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Jean gritó. En parte porque George estaba pasando por encima de la mesa. Y en parte porque había derribado una jarra de café y el líquido caliente y marrón se derramaba hacia ella. Dio un brinco hacia atrás y alguien más gritó. George bajó de un salto de la mesa y empezó a cruzar la carpa.
Jean se volvió hacia Ray.
—Por el amor de Dios, haz algo.
Ray se quedó paralizado un instante, y luego se levantó de la silla y se lanzó en pos de George.
Demasiado tarde.
Jean vio adónde se dirigía George.