El referéndum

Emitido el 22 de febrero de 2005

Aviso: hoy estoy que muerdo. ¿Sabes esos días que te despiertas de mala leche…? Ya cuando he ido al bar a desayunar y el camarero me ha dicho «¿Lo de siempre?», he saltado: «¿Qué insinúas? ¿¡Qué soy un soso que siempre pide lo mismo!? ¡Pues me vas a poner una ensaladilla rusa y un Licor 43 con tónica!».

Y estoy así por culpa de los políticos y el referéndum. Todo el santo día peleándose como crios: «¡La culpa de la abstención es tuya!». «¡Rebota y en tu culo explota!». La culpa es de todos los partidos porque se lo han montado fatal. A mí me pasó como el chiste. Le comenté a un amigo: «He ido a votar». Y me dijo: «¡Ah! ¿Fuiste tú?». Tampoco es verdad que a la gente no nos interese Europa. Mira hoy la Champions. Si hasta Ronaldo ha corrido. Y en el campo también. A lo mejor, no se ha votado por desconocimiento. El otro día escuché a mis vecinos discutir. La mujer: «¿Cómo vas a votar, si no te sabes la Constitución Europea?». Y él: «¿Qué pasa? Tú no sabes cocinar y comemos todos los días». Otra de las causas de la abstención es que PP y PSOE estaban de acuerdo. Eso genera mucha desconfianza. Es como si Coto Matamoros y Enrique del Pozo se respetaran: «Hable usted, señor Cocouaua». «No, por favor, usted primero».

Por suerte, los Reyes dieron un poco de color a la jornada electoral. Se les nota que no votan mucho porque estaban un poco desentrenados. Tenían que haber hecho pretemporada en la Zarzuela: «Vamos, vamos, calentamos cinco minutos dando vueltas por el trono y luego cogemos las papeletas… Ese cetro, arribaaa». Así, no les pasaría lo de este fin de semana. La Reina, por ejemplo, cerrando la papeleta con la lengua. Que se le puso aquella cara de chupar limones… ¡Puaj! Que luego no te quitas el sabor en todo el día. Aunque igual sirve para que los fabricantes de sobres se curren un poco más el sabor. Con tal de no ver sufrir a Su Majestad… Eso sí, el que hizo el recuento seguro que maldijo: «¿Quién ha sido el novato que ha sellao el sobre…?». Y la Reina: «Larariero, ranero…». Y eso no es todo. Después, la Reina le tuvo que recordar al Rey que tenía que mostrar el DNI. Claro, como es mayor de edad, ya no le piden el carné en las discotecas. Seguro que tiene un DNI antiguo. Y de foto, un billete de 5000 pesetas recortado. ¿Para qué vas a ir al fotomatón si eres el Rey? Coges un billete y ya está. Que se te estropea… pues coges otro de las arcas del Estado, que para eso están.

En cambio, a los Príncipes —que ya es otra generación— se los veía más sueltos. Fueron a la una de la tarde. Ella aún tenía cara de sueño. Se conoce que la noche anterior… ¡Eh, ahí no me quiero meter! Pero seguro que la noche fue larga porque Letizia tenía la cara un poco de china. Menudo madrugón… Ellos sí que saben… Fueron a la mejor hora. A votar y luego vermut. «Vamos, Leti, que te invito a Bitter Kas y berberechos». A ver si así Letizia engorda un poco. Está tan delgada que, al votar, metió el brazo por la ranura hasta el sobaco. Y ya que estaba ahí, hizo de mano inocente, removió y sacó una papeleta al azar. Que, no es por nada, pero el peso que pierde la Princesa lo gana el Príncipe…

Siguiendo con el capítulo de anécdotas, se ve que una mujer rompió la papeleta porque le impidieron introducirla ella misma. Y yo la entiendo. Da mucha rabia que no te la dejen intr… Vamos, que te sientes un inútil. Me recuerda la primera vez que desperté al lado de una chica. Me dijo: «¿Preparas café o eso tampoco lo sabes hacer?». No me gustó su retintín, así que le dije: «¿Te llamo un taxi o te recoge tu padre?». En fin, y eso que dicen que Europa está cada vez más cerca. De hecho, hoy salías al balcón y se veían los Pirineos. Sí, sí… un señor de Burgos los ha visto. Y si hacía bueno, hasta la torre Eiffel. Europa se compacta y ya somos tan europeos como los otros. Sólo falta que nos fiemos de ellos, pero eso poco a poco. No nos precipitemos… Ahora, lo de meter la papeleta es diferente. ¿Por qué, a veces, no te dejan? Desconfían. A lo mejor les da miedo que, por una de aquellas casualidades, justo en el momento de votar, todos los interventores parpadeen al mismo tiempo y, en ese microsegundo a ciegas, metas catorce papeletas de golpe. Como la mano es más rápida que el ojo… Doy fe de eso. Aunque puestos a desconfiar, no sé si los votantes tenemos más motivos.