Principio 38
Triunfador es quien consigue amplio reconocimiento social porque hace algo admirable que para la mayoría es imposible igualar.
En nuestra infancia/adolescencia, todos fuimos triunfadores en potencia. Emitíamos señales que evidenciaban un hiperinterés o una habilidad concreta, posiblemente como consecuencia de unos genes marcados que aún hoy a la ciencia le es imposible detectar.
En la mayoría de los casos, ¿qué sucedió para no habernos convertido en grandes triunfadores? Sucedió y sigue sucediendo que la cultura y tradición de los mayores, los padres y docentes que deberían ejercer en los menores el trascendente papel de descubridores de sus tesoros ocultos, raras veces lo practican. Al contrario, demasiadas veces aplastan y malogran fantasías, esperanzas y sueños, simplemente porque no entienden que las grandes minas siempre se esconden detrás de una diminuta y a veces casi imperceptible veta. Deciden nuestro futuro imponiendo sus debilidades, en lugar de potenciar nuestras energías.
Desde su infancia o adolescencia el triunfador es un ser que vive intensamente apasionado por lo que configura su interés prioritario. Es un enano en estatura y un gigante en obsesión. Y gracias a ella busca, absorbe e integra en su cerebro una calidad y cantidad de información y deseo que para otros no adquiere especial relieve. Sus ganas de entender y ser multiplican y potencian su existir.
Cuando el enano ya ha crecido, si a temprana edad paladeó el sabor del reconocimiento y lo digirió como nueva energía, normalmente su camino hacia la cima es imparable. Y su desarrollo tiene unas constantes muy concretas, que se podrían resumir en este repóker de ases:
A.-Es tremendamente exigente consigo mismo y, en consecuencia, con quienes le rodean.
AA.-Es un perfeccionista compulsivo al que le enferma la mediocridad y el desinterés.
AAA.-Es capaz de visionar, controlar e impulsar todos los frentes que de alguna forma pue dan determinar su triunfo.
AAAA.-Su grado de autoexigencia le sitúa en una actitud mental en la que piensa que cada cosa y cada día va a ser el más importante de su vida.
AAAAA.-Mientras triunfa es mínimamente consciente de lo que va consiguiendo; por eso jamás se duerme en los laureles.
Ya de mayor es idéntico, porque un triunfador, a cualquier edad es un adulto con alma de niño grande.
Para quienes tienen como digno objetivo una vida apacible, ser triunfador es un rollo: incluso el término «obseso» les puede sonar a cierto virus enfermizo e incluso despreciable.
Por su parte, los triunfadores piensan exactamente lo contrario respecto a quienes no sufren su contagio. Para ellos, el «rollo» es la vida sin obsesión de éxito.
En circunstancias excepcionales, especímenes de los dos grupos pueden llegar a entenderse y ser relativamente compatibles.