Un matrimonio fallido
La convivencia de Julio y Alicia terminó como era previsible que terminara. No hubo platos rotos, ni sentimientos alterados. Simplemente, tanto ella como él habían llegado a la conclusión de que sus vidas, a pesar de ser biológicamente muy parecidas, iban por caminos distintos.
Lo de Alicia tenía que ver con la soledad y el desamparo. Se sentía tan lejana como en otro universo. Ahora entendía por qué empezó a fijarse tan jovencita en los varones que la miraban. Buscaba apartar de sí esas sensaciones, y creyó hallar un bálsamo para ello en el contacto físico, en el encuentro carnal. Al contrario de entonces, amor y deseo ya no coincidían ahora. ¿De qué dependía que los dos caminaran de la mano como dos gemelos?
Siempre pensó que dependía del tiempo, aunque no estaba segura. Le ocurrió con el realizador de vídeos que había logrado sacarla de Puebla a Estados Unidos, en pleno naufragio del amor de su mariachi; éste la maltrataba, mientras que Ovidio la trataba como si para él fuera lo más importante de este mundo. La quería. Pero ella era por entonces joven y hermosa. ¿Qué pasaría cuando, cumplidos los cincuenta, Ovidio tuviera que conformarse con sus pechos caídos, con su piel arrugada y su cuerpo en plena decadencia física? Le atormentaba este pensamiento. La intensidad del amor que ahora derrochaba él, mostrándole constantemente la alegría de estar a su lado, a buen seguro no podría perdurar. ¿Por qué tenía ella siempre la duda de que aquello pudiera durar para siempre? La esperanza de vida de un ratón es de sólo dos años y medio; la de los humanos no supera los ochenta años. ¿Por qué tiene el ratón hembra las mismas dudas? Los humanos necesitan pertenecer a un colectivo social. «Doctor, ¿me puede dar un remedio para la soledad?» Ésa es una pregunta rara vez formulada y, sin embargo, sentida por multitud de jóvenes desamparados, mayores sin casa, moradores de hospicios y lugares de asilo. Saciar la demanda de relaciones sociales es imprescindible para mantener una buena salud mental y física. Alicia empezaba a cobrar conciencia de que la soledad debiera ser un objetivo esencial del sistema de salud, en lugar de ser un añadido bastante secundario.
Tal y como sugieren algunos investigadores, «la necesidad de pertenecer comprende un deseo avasallador de formar y mantener por lo menos una cantidad mínima, duradera, positiva y significativa de relaciones interpersonales». Lo absolutamente nuevo en la medicina que está aflorando es la inserción de la soledad en el ámbito más amplio de las redes sociales, así como la aceptación de la necesidad universal de pertenecer a un colectivo que experimentan los humanos, sobre todo los jóvenes.