Los extraterrestres
Emitido el 29 de junio de 2005
Estos días, Tom Cruise no para de ser noticia. Hoy se ha sabido que tiene la intención de invitar a Nicole Kidman a su boda. Hay que tenerlo muy claro para invitar a tu «ex» a tu boda, eh. El cura: «¿Hay alguien que conozca algún motivo por el cual no se debería celebrar esta boda?». Y la «ex»: «Pfff, ¿sólo uno?».
Yo creo que Tom, con La guerra de los mundos, se ha vuelto loco. Porque luchar contra los marcianos, con la mala leche que tienen, no debe de ser bueno. Que yo no sé por qué tienen la manía de llegar y destrozarlo todo. Nosotros, cuando fuimos a la Luna, no destrozamos nada. No llegó el Armstrong ese en plan: «Sí, sí… Éste es un gran paso para la humanidad, pero pásame el lanzallamas que me cargo el Mar de la Tranquilidad». Y hala, venga… A destrozar cosas. Vale que en la Luna no hay nada, pero el tío se limitó a andar como un gilipollas y a decirle al otro: «Bájate, que esto es muy guapo. Y bájate también la bandera de cartón». Luego estaba el tercero, que nunca bajó. Ése es el gran puteao de la Historia. «Tú te tienes que quedar por si la nave se va». Qué faena… ir a la Luna y no tocarla, ¿no? Yo mando a la mierda la nave, pero vamos si bajo. En cualquier caso, a la Luna se la respetó «porque es planeta, neng».
Y el lunes, en «El Peliculón»: Independence Day, ésa de una nave gordísima que llega a Washington y en un pispas se carga todo Washington. Que ésa es otra: ¿por qué siempre aterrizan en Washington? ¿Por qué no aterrizan nunca en Barbate? Igual no lo sabemos, pero hay un puente aéreo Washington-Raticulín: «Din-don-din. Último aviso para los extraterrestres que vuelen a Washington. Shiu-shiu».
Lo más curioso de los marcianos es que nunca llevan ropa. ¿No se han fijado? Será que en sus planetas hace mucho calor, o que tienen naves sin aire acondicionado. «Es que viajamos a tres mil veces la velocidad de la luz y con el aire enchufado chupa mucho». Éste es otro gran misterio. Quizá vayan con traje y corbata por su planeta y dentro de la nave se despelotan. O a lo mejor es que la ropa es igual en todos los planetas, y a ver quién le pone unos guantes a ET.
ET es precisamente el extraterrestre más bueno que he conocido… Para los más jóvenes, no confundir ET con OT. ET era un ser de otro planeta, muy sensible, y del que algunos humanos querían aprovecharse… Vamos, como Bustamante. Y qué bueno era ET… Nunca le hizo daño a nadie. Y con su dedito mágico salvó al niño, a una planta… Eso no era un extraterrestre, era una carmelita descalza. Tener un ET en casa sería un chollo. «ET, que me duele la cabeza». Dedito y curado. «ET, que se me mueren las plantas». Dedito y curadas. «ET, que he tenido un gatillazo». Dedito y salvado.
En cambio, para mí, el extraterrestre con más mala leche que existe es Alien. Ése sí que es malo. No me lo quiero imaginar con dolor de muelas. De entrada, si las bocas de los monstruos ya dan miedo, él tiene dos: una más pequeñita dentro de la otra. Vamos, que le das un plato combinado y se come la ensalada con una y las croquetas con la otra. Sin mezclar. Incluso muriéndose, Alien es un mamonazo. Si le disparas, la sangre te salpica y, al ser ácido, te mueres tú. Yo, una vez, soñé que pasaba eso con mi suegra. Un día se cortó pelando patatas y salí corriendo de casa. Todavía no me habla.
Y ¿por qué son redondos los ovnis? Que los niños extraterrestres deben de volverse locos para hacer un avión de papel redondo: «Échale aliento, que vuela mejor». «Sí, ¿pero dónde?». Coño, si las naves redondas vuelan tanto y tan bien, hagamos nosotros los aviones redondos, hombre. ¿Lo hemos probado, acaso? Si no queremos ir a otros planetas, digámoslo y ya está. Tanta carrera espacial y tanta tontería…
A pesar de todo, a mí, los extraterrestres me dan buen rollo. Me han enseñado muchas cosas. Por ejemplo, con ET aprendí cómo entrarle a una chica. Siempre les digo: «Teléfono o a mi casa…».