Principio 22
Comprar es un acto de confianza. A cambio de su dinero, cada uno adquiere lo que entiende que dentro de un determinado nivel de precios para él representa su mejor opción. Por eso a veces dedicamos tanto tiempo a comprar: analizamos, comparamos, le preguntamos a nuestra razón y a nuestras emociones; consideramos nuestros gustos, debilidades, conveniencias y aversiones.
Cada vez que compramos algo nos estamos retando a nosotros mismos, porque lo que más deseamos es acertar; no nos gusta nada equivocarnos y odiamos sentirnos engañados.
La empresa y el vendedor que venden un mal producto son la escoria del desarrollo, porque pocas cosas hay más odiosas que sentirse engañado: han destruido nuestra confianza.
Una gran marca lo es porque, por encima de todo, genera un entorno de máxima confianza y credibilidad en todo aquello que ofrece. Una gran marca es un gran aval porque garantiza y en ocasiones supera las expectativas que uno espera recibir de ella. En la relación entre personas ocurre exactamente lo mismo.
Los oportunistas son pajaritos de vuelo corto.
En un mundo y un mercado cada vez más competitivo, cada persona, cada empresa y cada vendedor tienen su particular aroma. Y los que en un momento determinado y con un destello de habilidades consiguen vender mierda, al final acaban siempre allí de donde vienen: en las cloacas.