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Katie le explicó a su madre que Jamie seguía buscando a su padre. Mamá fue presa del pánico. Katie le aseguró que Jamie sabía dónde estaba el registro civil. Podía estar yendo para allá en ese preciso instante. Mamá dejó de ser presa del pánico.
Estaban todos de pie en el exterior de la casa. El aire estaba lleno de loción para después del afeitado y perfume y el humo del cigarrillo del tío Douglas y del olor a naftalina de los abrigos buenos. ¿Era triste o divertido que Jamie se perdiera la boda? Katie no supo decirlo.
Sarah y Jacob estaban sentados uno junto al otro en el muro. Él no había descubierto su escondite, pero ella le había dado de todas formas los veinte peniques. De haber sido Jacob mayor Katie habría dicho que era un flechazo.
—Caspa de culo de perro —dijo Sarah.
—Caca de caballo —añadió Jacob riéndose como un maníaco.
—Caspa de culo de perro y una gran jarra de pis de vieja —dijo Sarah.
Katie se acercó a George.
—¿Qué tal estás? —trató de que la pregunta sonara neutral para que él no se percatara de cuánto sabía.
George se volvió hacia ella y le agarró las manos y la miró a los ojos y pareció al borde de las lágrimas.
—Mi hija, mi maravillosa hija —dijo, lo que también la dejó a ella al borde de las lágrimas, y se abrazaron brevemente, algo que no habían hecho en bastante tiempo.
Entonces Jean consultó el reloj y dio oficialmente por concluida la espera de la llegada de su hijo y la tensión se relajó y todo el mundo fue hacia los coches.