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George faltó a su segunda sesión de terapia porque estaba en el hospital. Como resultado temía un poco el siguiente encuentro con la señora Endicott, como temiera antaño que lo mandaran a explicarle al señor Love por qué había tirado la cartera de Jeffrey Brown a un tejado.
Pero ella escuchó respetuosamente la historia y le hizo varias preguntas muy específicas sobre qué había esperado lograr y qué había sentido en distintos puntos del proceso, y George tuvo la clara impresión de que podría haber anunciado que se había comido a su esposa en un pastel y la señora Endicott le habría preguntado con qué clase de salsa la había servido, y no supo muy bien si eso era bueno o no.
La cosa empezaba a irritarlo un poco. Le explicó a la señora Endicott que ahora se sentía mucho mejor y ella preguntó de qué manera precisa se encontraba mejor. Le describió sus sentimientos con respecto a la boda de Katie y la señora Endicott pidió una definición de «impasibilidad budista».
Cuando, al final de la sesión, la señora Endicott dijo que estaría deseando verlo la semana siguiente, George profirió un ambiguo «Ajá» porque no estaba seguro de si acudiría a la semana siguiente. Medio esperó que la señora Endicott se abalanzara sobre esa intencionada ambigüedad suya, pero sus cuarenta y cinco minutos habían pasado y claramente se les permitía volver a comportarse como seres humanos normales.