Decir «no»
Emitido el 31 de mayo de 2005
Como ya saben, los franceses han dicho «no» a la Constitución Europea. Y mañana votan los holandeses, que también dirán que no. Pensaba yo: ¿a lo mejor es que ellos sí se la han leído? Porque eso de que seamos los únicos que hemos votado «sí»… A este paso, en vez del Tratado de Maastricht se firmará el Tratado de Torrelodones. Y Europa irá de los Pirineos a Gibraltar.
Yo no sé si la Constitución Europea está bien o está mal, pero decirle que no es hacerle un feo a los pobres que la han redactado. Deben de estar hundidos: «Dios mío, no les ha gustado…». Y el otro: «Ya te dije que le añadieras algo de sexo, que si no a los franceses no les gusta». Igual deberían haberla escrito un poco más sensual: «Las lenguas oficiales (se pasa la lengua por los labios, insinuante) de los miembros de la UE estarán en contacto…».
Yo creo que nosotros dijimos que sí para no quedar mal. Es que a los españoles nos cuesta mucho decir «no». Como la primera vez que vas a casa de los suegros a cenar. Que te dicen: «¿Está rico, eh? ¿Un poquito más?». Y tú: «Sí, sí, claro…». Yo acabé comiéndome una paella para seis sin rechistar. Estuve haciendo la digestión una semana, como las serpientes. Y una amiga mía, peor aún. En octavo de EGB le pidieron para salir y no se atrevió a decir que no. Ahora están casados y tienen cinco hijos. Siempre que la veo me dice: «Mañana se lo digo».
Existen varios tipos de «no». Por ejemplo, el «no irresponsable». Normalmente, se da en situaciones en las que tienes la moral distraída. Como cuando sales de fiesta con los amigos y sin parejas. Que se te acerca una tía impresionante y te pregunta: «¿Tienes novia?». Y tú: «Nnno…». Así, con tres «enes». Que sabes que la estás cagando. Pero tú ahí, haciéndote el soltero gallito… Luego, como es lógico, llegas a casa con un chupetón y te encuentras con otro tipo de «no»: el «No te quiero ver más, coma, desgraciao». Éste tiene mucha salida.
También está el «no invisible». Que no aparece nunca. Se da mucho en el ramo de la construcción. Tú le preguntas a un albañil: «¿Seguro que los lavabos estarán acabados la semana que viene?». El sabe que no, pero te responde: «Sí, seguro». Nunca dirá que no. Yo creo que pones a un albañil delante de la Sagrada Familia y le preguntas «¿Seguro que esto lo van a acabar?», y te dice «A más tardar, a última hora de la tarde».
Esto de no saber decir «no» viene de lejos. De hecho, estamos fuera del Paraíso porque Adán y Eva no supieron decir que no. Y tampoco era tan complicado: «¿Quieres una manzana?». «Pues no». Ya ves. Una manzana. ¡Qué tentador! Si hubiese sido caramelizada, todavía. Diferente hubiera sido si la serpiente los hubiese tentado con otra cosa: «¿Quieresss una crepé de chocolate con nata montada y sssirope de caramelo?». Pero ¿una manzana? Para mí que ni les apetecía. Eva: «Le he dicho que sí porque se la veía enrollada, pero vaya mierda manzana». Y Adán: «Encima no es ni Golden ni Reineta».
Y es que «no» es una palabra muy poderosa. Incluso se pueden llegar a mantener conversaciones diciendo sólo «no». Como cuando llamas por teléfono: «Hola, ¿está Juan Carlos?» (…) «No.» (…) «¿No?» (…) «No». Y cuelgas.
En fin, alguien dijo que cuando una dama dice «no», quiere decir «quizá»; cuando dice «quizá», quiere decir «sí»; y cuando dice «sí», no es una dama. Yo añadiría que cuando un humorista dice «sí», quiere decir «sí»; cuando dice «no», quiere decir «no»; y cuando dice «quizá», es que no ha entendido la pregunta. ¿Saben a qué me refiero? Quizá.