Principio 6
Vivimos una época de culto al cuerpo y la oferta y demanda de gimnasios para desarrollar el físico conocen una progresión geométrica. Es lógico: con un buen cuerpo te sientes sano y te gustas, que es el principio de gustar a los demás.
¿Y respecto al culto al cerebro? ¿Vamos a algún centro o seguimos algún método para desarrollar nuestra energía cerebral?
Es discutible lo que podemos esperar de ampliar el contorno de nuestros bíceps o pectorales, pero no existe la menor duda de que a cualquier edad, ampliar el perímetro de nuestra potencia y calidad cerebral nos aporta un beneficio supremo: el poder intelectual, aquel que a los humanos nos hace únicos y superiores seres vivientes.
Un tiempo de gimnasia cerebral diaria poniendo a trotar las neuronas intensifica el riego sanguíneo, oxigena las ideas y hace que entre aire fresco en el cerebro.
Aunque hay infinidad de ejercicios, los más importantes son los que nos estimulan a aprender, los que nos obligan a hacernos preguntas y responderlas y los que nos fuerzan a tomar criterio sobre mil y un temas de las circunstancias de nuestro entorno. En resumen, aprender, preguntarse y formar criterio: hop, hop, hop, hop, hop. Con espíritu deportivo, cada día, en cualquier momento y hasta que el cerebro diga basta.
No hace falta trasladarse a ningún gimnasio. Las pesas son los libros, las paralelas son el escuchar y el conversar, el salto de altura es elevar el propio criterio.
Frente al espejo te ves igual, pero sin la menor duda te sabes mucho mejor.