Principio final

El acto de escribir un libro es uno de los trabajos más solitarios que existe. Concebir, seleccionar, ajustar y unir miles de palabras es uno de los ejercicios de ingeniería y tornillería más refinados de las neuronas. Será por eso que, cuando el escritor no les facilita niveles dignos de silencio y paz, con toda la razón se niegan a ser activadas.

Pero antes del torno y la pulidora existe el proyecto que, como en toda creación libre, siempre nace de un vuelo de la inspiración y va tomando forma con la energía de la aspiración. Y ahí, los cerebros y los corazones de los buenos amigos son alas y motores.

Alas fueron las que me regaló Pere Sureda cuando hace unos años me aconsejó el proyecto y me insistió hasta la digna pesadez en su materialización. Pere es un editor del carajo; si él no hubiera nacido, este libro tampoco.

Alas han sido y son las que me dio y da Ángela Becerra, la escritora de mi vida. Sus miradas son soplos de aire fresco; su sinceridad leyendo mi manuscrito son ventoleras de talento; su compañía es un suave huracán de vida y energía.

Alas fueron las que me agitó Noemí Sanín, una mujer dotada de dos cerebros excepcionales, el humano y el político. Líder magnífica y serena de mi segunda patria, Colombia, en una apacible conversación me aconsejó que hablara sobre el miedo. Del «Principio 78» ella es la madrina.

Después, cuando el gran hijoputa que te absorbió tanta sesera y seso descansa en una pila de folios mientras te observa con indiferencia, llega el momento de la fe en la palabra escrita. Es el momento de los motores.

Motor ha sido Carles Revés, el director editorial del Grupo Planeta, lector infatigable de folios expectantes, porque creyó en éstos con fuerza y optimismo. Siempre le estaré profundamente agradecido por haberme puesto en la órbita de su Planeta.

Motor ha sido David Figueras, el editor de este Piensa, es gratis, porque sin pensárselo dos veces puso toda su profesionalidad y meticulosa eficacia para hacer suave y alegre el despegue de esta edición.

Ahora sólo tengo que mirar a las estrellas y pedirles que este libro pueda, en alguna y cierta medida, ser motor para ti, estimado lector. Sin tu adhesión, este libro no es nada. Por eso, por haber estado intelectualmente unidos durante unas horas, ahora y siempre quiero expresarte un profundo gracias.

Piensa, es gratis
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