¿Vuelta a la peseta?
En cualquier caso, esta travesía por el desierto no la vamos a hacer ni mucho menos solos. Bruselas (bueno, Berlín en realidad) va a estar muy atenta a todo lo que hagamos. Y hay buenas razones para ello. Aunque la supervivencia económica de cada país de la Eurozona es importante, España desempeña un papel especial por dos razones. En primer lugar, sirve como modelo para los países más débiles. Estamos en el pelotón de los torpes, en la clase de recuperación, pero al menos somos los primeros de la clase. ¿Qué ventajas tenemos frente a nuestros compañeros en este dudosamente honorable club formado por Portugal, Italia, Irlanda y Grecia? Básicamente que tenemos una economía más grande y una deuda pública menos problemática, lo que nos coloca en mejor posición que los demás. Por eso hay que mimarnos y sacarnos del hoyo como sea, ya que, en caso de insolvencia de España para pagar sus bonos, lo que llevaría inevitablemente al temido plan de rescate, condenaríamos irremisiblemente al resto de nuestros compañeros de viaje. Los inversores perderían, con toda la razón del mundo, la fe en las economías en crisis y el resto de los países, que ya lo tienen bastante mal, se las verían y se las desearían para colocar sus respectivas deudas soberanas. Una catástrofe. Aquellos que aún no han solicitado un rescate no tendrían más remedio que pedirlo y los que ya han recibido rescates entrarían en colapso.
Por si esto fuera poco, España es miembro fundador de la Eurozona y se la asocia a menudo con sus vecinos más poderosos Francia y Alemania. Si España fuera incapaz de pagar sus bonos soberanos, toda la zona euro estaría en peligro. La futura situación financiera de España no está ni mucho menos clara. Nadie habla de ello ni se quiere contemplar la posibilidad, pero España podría salir de la zona del euro y volver a su propia moneda, la peseta. Sin embargo, en el preciso instante en el que siquiera se llegara a sugerir la salida de la zona euro, muchos depositantes se apresurarían a mover sus fondos a lugares más seguros, causando enormes daños en los bancos del país. Para evitar esto lo más probable es que se pusieran en práctica medidas de control de capital y límites a los retiros bancarios (lo que se conoce como «corralito») para frenar la sangría de los bancos, pero estas medidas restringen el comercio y empañan la imagen exterior. El siguiente paso lógico sería devaluar la peseta para promover las exportaciones y bajar considerablemente las importaciones.
Si a alguno le atrae esta perspectiva, puede ir congelando su entusiasmo. Este plan es poco probable debido a que la integración en la zona euro es total y España probablemente no se arriesgará a perder más fondos de sus bancos. La dificultad técnica que entraña este plan es, en sí, sumamente desalentadora: la reintroducción de una moneda nacional, la reprogramación del sistema monetario, la impresión de dinero y la acuñación de monedas… Por hablar solo de las cosas más sencillas porque, además, alguien tendría que ir a contárselo a Angela Merkel. Los riesgos de retirarse de la zona euro son demasiado grandes y España es poco probable que vaya a tomar una medida tan drástica a no ser que se trate del último recurso.