Principio 3

Es lógico que muchos pretendan el éxito en lo que emprenden.

Pero el éxito siempre se encuentra al final de una carrera de obstáculos repleta de exigencias, contratiempos, zancadillas e incomprensiones que hay que estar dispuesto a asumir y afrontar. La base de los podios está construida con materiales fundamentalmente humanos: tesón, esfuerzo y una inquebrantable voluntad, fraguados con la inteligencia y la sagacidad.

Imaginemos una pirámide. En su cumbre, ese vértice superior que coincide con nuestro cerebro, fijamos nuestro gran objetivo, aquello que queremos conseguir. Es una sola cosa: concreta, lineal, sin laberintos, porque la dispersión es el mejor sistema para caer golpeado y rodando hasta el duro suelo.

A veces, una vez iniciado el descenso hacia las fases del desarrollo, podemos vislumbrar nuevas perspectivas que ni sospechábamos. Cuando eso ocurre, lo importante es regresar a la cumbre y cambiar nuestro vértice, tomando conciencia de que nuestra intención inicial cambió. Habrá que reprogramarse mentalmente para el nuevo objetivo, siempre uno, siempre nítido, siempre allí, desafiándonos. Las metas sólo son eso.

Iniciado el descenso, muy pronto nos encontraremos con nuestra nariz, imprescindible para husmear los ambientes propicios y los adversos de nuestro entorno competitivo. La nariz nos tiene que servir para oler tempestades, adentrarnos en las esencias humanas, detectar tufos maliciosos y percibir los, muchas veces, ocultos matices que envuelven a nuestros interlocutores.

Ese don innato y desconocido que algunos definen como «sexto sentido», posiblemente se encuentre en la nariz. No en vano, junto a los ojos para explorar y los oídos para entender, es el órgano que más próximo se encuentra al cerebro.

LA TEORÍA DEL TRIÁNGULO

El del éxito

img1

Por último llegamos a la base de nuestra pirámide, que a efectos de visual metáfora física situaremos exactamente a una distancia de algo más de un palmo por debajo del ombligo. Allí es donde se concentra la osadía pragmática y el tesón incombustible, aquel que no conoce más límite que el del agotamiento capaz de autoalimentarse para generar, ante las situaciones más desfallecedoras, nueva osadía pragmática y tesón incombustible.

Así se hizo y así se seguirá haciendo la historia. Todas las mujeres y hombres con dotes de liderazgo poseen este triángulo. Muchos lo ocultan pero lo practican. Otros, por su rol social o su ego, acaban mostrándolo.

Hoy, la cantidad, versatilidad y profundidad de conocimientos al alcance de muchos tiende a invertir el triángulo del éxito. En la parte superior, es decir en el cerebro, el vértice de lo concreto y simple ha quedado sustituido por una ingente cantidad de análisis, estudios, encuestas, hipótesis, macro y micromodelos, comités, subcomités y mil y un discernimientos y teorías. La visión única, aguda y erecta ha sido aplanada y muchas veces aplastada por un exceso de conocimientos que a su vez incorporan nuevas dudas, un ejercicio permanente que, entre otros fines, tiene el de mantener económicamente a sus propagadores.

LA TEORÍA DEL TRIÁNGULO

El del fracaso

img2

Si descendemos hasta el olfato, nos encontraremos que ha sido ampliado no de forma natural, sino con numerosos filtros que más tupidos se vuelven cuanto más poder se da a los generalmente temerosos niveles medios del organigrama. El resultado es un exceso de barreras que dificulta la respiración natural, que casi siempre pasa a ser asistida.

Cuando llegamos a la base de la pirámide, es fácil observar que ésta se invirtió y sólo queda un mínimo puntito de osadía y tesón, cualidades que, en determinados ambientes, acostumbran ser socialmente entendidos como ejercicios sudorosos y malolientes y, en el mejor de los casos, como vulgares exotismos biológicos en fase de decadencia.

Piensa, es gratis
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
prologo.xhtml
principio01.xhtml
principio02.xhtml
principio03.xhtml
principio04.xhtml
principio05.xhtml
principio06.xhtml
principio07.xhtml
principio08.xhtml
principio09.xhtml
principio10.xhtml
principio11.xhtml
principio12.xhtml
principio13.xhtml
principio14.xhtml
principio15.xhtml
principio16.xhtml
principio17.xhtml
principio18.xhtml
principio19.xhtml
principio20.xhtml
principio21.xhtml
principio22.xhtml
principio23.xhtml
principio24.xhtml
principio25.xhtml
principio26.xhtml
principio27.xhtml
principio28.xhtml
principio29.xhtml
principio30.xhtml
principio31.xhtml
principio32.xhtml
principio33.xhtml
principio34.xhtml
principio35.xhtml
principio36.xhtml
principio37.xhtml
principio38.xhtml
principio39.xhtml
principio40.xhtml
principio41.xhtml
principio42.xhtml
principio43.xhtml
principio44.xhtml
principio45.xhtml
principio46.xhtml
principio47.xhtml
principio48.xhtml
principio49.xhtml
principio50.xhtml
principio51.xhtml
principio52.xhtml
principio53.xhtml
principio54.xhtml
principio55.xhtml
principio56.xhtml
principio57.xhtml
principio58.xhtml
principio59.xhtml
principio60.xhtml
principio61.xhtml
principio62.xhtml
principio63.xhtml
principio64.xhtml
principio65.xhtml
principio66.xhtml
principio67.xhtml
principio68.xhtml
principio69.xhtml
principio70.xhtml
principio71.xhtml
principio72.xhtml
principio73.xhtml
principio74.xhtml
principio75.xhtml
principio76.xhtml
principio77.xhtml
principio78.xhtml
principio79.xhtml
principio80.xhtml
principio81.xhtml
principio82.xhtml
principio83.xhtml
principio84.xhtml
principio85.xhtml
autor.xhtml