La sequía
Emitido el 4 de mayo de 2005
Estamos viviendo una sequía histórica. Y no me refiero a los títulos del Barça. Los últimos cinco meses han sido los más secos desde hace sesenta años. Y es raro, porque Bustamante acaba de sacar disco.
En algunas poblaciones de Lleida ya tienen que recurrir a los camiones cisterna. Y si la situación continúa igual, en algunas zonas, cortarán el agua a determinadas horas del día. Francamente, yo creo que las restricciones son peor. La gente se vuelve loca. Se ponen a llenar todo lo que pillan: cubos, la bañera, tiestos, preservativos… Un amigo mío selló las puertas del lavabo con silicona y dejó los grifos abiertos para que se llenara todo el lavabo directamente: «Nunca se sabe…». Y yo: «Pero, tío, ¿cómo la vas a sacar?». Y él: «¡Con una pajita!». «Y ¿dónde vas a mear?». «¡Por el balcón!». Lo dicho: están chiflaos.
En algunos pueblos ya han anunciado que tomarán medidas especiales, como cerrar las piscinas municipales. No lo entiendo. En las piscinas no se gasta tanta agua. Es más, se regeneran solas. Ya se encargan los propios bañistas de irlas llenando… Existe la leyenda que si haces pipí sale un líquido. Yo he meado en todas las piscinas de España y nunca he visto ese líquido. Pero si, además, es fácil de detectar. Cuando ves a una persona en un ángulo de la piscina que no hace nada y mueve los ojos hacia los lados, es que está meando. Luego disimula y se pone a nadar. Que dices: «Sí, sí… disimula». Y pasas y piensas: «Joder, una corriente marina. Aquí está frío, aquí está caliente. Aquí frío, aquí caliente…». ¡Qué asco!
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha asegurado que el abastecimiento de agua está garantizado. Pero pasaremos un verano calentito, calentito. Se van a racionar los cubitos del tinto de verano. Uno por jarra. Font Vella sacará el nuevo envase «Benjamín». Y en las discotecas, el agua sera más cara que los cubatas. Bueno, eso no es ninguna novedad… La ministra también ha anunciado que iniciará una campaña para pedir que ahorremos agua. Pero que la gente no lo utilice como excusa, que hay cada uno: «¿Qué gomina usas?». «No, cabello graso».
De pequeño, como sólo te duchaban una vez por semana, se ahorraba mucha agua. Generalmente, tu madre tomaba la decisión de ducharte cuando te miraba a la cara y ya no te distinguía del resto de tus hermanos. Luego, llegabas a clase el lunes: «¿Qué te pasa? Estás distinto». Y tú: «Es que me han hecho lo del agua». No sabías ni cómo se llamaba. Ahora, en cambio, nos duchamos cada día. Y, claro, se gasta mucho. Entonces surge el debate: ¿qué es mejor, ducharse o bañarse?
Algunos creen que se ahorra más bañándose. Sobre todo, si cambias el agua una vez al mes. Como mi amigo Rosales, que le salieron nenúfares en la bañera. Me acuerdo que, al final, le dije: «Joder, Rosales, ¿pero no ves que el agua se ve muy sucia?». Y me dijo: «Tienes razón». Y se compró una bañera marrón. Menudo guarro el Rosales. Se compró el piso redondo para no tener que barrer las esquinas.
Otros piensan que se ahorra más con la ducha… siempre y cuando cierres el grifo mientras te enjabonas. Sí, no disimulen. ¿Quién no deja correr el agua en invierno para calentarse con el vaporcillo, eh? Todos. Y como no te pones jabones… Que si el champú de aguacate y miel con setenta vitaminas, que si la mascarilla revitalizante, que si el acondicionador… Al final, entre la mata de pelo y el vapor, aquello parece Gorilas en la niebla.
Bueno, ya lo saben: el agua es como un seis sobre diez; o sea, un bien escaso. Por lo tanto, hay que protegerlo. No sé si con el plan hidrológico o con algún trasvase, aunque sea de Coca-Cola. Pero si no vamos con cuidado, cualquier plan va a quedarse en papel mojado. Y mojar papeles es la peor manera de malgastar el agua.