La cultura China
Emitido el 15 de noviembre de 2005
Vaya fin de semana más extraño, amiguitos. La Selección Española ha ganado con claridad. Sete Gibernau no se ha caído. «Es que no corría». Bueno, ¿y qué? Muchos curas españoles han cambiado la religión católica por la protestante. ¿Lo vieron?: «¡Zapatero, De la Vega… con los niños no se juega!». Y Michael Jackson, en su casa: «¡¡Uuuuuuuhh!!».
Como siempre, hubo disparidad en la cifra de manifestantes: 400 000 según la policía, 1 500 000 según Esperanza Aguirre, 2 000 000 según la organización y 300 000 000 según la COPE, que ha juntado a todos los de habla hispana. Cómo se nota que han ido a buenos colegios… porque lo que es multiplicar, saben. Sea como sea, la realidad es que los curas han conseguido sacar a cientos de miles de católicos a las calles. Ahora sólo falta que entren en las iglesias, pero ésa es otra historia. Todo a la vez no puede ser. Además, si no cabían. Muchos manifestantes iban escuchando la COPE, que se puso las botas. Jiménez Losantos hizo un carrusel reivindicativo: «Pepe, un purito. ZP, un pecadito. Y la Coronita, Coronita de espinas». Un rollo así.
Otra de las cosas extrañas de estos días es la visita del presidente chino a España. (Suena un gong y saluda inclinándose). Es que hay que hacerles la pelota porque los empresarios españoles quieren invertir allí… Bueno, los de Freixenet ya están pensando en cómo meter una lagartija en el cava… Lo que pasa es que cuando abras la botella saldrá la lagartija volando.
Por primera vez no son los españoles los que van al chino, sino que es el chino el que viene a España. ¿Han visto la foto de Hu Jintao con el Rey, compartiendo un paraguas de la marca Vogue? Yo me pregunto: ¿es un Vogue Vogue o se lo ha comprado en un chino? Según las malas lenguas, el Rey le estaba preguntando: «Oye, ¿cómo lo hacéis para tener una muralla de 6000 kilómetros y que nadie proteste? Porque nosotros hemos puesto unas más pequeñitas en Ceuta y Melilla y no veas la que se ha liao».
Los chinos son un pueblo muy difícil de conocer porque son muchos. Cuando conoces a unos, ya han nacido más. Ya van por los 1300 millones. Yo creo que son comunistas por eso. Dijeron: «Mira, vamos a hacer sólo un partido político porque como nos liemos todos a opinar… lo vamos a flipar, neng». De hecho, no es que no haya nunca elecciones, es que todavía están recontando los votos de unas que hubo en 1932: «¡Uan, chu, fli, fol…!». De ahí que pusieran a Mao Tse-tung y pa’ lante. Mao Tse-tung, que dicen que no se duchó jamás. Que también es mala suerte que te toque un mandatario sucio en un país apretao. Porque si hay más terreno, pues puedes apartarte. Pero, claro, los pobres chinos tuvieron que aguantarse. Por esa razón tienen los ojos así de cerrados, por el olor de Mao Tse-tung.
Hay muchos mitos alrededor de los chinos… Por ejemplo, que son amarillos. Ya va siendo hora de que alguien lo diga: ¡los chinos no son amarillos! No insistan más. ¿Quién se inventó eso de que los chinos son amarillos? ¿Marco Polo? Pues Marco Polo debió de pasar por una aldea de chinos con hepatitis.
Lo que sí es verdad es que tienen problemas para pronunciar la «r». Y esto, a veces, puede ser un problema. Una vez, un amigo fue a un restaurante chino y pidió pato laqueado. Y el chino le dijo: «Buena elección». Y mi amigo: (mirándose la entrepierna). «¿Tanto se me nota?».
Lo que no sabemos de los chinos es: ¿dónde están cuando salen del trabajo? Es un misterio. ¿Alguien ha visto un chino tomando copas en una discoteca? ¿O en el gimnasio? ¿O en el cine? ¿O paseando? No. Yo he llegado a pensar que trabajan aquí, pero viven en China. Van y vienen todos los días. Otra cosa que quiero saber: ¿quién inventó el cuadro de la cascada que se mueve? Y lo más curioso: ¿por qué a ellos les gusta? Hay que tener esto en cuenta porque, si éste es el gusto de los chinos, les podemos colocar figuritas de Lladró para aburrir.
También hay que decir que los chinos nos han aportado grandes cosas, como la acupuntura, que es curarse las enfermedades pinchándose. Yo, una vez, fui a que me hiciesen acupuntura. El médico me preguntó: «¿Qué le duele?». Y yo: «Todo». Y me empezó a poner agujas. Me puso tantas, que parecía Hellraiser. Hasta en el culo. Y cuando ya tenía todo el cuerpo lleno de agujas, me dijo: «Ahora, relájese». Y yo le dije: «¿Cómo puedo relajarme con quinientas agujas clavadas por todo mi cuerpo?». Pero él: «Vendré dentro de media hora y le daré vuelta». Que yo pensé: «Joder, si me da la vuelta con ¡¡¡todo el cuerpo lleno de agujas!!!». Pero no, quería decir que me sintonizaba. O sea, que, en teoría, con esto de la acupuntura, tú puedes dejar de fumar durmiendo con un cactus. O dejar de beber durmiendo con un cardo. Te despiertas, le ves la cara y dices: no bebo más.
En fin, si yo fuera el gobierno, promocionaría nuestros bares en China. Además, el bar une claramente las dos culturas. Y si es tarde, más: ellos comen bambú y nosotros nos ponemos ciegos de cañas. (Vuelve a sonar un gong y saluda inclinándose). Chin-pun.