El timo de la competitividad
Se parte de la base de que existe una relación directa y clara entre salarios y competitividad, como si un cambio unitario en los costos salariales equivaliese a un cambio unitario en la competitividad o incluso en el empleo. Un análisis reciente de la Comisión Europea (2010) concluyó que el dinamismo de la exportación alemana explica la práctica totalidad del 7,3 por ciento de aumento anual medio de su volumen de exportación entre 1999 y 2008, mientras que la fijación de precios competitivos apenas ha incidido (0,3 por ciento). Es decir, que una disminución de los precios no habría supuesto una gran diferencia en la demanda de productos a la exportación ni en el total de la producción, no habría supuesto más que un aumento limitado del total de los beneficios. En otras palabras, las empresas se han servido del sacrificio impuesto a los trabajadores alemanes durante todo un decenio para márgenes comerciales y dividendos, en lugar de crear más empleo siendo más competitivas.
Si se recortan los salarios, los países de Europa Meridional competirán por demanda de productos a la exportación con economías como Francia y los países de Europa Central y Oriental, o entre ellos mismos. Sin embargo, la economía francesa, con su elevado desempleo, no se encuentra precisamente demasiado bien situada para asumir el impacto que una ola de deflación salarial en los países del sur tendría para sus exportaciones. La competencia con Europa Central y Oriental basada en los salarios también es una causa perdida: los salarios en estos países siguen siendo mucho más bajos, la mayoría no pertenecen a la zona euro y pueden responder o responderán a una deflación de salarios competitiva con una devaluación competitiva de la moneda. Como el peso económico de la Europa Meridional en la zona euro se limita al 15 por ciento, mientras que el de Alemania es ni más ni menos que del 25 por ciento, la respuesta en materia de política monetaria será la que más convenga a los países del norte en general y a Alemania en particular. El tiempo demostrará que se está incurriendo en un grave error: la extrema flexibilidad salarial, aunque se presente como un tipo de «planificación central de los salarios» gestionada conjuntamente con los sindicatos, acabará resultando un recorte atroz en los recursos de la mayoría para beneficiar a una muy escueta minoría.
Por tanto, después de doscientos años de vigencia de un modelo político mundial basado en los estados-nación, nos encontramos por primera vez ante la aparición de un nuevo modelo que amenaza a la humanidad con desmantelar el Estado del Bienestar (consolidado a través de un siglo de luchas y conquistas sociales) y con la instauración de un gobierno mundial privado de corte plutocrático.
En Portugal la «troika» ya propuso que los salarios en el sector privado experimentasen los mismos recortes que ya se habían hecho efectivos en el sector público, con la eliminación «temporal» de las pagas extra de Navidad y verano, que también afectan a los pensionistas. Jürgen Krügger, jefe de la misión en Bruselas, insistió en que «la reducción en el sector público tendrá un impacto significativo en el sector privado», pero no lo considera algo negativo, sino más bien al contrario: «Contribuye a una mayor competitividad».
En cualquier caso, la troika del Fondo Monetario Internacional, la UE y el Banco Central Europeo impuso como condición para el acuerdo de tres años que estipula un préstamo por 110.000 millones de dólares de rescate financiero a Portugal una serie de recetas y condiciones cuya eficacia es bastante cuestionable, al menos desde el punto de vista de la economía real, la de los ciudadanos de a pie.
La salud de las finanzas públicas lusas ha comenzado a mejorar, eso está fuera de toda duda, pero la economía ya da muestras de una preocupante sangría, con una población sujeta a condiciones espartanas, cuya clase media se estima que perderá el 20 por ciento de su poder adquisitivo en 2012. La evolución económica en términos de PIB tampoco es mucho más esperanzadora. Un documento distribuido por la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, indica que Portugal, con un retroceso económico del 1,9 por ciento del PIB este año, tiene prevista una caída aún mayor para 2012, concretamente del 3 por ciento, la más fuerte del bloque de los países rescatados o en riesgo de rescate, superando incluso a Grecia, cuyo producto descenderá un 2,8 por ciento respecto al año anterior.
Del sector financiero, en cambio, salen buenas noticias para el FMI, la UE y los mercados internacionales, pero no para la población portuguesa, que solo podrá mejorar su deteriorado nivel de vida con inversiones estructurales, según la crítica generalizada de la oposición de izquierda. Mientras el modelo impuesto por el FMI y la UE coloca a Portugal en el último lugar de Europa en todos los indicadores de crecimiento, Irlanda, que no aceptó esa vía, registrará en 2012 un aumento de su PIB del 1,6 por ciento. El profesor de economía Mario Gómez Olivares, de la Universidad Técnica de Lisboa, indicó que «la situación del país se agrava porque las autoridades están experimentando medidas estructurales como bajar la parte del PIB del Estado del actual 48 por ciento a un 40 o 42 por ciento». Asimismo, Pedro Passos Coelho decidió «bajar los salarios para recuperar competitividad en torno al 30 por ciento, mejorar los déficits de las balanzas comerciales y servicios a niveles controlables, al 6 o 7 por ciento, la mitad de los actuales, lo cual no es el caso de Irlanda, que tiene superávit comercial». En cuanto a las inversiones privadas, el pronóstico del gobierno de un 2,8 por ciento de incremento «es muy optimista y va a obligar a nuevos recortes salariales y probablemente a retirar algún subsidio», una medida ya aplicada a los funcionarios estatales.
Para añadir escarnio al oprobio, el pasado 24 de noviembre, en mitad de una huelga general que protestaba por las salvajes medidas de ajuste, la agencia de calificación crediticia Fitch rebajó en un escalón la nota de solvencia de la deuda a largo plazo de Portugal, que pasó a BB+ desde BBB-, lo que representa entrar en la categoría de bono basura. Asimismo, la agencia otorga al rating portugués una perspectiva negativa, lo que abre la puerta a más recortes de calificación a medio plazo. Fitch justificaba su decisión de recortar el rating de Portugal en los grandes desequilibrios fiscales del país, así como en el elevado endeudamiento en todos los sectores y las adversas perspectivas macroeconómicas. Fitch prevé una caída de la economía lusa del 3 por ciento en 2012 y advierte de que la recesión complicará los planes de consolidación fiscal del gobierno portugués y afectará negativamente a la calidad de los activos de la banca lusa.