Templo Naciente. El sacerdote, como todos los de su rango, presenció el hecho a través del Sumo Pontífice, mientras equilibraba los dominios para no caer en la locura. Es como nosotros, pensaba él del enviado; no puede existir tal desgracia. Y por el miedo a lo que le haríamos si llegábamos a poner un pie en su planeta, el Sumo Pontífice ordenó la ejecución del enviado, y lanzar rayos contra nuestros campos de poder. El sacerdote vistió de guerra. Se enfrentó, huyó, y en el último momento, cuando no tenían escapatoria, quiso suicidarse. Los noiman casi nunca piensan en quitarse la vida, solo en vivir, y que ese último momento no afecte los dominios, para no desatar aquello que una vez casi los destruyó. Siempre en paz. Y en paz estaba cuando terminé de beber.

El piso del compartimiento era un océano. De la muñeca rodaban algunas gotas de sangre. Lamí con lentitud. Tomé un pañuelo. Lo restregué en el piso colmándolo de sangre, lo exprimí sobre el noiman. Lamí hasta saciarme. Entonces, la sombra en la puerta, el caníbal miraba. Me acerqué. Él no podía contenerse, el cuerpo a punto de desatarse.

—Solo fue una noche —le dije—. No estoy interesada.

Me volví para sentarme en las orillas rojas que desaparecían por el tragante de mi compartimiento. Los cabellos rubios del noiman las acariciaban.


Dennis Mourdoch Morán (Cuba, 1985). Ingeniero Mecánico, graduado del Centro Onelio. Miembro de Espacio Abierto. Ha obtenido menciones en el Oscar Hurtado 2010 y 2011, y en el Mabuya 2011.

Axxón 2013
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
enero.xhtml
contenido1.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
febrero.xhtml
contenido2.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
marzo.xhtml
contenido3.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
abril.xhtml
contenido4.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
mayo.xhtml
contenido5.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
junio.xhtml
contenido6.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
julio.xhtml
contenido7.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
agosto.xhtml
contenido8.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
septiembre.xhtml
contenido9.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
octubre.xhtml
contenido10.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
noviembre.xhtml
contenido11.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
diciembre.xhtml
contenido12.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
NotasS20.xhtml
NotasS22.xhtml
NotasS27.xhtml
NotasS132.xhtml