Internet

Emitido el 2 de febrero de 2005

Hoy hemos sabido que las organizaciones de consumidores cada vez reciben más quejas relacionadas con los servicios de telefonía e Internet. Las siguientes quejas en el ranking son que Paula Vázquez está demasiado delgada y que la música de los informativos es imposible de bailar.

Una de las quejas sobre telefonía más frecuentes es la larga espera en las llamadas de atención al cliente. Si en vez de poner musiquita pusieran diálogos de pelis, se podría escuchar la trilogía de El Señor de los Anillos entera. Y al colgar: «La factura del teléfono es míaaaaa…». Además, siempre repiten la misma frase: «En estos momentos no hay ningún teleoperador libre». ¿Y dónde están? ¿En Carabanchel? Me imagino las celdas llenas de teleoperadores, con sus micrófonos: «Por cadena perpetua no me viene nada… Le paso con la celda de castigo». Que piensas: «No, pásame con el celdo de tu jefe».

Otra de las quejas es la dificultad a la hora de darse de baja de un servicio de teléfono. Yo lo intenté y me pidieron las facturas desde el 1982 antes de Cristo. Digo: «¡Pero si no existía el teléfono!». «¡¡Pues las del tamtan!».

El motivo de queja estrella son los problemas que a veces dan las compras a través de Internet. Yo compré unos accesorios de cuero que te los pones para… Bueno, tampoco hace falta concretar. Y mientras los compraba, me daba mucho yuyu dar el número de la tarjeta. Si yo, cuando pago en los restaurantes, doy la tarjeta envuelta en papel de aluminio:

MasterCard a la papillote. Sí, sí, no sea que en el trayecto del camarero la gente vea el número. Que luego llegan las sorpresas en el extracto: «Cariño, ¿qué es esto de Whiskería Los Sueños, te roban hasta los dueños?».

Es que, comprando por Internet, yo paso un mal rato. El ordenador diciéndote: «Introduzca el número de su tarjeta de crédito». ¡Eh, introduciré lo que yo quiera! A ver si me van a controlar ahora lo que introduzco y lo que dejo de introducir… Vas poniendo los números, como sin querer. Como si te hicieran daño: «El siete… ¡ay! El tres… ¡ay! El ocho… ¡auu!». El ocho hace más daño. Le das al Enter y se oye aquel ruido: ñiuuuuupritpritprit pengpengpen grrrrrrr… Yo siempre pienso que automáticamente hay un hacker al otro lado con un Spectrum: «Otro primo. Pa’la saca».

Dicen que Internet ya llega al 80% de las casas, pero todavía hay mucha gente que no se entera. Un vecino mío me dijo: «¿Me podrías grabar Internet en un disquete? Es pa’ los niños». Cuando todo el mundo sabe que Internet no cabe en un disquete; como mínimo, hacen falta dos.

A mí me gusta mucho Internet. Sobre todo los buscadores. En un momento, te encuentran cualquier cosa. Son como El Corte Inglés del mundo. Que el otro día pensé: «¿Qué pasa si pones buscar "Internet" en el Google? A lo mejor se busca todo Internet a sí mismo y explota todo, del agobio». Yo, por si acaso, no lo he puesto nunca. Me da miedo. No sea que Internet se estropee y luego me echen a mí las culpas.

Pero estoy enganchado. La otra noche estuve navegando tanto rato que llegué a la última pantalla. Sí, me salió: «Game over. Insert coin». Porque, al final, en Internet, siempre tienes que acabar pagando. Sobre todo si pone «gratis».