El carné por puntos
Emitido el 3 de marzo de 2005
(Mueve los labios, pero sin emitir sonido). No, no, tranquilos… No es un problema, es una broma. Es que ayer fue así, y no fue una broma. Hubo problemas técnicos ajenos al programa y a la cadena, por lo que les pedimos disculpas. Pasó que, en muchos sitios, se veía el programa, pero no se escuchaba. Y no funcionó mal, ¿eh? Si lo sé, no ficho a tantos guionistas…
Porque, claro, que te vean y no te oigan es jodido, sobre todo para el monólogo, que, parece que no, pero pierde mucho. Aunque si entra el Neeeng de Castefa, ¡es una bendición! Que, por cierto, no tardará en aparecer por aquí… Espero que estén todos asegurados…
Un tema que, justamente, debería preocuparle al Neeeng es el carné por puntos. Saben lo del carné, ¿no? Una cosa rosa y alargada… El carné, vamos… Pues ahora te darán doce puntos y los irás perdiendo por cada cantada grave. O sea, como España en Eurovisión. Aunque hoy hemos sabido que el gobierno se plantea suavizar las penas. El primero que lo ha celebrado es Farruquito.
Parece que esto del carné por puntos ha funcionado muy bien en otros países. ¿Pero aquí? ¿El país de las tarjetas piratas del Plus, del top manta, del 3%…? ¿Cuánto se creen que va a tardar en aparecer el mercado negro de puntos? Que pararás en un semáforo y te dirán: (susurrando). «Kleenex, La Farola, puntos de carné…». O el típico regateo familiar: «Papá, déjame tres puntos para este finde, que sólo me quedan dos». O excusas como: «Perdone, agente. Es que mi madre me ha lavado los pantalones y llevaba los puntos en el bolsillo». O los cinco amigos pillados por la Guardia Civil a 180: «¿Por qué no te enrollas y nos quitas un punto a cada uno, colega?».
Yo quiero ser optimista, pero no me sale. De momento, sólo me surgen dudas y más dudas. Por ejemplo: ¿cómo será el carné? ¿Será una tira de cupones como la ONCE? Y la poli: «Se ha saltado un semáforo. Déme tres que acaben en nueve». ¿O será un cartón como el del bingo dónde te irán tachando números?: «Han cantado conducción temeraria. Vamos para intermitente roto». Y lo que es más importante: ¿se heredarán los puntos? O sea, si el padre de familia, Dios no lo quiera, pasa a mejor vida y todavía le quedan puntos: ¿pasarán a sus hijos? Que me imagino a ese hombre, con una enfermedad muy dolorosa, terminal, postrado en la cama: «Los puntos, los puntos…». Y su mujer: «¿Te duelen?». «Noooooo, los del carnééééé. Los quiero donar a un convento». Claro que, si donas los puntos a un convento, ¿quién se los queda? ¿Sor Citroen?
El gobierno también se está planteando dar puntos por buena conducta. Que digo yo, si te paran en un control de alcoholemia, la tasa es de 0,25 y tú das 0,24… ¡Eso tiene que tener premio! De entrada, el alcoholímetro debería soltar una musiquilla: parapará-papááá… Y los guardias civiles deberían hacerte una coreografía: (tono Coronita). «Cómo me gusta, y a mí. Cómo me gusta, y a mí…».
¿Otra manera de conseguir puntos? Dejar propina en los peajes: «¿Cuánto vale?». «Dos con ochenta». «Pues cóbrate tres. Y me apuntas toda la fila». Y el vigilante, en vez de abrirte la barrera así (levanta el brazo en vertical), te la abre con un pase de pecho (levanta el brazo en horizontal, estilo torero): «¡Ooooolééééé…!». Me van a perdonar, pero, de esto, los catalanes sabemos mucho. Vamos sobraos. Aquí hay peajes donde antes no había nada. Sales de tu casa y te encuentras una barrera. A los catalanes, cuando nacemos, nos instalan un microchip que es el Teletac. Yo me acuerdo que nos dijeron: «Esto es que el Estado, con el franquismo, no tiene dinero para construir autopistas y entonces le ha dado la concesión a empresas privadas, pero dentro de veinticinco años se dejará de pagar». ¡¡¡Y nos lo creímos!!! ¿No han pasado ya veinticinco años? Pues nada. Mientras el del peaje disimula y silba, su jefe continúa aumentando alegremente su capital. ¿Cuándo acabarán estos veinticinco años? En fin, éste es otro tema.
Yo creo que, en el fondo, el gobierno quiere que dejemos el coche en el parking: entre los puntos, el no fumar, la ITV, las gafas de repuesto, el triángulo de emergencia, el chaleco reflectante (que, como ya dijimos, no es necesario que esté enfundando el asiento), el manos libres, la sillita del bebé, el cinturón trasero… Luego te preguntan: «¿Te gusta conducir?». «¡Sí, pero no quepo!».