Las excepciones

Claro que siempre existen excepciones. Al parecer los bancos de Italia y Francia no están elaborando planes de contingencia por la sencilla razón, dicen los banqueros, de que concluyeron que la ruptura de la Eurozona es imposible. El principal daño de una ruptura del euro, dijo Stephen Jen, director de SLJ Macro Partners, de Londres, sería «el riesgo de la redenominación» —el efecto impredecible que tendría en los activos financieros—, ya que las nuevas monedas buscarían posicionarse en el mercado y el valor de los contratos establecidos en euros sería cuestionado. Seguir pagando préstamos en euros, cuando los ingresos se obtienen en pesetas muy devaluadas, sería catastrófico para la gran mayoría de las economías domésticas y gran parte de las empresas. Los banqueros italianos y franceses afirman que la ruptura del euro es imposible, no porque no pueda suceder, sino porque sus consecuencias serían tan devastadoras en el ámbito económico como una guerra nuclear.

¿Exagerado? Ni mucho menos. Las consecuencias que el colapso de la Eurozona podría traer, no solo para la Unión Europea, sino para el resto de la economía mundial, son inimaginables. La economía se sumiría en una recesión global que duraría al menos diez años. Las grandes potencias, como Estados Unidos y China, sufrirían un enorme castigo. Es más que probable que hubiera una oleada de quiebras bancarias al máximo nivel y que los bancos se vieran obligados a descontar gran parte de la deuda que tienen en Italia, Irlanda y otros países muy endeudados. Los bancos dejarían de prestarse unos a otros, tanto por miedo como por falta material de liquidez, e incluso las empresas sanas tendrán dificultades para obtener crédito.

La Unión Europea, que asombró al mundo y fue promocionada como un «experimento nuevo y audaz» y «la mayor esperanza en una época incierta», habría desembocado en una pesadilla. Este es el miedo que corre por los pasillos de Bruselas. Y es un temor justificado. Las naciones de Europa están luchando con problemas fiscales que desafían la integridad del conjunto de la Unión Europea. Grecia al borde del fallo de su deuda, la Unión dividida en disputas acerca de cómo las naciones deben hacer frente a la crisis, los niveles de deuda cercanos al cien por cien del PIB, incluso en los países más fuertes como Alemania y Francia, y los bancos europeos expuestos a la depreciación de los bonos del gobierno son algunas de las señales del apocalipsis de la moneda única. Los analistas del grupo financiero francés AXA ven un serio riesgo de que la Eurozona se rompa o se desintegre.

Teodora Zemek, jefa de renta fija global de AXA Investment Managers, declaró que el rescate a Grecia había comprado un «máximo» de dieciocho meses de respiro antes de que los daños estructurales más profundos emerjan, con un «probable» incumplimiento por parte de Grecia que desencadenaría una reacción en cadena de todo el sur de Europa. «Sería el fin del euro como lo conocemos. Las implicaciones a largo plazo son, en el mejor de los pronósticos, la división de la zona euro; en el peor, la destrucción del euro. Se mire como se mire, no va a terminar felizmente». Añadió que la Unión Fiscal «es una condición previa para que el sistema funcione, pero no existe en Europa y los mercados de bonos están empezando a entender esto. Estamos viendo un noble experimento que se encuentra al borde de la quiebra».

Ansgar Belke, del prestigioso instituto alemán DIW, es rotundo: «Los costes del peor de los escenarios (una ruptura de la zona euro, que sería una especie de día del juicio final) son demasiado grandes para ser cuantificados». Ahora solo queda saber en qué medida se tienen que poner mal las cosas para que los políticos comunitarios se decidan a dar los pasos necesarios para salvar el proyecto. Europa suele avanzar a sacudidas. La presente situación de inacción revela que debería suceder algo lo suficientemente rotundo como para que la Eurozona se mueva en la dirección adecuada, pero no tan catastrófico como para que ningún país cruce la línea de no retorno, llevándose consigo a nadie sabe cuántas víctimas colaterales.

La troika y los 40 ladrones
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