Epílogo

Hasta aquí llega mi relato. Una historia que en realidad no es mía, como ya dije desde un principio. Es la que Luis depositó en mis manos, el legado científico y humanista, sabio, admirable, de tantos hombres y mujeres que se han atrevido a transgredir, a romper límites científicos en busca del progreso y el bienestar del ser humano. Yo he sido su compiladora, su depositaria, su narradora, y mi único objetivo ha sido hacerlo llegar alto y claro al máximo número de personas. Porque considero que esa sabiduría, sintetizada en los preceptos que Luis imaginó, puede ayudar a mejorar e incluso aumentar el capital mental, emocional y cognitivo de todos nosotros.

Ha sido una misión apasionada y apasionante, una especie de placentero apostolado en el que por momentos me he sentido, con sumo gusto, una abadesa en su cenobio. Ahora esta abadesa se retira, cede su voz a otras Kalmikias. Mi dolencia está avanzada y las fuerzas parece que no me quieren acompañar. Llegan a mis oídos noticias extraordinarias, hallazgos que hubieran emocionado profundamente a Luis: científicos de la Universidad de la Salud y la Ciencia de Oregón han clonado por primera vez una célula humana y han obtenido a partir de ella células embrionarias, células madre, aptas para su uso terapéutico. Ello abre un camino fascinante: la posibilidad de utilizar estas células para desarrollar nuevos tratamientos para enfermedades que hoy parecen incurables, para restaurar órganos y tejidos dañados, como las células productoras de insulina en las personas diabéticas o las neuronas productoras de dopamina en los enfermos de Parkinson, entre otros casos. Un reto fascinante para la medicina regenerativa, desde luego, que abre horizontes médicos llenos de esperanza. También suscitará intensísimos debates éticos, sin duda.

Pero este magno descubrimiento llega tarde para mí. Mientras las fuerzas me sostengan seguiré trabajando en la difusión de esta historia, de este legado. Después, me retiraré de la escena y cederé el testigo a otros narradores. Me gustaría, sin embargo, despedirme de los amables lectores añadiendo un colofón, una de las últimas entradas que Luis escribió en su blog, que hago mía:

He aquí las conquistas de los homínidos que nadie en su sano juicio puede cuestionar y que todos los demás no queremos perder:

1. La esperanza de vida sigue aumentando desde el siglo pasado unos dos años y medio cada década. No hacemos ninguna manifestación para celebrarlo, pero debiéramos.

2. Gracias a lo anterior, la gente puede estar menos obsesionada de lo que estaba antes con saber si existe vida después de la muerte; le importa hoy, muchísimo más, constatar que hay vida antes de la muerte.

3. Las políticas de prevención son más importantes y debiéramos dedicarles más tiempo que a las políticas de curación. Básicamente, lo que esto quiere decir es que debiéramos hacer regularmente ejercicio físico, cuidar nuestra dieta y saber disfrutar de todo lo que tenemos, y no sólo llorar por lo que no tenemos. Todo está por hacer en el campo de las políticas de prevención. Hoy se sabe que una amiga o un buen amigo es mejor que un fármaco. Pero, sobre todo, contamos con pruebas experimentales de que se podrían reducir las futuras demandas de prestaciones sanitarias, educativas o de trastornos mentales mediante políticas innovadoras de prevención. La generalización imprescindible de las prestaciones se llevó a cabo sin pararse a pensar ni un segundo en el arsenal virgen de las políticas de prevención. Y en ellas debemos apoyarnos.

4. La introducción del aprendizaje social y emocional en el sistema educativo no puede retrasarse ni un año más. Para ello hace falta preparar a los educandos para que conozcan las emociones positivas y las negativas y nos ayuden a gestionarlas. Porque aprender a gestionar las emociones básicas y universales nos convierte en personas competentes en nuestros entornos social, académico y laboral, nos proporciona herramientas para afrontar conflictos y situaciones adversas, nos acentúa la empatía y la comprensión por los demás y, en último término, favorece que construyamos un mundo más justo, pacífico, productivo y sostenible.

5. Podemos contribuir a la solución de muchos de nuestros problemas deslindando las competencias negativas, que retrasan la hora de encontrar empleo, de las competencias positivas, que lo aceleran. Entre las primeras está el desconocimiento de las emociones —a ver si aprendemos de una vez lo que significa el desprecio de las demás— y entre las segundas, que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad.

6. Es hora de constatar la importancia de la intuición y lo que nos dice el inconsciente en contraposición con el llamado «pensamiento racional y consciente». No me olvido nunca de la señora que, llorando, me paró en la calle para darme las gracias por haber sabido devolverle la confianza en la intuición, que los demás habían intentado segarle durante toda su vida.

7. El conocimiento de las verdaderas dimensiones de la felicidad ha sido la gran conquista del siglo XX. Hemos aprendido que no es necesariamente el dinero lo que confiere dicha felicidad. Cuando se vive por debajo del nivel de subsistencia, el dinero es la felicidad; pero una vez alcanzado este nivel, la dimensión más correlacionada con la felicidad es el control de la propia vida. Tener la impresión de que lo que uno hace sirve para algo.

8. La belleza, que tanta gente busca, es la ausencia del dolor. Pero demasiada gente está dispuesta a soportarlo sin razones evidentes por la consecución del sueño o trabajo que a uno más le gusta. El ejercicio o el trabajo sin dolor es aumentar su conocimiento hasta saber controlarlo.

