Los entierros

Emitido el 6 de abril de 2005

Por fin han puesto día para el cónclave: el lunes, 18 de abril. Han tardado un poco porque combinar las agendas de 117 cardenales no es fácil: «¿El martes? No puedo, tengo cuatro comuniones. Y el miércoles, cinco bodas y un bautizo… ¡El lunes! Ah, no… que echan "El Peliculón"».

Ahora, con la muerte de Rainiero, esto parece como aquella peli, pero al revés: «Cuatro funerales y una boda». La boda es la de Carlos y Camilla, claro. Qué mala suerte tiene esta pareja… Toda la vida esperando para casarse y justo el día que te casas se mueren un Papa y un jefe de Estado. ¿Es mala pata o no es mala pata?

Lo que me sorprende es que, mirando los periódicos, no he encontrado ninguna esquela del Papa. Lo máximo que vi, el otro día, es una iglesia con un cartel en la puerta que decía: «Cerrado por defunción del dueño». Pero esquelas, ni una. Con la de gente que le admiraba, me esperaba no una esquela… un desplegable de dieciséis páginas. Pues no he visto ni una chiquitita. Yo creo que se han confiado y el uno por el otro la esquela sin poner: «¿Pero no eras tú el que tenía que ponerla?». «¿Yo?». «¡Si la ponía el camarlengo!». El pobre camarlengo va de culo…

Al funeral del papa de este viernes se prevé que asistan todos los mandamases del mundo. Si pasan el cepillo, se forran: «¿Has visto lo que ha puesto Chirac? Tú, Blair, pon más… que no quedemos como ratas». Y Berlusconi metiendo mano en el cepillo (silba, disimulando). Muchos aprovecharán para ir también al funeral de Rainiero. Y se dirán aquello de: «Sólo nos vemos en los funerales. A ver si quedamos un día». Que luego nunca llamas. Deberíamos ser más sinceros y despedirnos así: «Hasta el siguiente que la espiche».

Es que los funerales son un mundo. Por ejemplo, siempre te encuentras al rajón de turno. Mientras el cura habla: «Era un buen hombre, generoso, muy amigo de sus amigos…». El de al lado: «Vamos, que nos hemos equivocado de entierro».

Yo, lo que temía de los velatorios, era que me preguntaran: «¿Quieres verlo?». Eso de ver el cuerpo me daba mucho yuyu. Ahora ya no. Ahora, con el maquillaje hacen maravillas. Yo entré a ver a una tía abuela y la habían dejado igual que a Sharon Stone. Desde entonces, cada vez que veo Instinto básico veo a tía Antonia. Eso sí, cuando llega la escena del interrogatorio, pienso: ¿cómo cruzará las piernas, con ese refajo que lleva?

En cambio, lo que siempre me ha gustado de los entierros es el momento del albañil en el cementerio. Todo el mundo callado, mirándole, muy serio, cómo coloca la lápida. Pero, claro, el tío lo hace cada día. El trabajo le ha vuelto insensible al dolor ajeno y ves que va a su rollo… Alguno, incluso, se gira: «¡Rubia. Yo sí que estoy muerto, que he visto un ángel!». Y luego: «Dale a tu cuerpo alegría, Macarena. Aaaay, Macarena». Y todos: «Aaaah». Eso sí, te lo cierran en un plis-plas. Bueno, más de uno aprovecha para pedirle presupuesto: «Oye, ¿cuánto me cobrarías por alicatarme el lavabo?».

En fin, lo que mucha gente desea es ser recordada cuando deje este mundo. Yo ya me he preparado mi epitafio: «Una pausa para la eternidad y nos vemos en seguida». Espero que tarden mucho en leerlo.