Chanchullos

Emitido el 10 de marzo de 2005

Hoy, en el Parlament de Cataluña, los políticos ya han solucionado lo del 3%. Y lo han solucionado igual que en el Carmel: echándole cemento encima. Y eso que, por la mañana, Piqué parecía con ganas de guerra. Le ha pedido a Maragall que aclarase lo del 3% cantándole aquello de: «Pasqüi levanta, tira de la manta…». Pero, por la tarde, lo han arreglado como una pelea entre niños. Maragall haciendo pucheritos: «Lo siento, no lo haré más». Y Piqué: «Venga, pues yo retiro la querella y te ajunto otra vez». Y se han dado la mano sin mirarse y con reparos. Como cuando metes la mano en un agujero, que no ves lo que hay dentro… Seguro que, al ver el pollo que se estaba montando, se reunieron todos y dijeron: «Quien esté libre de comisiones, que tire la primera piedra». Y todos los parlamentarios disimulando (se pone a silbar). Y cerraron la sesión: «Entonces qué, ¿nos alabamos?». Y todos: «Ala-vamos, ala-vamos…».

En el fondo, todo esto es normal, porque… ¿quién no ha hecho un chanchullo alguna vez? Aquel momento clave en que el carpintero te hace la pregunta: «Jefe, ¿lo va a querer con factura o… sin factura?». Que te lo dice con ojos de seductor: (guiña un ojo). «Sin factura, ¿no, chato?». Y entonces se inicia una lucha interior: «¿Qué hago?». Hasta se te aparece el ángel y el demonio. El demonio: «Ahórrate el IVA y te lo gastas en deuvedeses». Y el ángel: «No le pagues el desplazamiento». Es que tengo un ángel muy cabrón… Y al final, con el remordimiento, le pides la factura. Me acuerdo que el tío me dijo: «Espera. Voy un momento a la imprenta y ahora vuelvo». ¡No había hecho ninguna factura en su vida!

Otro chanchullo: ahorrarte la luz. Hay gente que pone pinzas de tender la ropa en los contadores antiguos. Un amigo mío lo ha hecho este invierno y, claro, con la rasca que ha pegao tenía veinte estufas enchufadas. La pinza estaba ya que no podía más. Parecía Stallone: «¡Esto es un infiernooooo! ¡Déjala rodar!».

El problema es que nos acostumbran al chanchullo de pequeños. Aquella madre subiendo al autobús: «Un billete, por favor». Y el conductor del autobús, mirándote: «¿Seguro que el chaval tiene menos de cinco años?». «Por supuesto. Ya verá, pregúntele». Y el autobusero: «¿Cuántos años tienes, niño?». Y el niño: (con voz muy grave). «¿No te lo están diciendo? Cinco añitos».

Pero, sin duda, los reyes de los chanchullos son los autónomos. Yo he visto en un semáforo a un conductor pidiéndole un ticket al de los pañuelos: «Me desgrava porque lo cuelo como gastos varios, apartado mocos».

Y el paraíso del chanchullo: el mercado inmobiliario. Si es que, en vez de «comprarte un piso», debería decirse «te chanchullas un piso»: «El piso vale cincuenta millones, pero lo escrituramos por un paquete de pipas. Y lo otro me lo das en negro». Bueno, ahora ya no se dice «en negro». Ahora se dice: «Me lo das en b». Que, claro, hasta que no lo pillas… Un amigo, la primera vez que lo oyó, pensó que «me lo das en b» era: «me los das en bolas». Se presentó en la notaría con un maletín y en pelota picada. La ventaja es que pudo firmar y darle la mano al notario sin que se le cayera el maletín.

Por todo ello, tenemos que entender a los políticos. Los pobres tienen contratos temporales de cuatro años y nunca los hacen fijos. Lo que me extraña es que no lleven un gorrito y una chapita con su nombre, y en los discursos hablen así: (imitando al empleado de un burger). «La comisión, ¿cómo la querrá? Pequeña, mediana o grande».