La educación

Emitido el 15 Septiembre 2005

Según un estudio, el 60% de los españoles justifica las bofetadas a los niños siempre y cuando sean para educarles. El otro 40% no las justifica: les pegan y a callar. Luego, el niño: «Papá, ¿por qué me pegas si no he hecho nada?». «Yo qué sé. Ya te lo dirá el psicólogo cuando seas mayor». Pim, pam…

La verdad es que es un tema muy serio y demasiado habitual, a juzgar por los datos. Pero bueno, ¿qué quieren? Si nada más nacer ya nos coge el médico y, ¡pías, pías!, dos cachetes. Y el doctor: «No, esto es para que llore y así empiece a respirar». Pues si quiere que llore, no le pegue, hombre… ¡Póngale un partido de la Selección Española!

Lo que pone de manifiesto el informe es que en la pedagogía actual existen dos vertientes muy claras: están los galletistas (que sueltan galletas) y los que lo hablan todo. Que no sé qué es peor. A veces, hay padres tan pesaos que los hijos prefieren la violencia. Imagínate que te toca ser hijo de Sánchez Dragó: «¡¡Por Dios, cállate y pégame ya, papá. Acabemos de una vez!!».

Yo estoy en contra de pegar a nadie. A los guionistas, ni los toco. Tengo gente que se encarga de eso. Porque la educación es muy importante, influye en el desarrollo de la persona. Que los niños también son personas, neng. Por ejemplo, sabemos que Nacho Vidal, de pequeño, se iba muchas noches caliente a la cama. O que Victoria Beckham se cambió de padres varias veces porque le pegaban con zapatillas de esparto: «Jo, papis. Pegarme con Adidas, ¿no?».

Afortunadamente, la educación evoluciona con los tiempos. Antes, los padres te educaban con la técnica del disco de vinilo rayado. Con doce años, tú llegabas tarde a casa, te abría la puerta tu madre con cara de suegra y te decía: «¡Anda-pasa, anda-pasa, anda-pasa…!». Ahora, las madres son más bien tipo CD enganchao: «¡Anda, pasa, quetequetequetequete…!».

Lo que no cambia nunca son las inspecciones: «A ver, tírame el aliento». Y tú: «No quiero». «¡Tírame el alientooooo…!». Y tú en seguida buscas mentalmente una reserva de oxígeno sin nicotina y la sueltas. Peto no, la nicotina se mete por todas partes. «Enséñame el calcetín». «No llevo». «¡¡Enséñame el calcetín…!!». Qué humillante, pero tú al final se lo enseñas. Y claro, ese paquete ahí escondido… se nota. «¿Eso qué es?». Y tú dices: «Un grano». «¡Anda, pasa, quetequetequetequete…!». E inmediatamente piensas: «Como me pille las revistas…».

Lo cierto es que la educación de los niños cada vez comienza antes. Algunos, hasta le ponen música clásica al feto. El hijo de unos amigos nació llorando la novena de Beethoven: «¡Búa, búa, búa, buaaaaa…!». Resultado: que los niños son cada vez más listos. Ahora le dices a tu hijo: «Hijo, ha llegado el momento de que hablemos de sexo». Y el niño: «Vale, ¿qué quieres saber?».

De todas formas, creo que soy el menos indicado para hablar de educación porque todavía no me he reproducido. No sé por qué me atasco siempre en el principio del proceso. Pero cuando lo haga, no pienso pegar a mi hijo. Llego a casa a las dos de la madrugada y tampoco le voy a despertar para eso, ¿no?