El eclipse

Emitido el 4 de octubre de 2005

¿Vieron ayer el eclipse? Guapo, ¿eh? Se veía muy bien sin gafas ni nada. Y dura varios días. Todavía veo lucecitas… Nooo, es broma. Yo, antes de mirarlo, me puse protección. Y gafas también…

De hecho, el eclipse se ha visto de diferente manera en según qué parte de España, como el Estatut. Desde Barcelona, se vio y se dijo: «Incompleto». Desde Madrid, se vio y se dijo: «Anular». Bueno, antes, los supersticiosos creían que un eclipse era un mal augurio. También es mala leche que haya coincidido con la reforma del Estatuto catalán.

A los eclipses deberían ponerles nombre, como a los huracanes. La gente les cogería más cariño: «¿Has visto el Marichalar?». «Qué va, tío, es que no llevaba gafas especiales… Y si te quedas mirando directamente al Marichalar, te hace daño a la vista…».

Suerte que, antes del eclipse, las autoridades sanitarias insistieron mucho: «No miréis sin gafas, que te quedas ciego». Y las autoridades religiosas: «No os toquéis, que también te quedas ciego». Yo, por si acaso, me toco siempre con gafas…

Y las teles no hablaban de otra cosa. Venga imágenes con ese pedazo de anillo en el cielo. Que yo lo vi y pensé: ¿no se están pasando los de Antena 3 con la promo de El Señor de los Anillos? Con tanto despliegue mediático, sólo faltó que después del eclipse, el Sol y la Luna hicieran una rueda de prensa. La Luna: «Bueno, el eclipse dura noventa minutos y hasta el final no se sabe si es anular o parcial». Y el Sol: «A mí no me gusta que me hagan sombra…». Pero gracias a los medios de comunicación nos enteramos de lo que es un eclipse: «Una bola que tapa el Sol». Vamos, que va a ser como coincidir en la playa con King África.

A pesar de las explicaciones, yo me quedé con dudas. Por ejemplo, en las casas que funcionan con placas de energía solar… si te pilla el eclipse duchándote, ¿te congelas? O los relojes de sol, ¿atrasan? Y lo peor de todo, Ernesto de Hannover, ¿empezó el día con whisky o con vermut?

Cuando por fin llegó el momento, España se paralizó. Salías a la calle y todos allí, mirando hacia la luz, como la niña de Poltergeist. Y provistos con todo tipo de inventos caseros para ver el eclipse: radiografías («Yo he cogido la de mi sobrino, que se tragó un euro»), gafas de soldador… ¿Quién no tiene unas gafas de soldador en la mesilla de noche? Rocío Jurado se puso las que lleva siempre. Otros utilizaron negativos de fotos… Que los más pesados los aprovechaban para contarte las vacaciones: «Aquí estoy yo en Punta Cana, y el que se ve blanco es un mulato que conocí…».

En todas partes se agotaron las gafas especiales. Qué vista para los negocios. Había gente en Madrid que vendía cristales ahumados: «Mira, lo he cogido de la ventana del Windsor». Y Matías Prats por allí: «¿Tienes ya tus gafas naranjas?». Yo, en seguida, fui a comprarme unas gafas especiales. Así, ya me sirven para el próximo eclipse, que será en el 2026. Voy a ponérmelas dos veces en veintiún años. Qué bien amortizadas, ¿eh?

En fin, con el eclipse se hizo un momento de noche, lo suficiente para que otros doscientos inmigrantes saltaran la valla de Melilla. Los tíos decían: «Vaya chollo, dos noches en un día». Claro, la gente aprovecha este despiste colectivo para muchas cosas… Otros, en cambio, se alegraron un montón al ver a tanta gente cara al sol. Todo depende de cómo seas.