Correos

Emitido el 21 Junio de 2005

Las elecciones gallegas parecen una partida de mus: todos pendientes de las cartas de otros. Hasta el próximo lunes no se hará el recuento de los votos por correo. Y ¿quién trae el correo? ¿El cartero de «Hay una carta para ti», con la bicicleta? Además, si todos los votos han llegado al mismo buzón, debe de estar reventao. De hecho, algunos carteros son especialistas en meter cosas imposibles en el buzón. Yo diría que incluso las untan con vaselina. Luego, abres la puertecilla y la onda expansiva te saca del portal. Para evitar dudas, durante el recuento, habrá veinticinco testigos que certifiquen la validez de los votos. Esto es España, amigos: veinticuatro tíos mirando y uno apuntando. Eso sí, para agilizar el proceso han adquirido un abrecartas automático capaz de abrir trescientos sobres por minuto. No es broma. Lo ha inventado Freddy Kruger. Debe de ser una navaja multiusos del copón. Te pilla un abrecartas de éstos un latín king y te acojona todas las Ramblas de Barcelona en cinco minutos…

A mí, de pequeño, me encantaba recibir cartas. Una vez recibí una. Era de mi tía Juana. Decía: «Tu tía que te quiere. Posdata: te iba a mandar cien pesetas, pero ya he cerrado el sobre». Era un poco tacaña la mujer.

La verdad es que Correos se ha quedado obsoleto. El mismo nombre ya es feísimo… e incoherente. ¿Dónde está el placer en que una carta viaje de Jaén a Logroño? Y luego todavía se utilizan términos como «franquear», que suena muy antiguo. Yo entiendo que, antes, los sellos se «franquearan», ¿pero ahora? Ahora, los sellos se «juancarlean», digo yo.

Incluso a los funcionarios de Correos se les tiene muy descuidados. Tú ves a un empleado de la Renfe y va impecable. Con su traje azul marino, su camisa de raya fina, su corbata… En cambio, tú ves a un cartero y ¿cómo va a trabajar? Con un polo amarillo, una gorra amarilla y un carro de la compra amarillo con catorce mil gomas de pollo enrolladas. ¿Para qué querrán tantas gomas? ¿Por si se cae el carro que rebote? Total, que al final ya no sabes si estás viendo a un cartero o a Piolín saliendo del Carrefour: «¿Alguien ha visto un lindo buzoncito?».

Algo que también me sorprende que aún sobreviva de Correos son los telegramas. Escribir un telegrama es como escuchar a tu pareja planeando el fin de semana. Después de cada frase tienes que decir Stop. Para ir asimilando… Oye, ¿y qué pasa si mandas un telegrama saltándote los Stops? ¿Te retiran el carné? A lo mejor, la carta derrapa y acaba dando tres giros postales.

Otro problema de Correos son los buzones. ¿No dirían que cada vez hay menos? Seguro que los han ido pintando de azul para convertirlos en casetas de la ONCE o en pisos de protección oficial. Ahora, sales de tu casa con una carta en la mano destino París, empiezas a andar buscando un buzón y acabas entregándola en mano. Los de Seur empezaron así.

En definitiva, como les decía, en Galicia habrá que esperar al voto por correo. Lo curioso de esta situación es que, por primera vez, para algunos políticos, los inmigrantes han dejado de ser un problema para convertirse en la solución.