9. La manada: cuando ésta tiene que atravesar un río o subirse a la montaña siempre busca a los jóvenes. El gran problema del próximo siglo será la redistribución del trabajo, y no de la riqueza. Las escuelas, los sindicatos, las empresas nuevas debieran haber iniciado ya el estudio y la aplicación de este principio. El Estado, las demás instituciones sociales y las empresas se deberían abrir las puertas a la juventud, que sigue marginada.

10. Ya es hora de renunciar al dogmatismo y aceptar el principio de incertidumbre como práctica cotidiana. Cuando se intuye algo, es preciso comprobarlo y, si funciona, aplicarlo hasta que alguien venga a demostrar lo contrario. Newton convenció a medio mundo de que el tiempo era igual para todos, de que era absoluto. Luego vino Einstein y dijo que el tiempo es relativo; distinto en función de la masa física que lo sustentaba y de su velocidad. ¡Abajo los dogmáticos que tanto sufrimiento han impuesto a los que dudaban!

Por momentos, vuelvo a sentirme Kalmikia. Y recuerdo cuando Luis me hablaba de la historia de mis antepasados. Un colectivo indomable de hombres y mujeres que siguen recitando mantras arrodillados en alfombras delante del templo de la Morada de Oro del Buda, en la capital de Kalmykia, Elistá. Son los únicos que han sabido luchar sin descanso contra la tristeza recurriendo a la compasión y a la felicidad. Su anarquismo, librepensamiento y darwinismo afloraron sin duda en hombres como Luis, colector infatigable en los laboratorios de medio mundo de los indicios que apuntan al pensamiento de pasado mañana, al que tanto he admirado y admiro. Y en mí misma, resumido su espíritu en el modesto y despojado saludo de mis antepasados:

TEN UN CAMINO BLANCO

El sueño de Alicia
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section_0001.xhtml
Section_0002.xhtml
Section_0003.xhtml
Section_0004.xhtml
Section_0005.xhtml
Section_0006.xhtml
Section_0007.xhtml
Section_0008.xhtml
Section_0009.xhtml
Section_0010.xhtml
Section_0011.xhtml
Section_0012.xhtml
Section_0013.xhtml
Section_0014.xhtml
Section_0015.xhtml
Section_0016.xhtml
Section_0017.xhtml
Section_0018.xhtml
Section_0019.xhtml
Section_0020.xhtml
Section_0021.xhtml
Section_0022.xhtml
Section_0023.xhtml
Section_0024.xhtml
Section_0025.xhtml
Section_0026.xhtml
Section_0027.xhtml
Section_0028.xhtml
Section_0029.xhtml
Section_0030.xhtml
Section_0031.xhtml
Section_0032.xhtml
Section_0033.xhtml
Section_0034.xhtml
Section_0035.xhtml
Section_0036.xhtml
Section_0037.xhtml
Section_0038.xhtml
Section_0039.xhtml
Section_0040.xhtml
Section_0041.xhtml
Section_0042.xhtml
Section_0043.xhtml
Section_0044.xhtml
Section_0045.xhtml
Section_0046.xhtml
Section_0047.xhtml
Section_0048.xhtml
Section_0049.xhtml
Section_0050.xhtml
Section_0051.xhtml
Section_0052.xhtml
Section_0053.xhtml
Section_0054.xhtml
Section_0055.xhtml
Section_0056.xhtml
Section_0057.xhtml
Section_0058.xhtml
Section_0059.xhtml
Section_0060.xhtml
Section_0061.xhtml
Section_0062.xhtml
Section_0063.xhtml
Section_0064.xhtml
Section_0065.xhtml
Section_0066.xhtml
Section_0067.xhtml
Section_0068.xhtml
Section_0069.xhtml
Section_0070.xhtml
Section_0071.xhtml
Section_0072.xhtml
Section_0073.xhtml
Section_0074.xhtml
Section_0075.xhtml
Section_0076.xhtml
Section_0077.xhtml
Section_0078.xhtml
Section_0079.xhtml
Section_0080.xhtml
Section_0081.xhtml
Section_0082.xhtml
Section_0083.xhtml
Section_0084.xhtml
Section_0085.xhtml
Section_0086.xhtml
Section_0087.xhtml
Section_0088.xhtml
Section_0089.xhtml
Section_0090.xhtml
Section_0091.xhtml
Section_0092.xhtml
Section_0093.xhtml
Section_0094.xhtml
Section_0095.xhtml
Section_0096.xhtml
Section_0097.xhtml
Section_0098.xhtml
Section_0099.xhtml
Section_0100.xhtml
Section_0101.xhtml
Section_0102.xhtml
Section_0103.xhtml
Section_0104.xhtml
Section_0105.xhtml
Section_0106.xhtml
Section_0107.xhtml
Section_0108.xhtml
Section_0109.xhtml
Section_0110.xhtml
Section_0111.xhtml
Section_0112.xhtml
Section_0113.xhtml
Section_0114.xhtml
Section_0115.xhtml
Section_0116.xhtml
Section_0117.xhtml
Section_0118.xhtml
Section_0119.xhtml
Section_0120.xhtml
Section_0121.xhtml
Section_0122.xhtml
Section_0123.xhtml