Envejecemos cuando lo dicta nuestro cerebro

Con cada división celular, nuestros telómeros se acortan, el ADN va acumulando mutaciones y el estrés oxidativo producto de nuestro metabolismo envenena nuestras células. Nuestros somas celulares mueren incluso antes de nacer, pero ello es fundamental para conformar la estructura de nuestro cuerpo humano tal y como lo conocemos.

Alicia pasaba de la vigilia al sueño, una vez más, y la voz de su mentor resonaba dentro de ella. «A medida que se producen esas divisiones, se van acortando los telómeros en el extremo de los cromosomas, hasta alcanzar un tamaño crítico en el que se activa la muerte de la célula; una especie de suicidio celular programado que llaman apoptosis. Este proceso, que se puede desencadenar por muchos otros motivos, sirve por ejemplo para eliminar tejidos o células que no son necesarios. Cuando la célula obvia las órdenes de suicidio y continúa dividiéndose de forma incontrolada se generan los tumores.»

—Por supuesto, nos gastamos con el uso, pero ¿por qué de pronto sentimos envejecer? ¿Es un proceso controlado o tiene lugar de forma independiente en los órganos del cuerpo? —preguntó Alicia nerviosamente.

—No te preocupes demasiado, la ciencia sigue su curso lento pero inexorable y poco a poco atiende nuestras preguntas. Desde hace tiempo se sospecha que el cerebro interviene en nuestro declive físico y psicológico, pero hasta ahora no había pruebas concretas. El increíble y maravilloso descubrimiento realizado hace pocas fechas por unos científicos del Colegio de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva, en Nueva York, ha permitido encontrar el interruptor del envejecimiento y abre la vía a la intervención terapéutica para mejorar (y retrasar) nuestra vejez. Sí, así como suena. Sus exhaustivas investigaciones han merecido su publicación en la prestigiosa revista científica Nature, por lo que deberíamos prestarle un poco de atención.

»Dongsheng Cai, profesor de Farmacología Molecular, y autor principal del trabajo, ha podido ralentizar el proceso de envejecimiento en ratones, y aumentar su longevidad hasta un 20 por ciento, al actuar sobre un complejo proteico denominada factor nuclear NF-kB, el cual está involucrada en la inflamación y, cómo no, en la respuesta al estrés. Cai y sus colaboradores hallaron que esta molécula es más activa en el hipotálamo de los roedores a medida que envejecen. Tras su inhibición o activación en las células del hipotálamo, lograron desacelerar o acelerar el envejecimiento respectivamente. Es increíble, y un gran paso adelante para incrementar la esperanza de vida y mejorar nuestra vejez.

»Cai ha desentrañado el mecanismo clave que dispara la vejez: en un momento determinado (todavía se desconoce por qué), en el hipotálamo, donde se integran la respuesta inmune y hormonal, se activa el NF-kB, el cual disminuye la expresión del gen de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). La inhibición de los niveles de esta hormona conduce al final de nuestra etapa reproductiva, algo que con la edad parece necesario para mantener la calidad en nuestra especie, e inicia el envejecimiento sistémico al mismo tiempo: disminución de la masa ósea, tejido muscular y pérdida de habilidades cognitivas. Según Cai, las estrategias para envejecer muchísimo mejor consistirían en bloquear la vía inflamatoria del NF-kB, y aumentar la neurogénesis con GnRH.

Alicia supo ver rápidamente cuál era el meollo de la cuestión.

—Si el hipotálamo maneja nuestro estrés, dado su nuevo rol, deberíamos cuidarlo desde que somos pequeños.

—Así es, los achaques asociados a la edad podrían venir determinados, en parte, por experiencias estresantes sufridas en la infancia. La activación por estrés del factor nuclear NF-kB provocaría un cambio en la respuesta hormonal que nos acompañará a lo largo de toda la vida, lo cual incrementará el riesgo de padecer problemas de salud en la vejez.

Sin duda, se pueden atisbar cambios revolucionarios en la medicina preventiva que ya nos afectan directamente. Alicia estaba constatando que la relación entre el metabolismo y la esperanza de vida en los humanos ya es innegable. Y su pérdida de funciones hepáticas anticipaba, desde hacía un tiempo, un cierto declive metabólico; lo había notado, tomado buena nota y no pensaba olvidarlo.

Y se encontró pensando: «Es sólo una cuestión de días que podamos predecir mediante un sencillo análisis de sangre lo que pasa no sólo con nuestro hígado, sino también con el riñón, corazón o incluso la irrupción de un cáncer. Los científicos están convencidos de que pronto el desarrollo de nuevos diagnósticos permitirá detectar precozmente el riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, la obesidad o las dolencias cardiovasculares, e incluso retrasar la vejez».

El sueño de Alicia
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