Mercenarios

Las fuerzas militares privadas (mercenarios, para hablar claro) o paramilitares son a menudo útiles. Un buen ejemplo es el caso del petróleo de Nigeria, sobre el que tanto China como el mundo occidental han posado sus codiciosos ojos. En 1995 el poeta y líder del movimiento pacífico ogoni, Ken Saro-Wiwa, que llevaba más de cinco años manifestándose contra los abusos de Shell en el país —con la complicidad del gobierno—, fue ahorcado junto a otros ocho activistas a resultas de un juicio que ha sido calificado como una farsa por organizaciones de derechos humanos de todo el mundo.

En el sistema judicial norteamericano existen leyes que permiten perseguir y juzgar crímenes ocurridos fuera del territorio de los Estados Unidos y que habilitan a las víctimas de tortura y asesinatos extrajudiciales en el extranjero para llevar a juicio a sus presuntos verdugos. Las pruebas contra Shell, reunidas por familiares de las víctimas y ONG, resultaron tan contundentes que el tribunal norteamericano a cargo del caso las admitió a trámite sin ningún tipo de discusión.

Shell, la segunda compañía petrolera del mundo, lleva tiempo teniendo más peso en el país que el propio gobierno de Nigeria, tanto en tiempos de democracia como durante la dictadura. La empresa opera en el país desde 1958, cuando se descubrió que Nigeria, que aún era colonia británica, albergaba las mayores reservas de crudo del continente africano. El Movimiento Ogoni fue creado en 1990 por Saro-Wiwa para impedir que continuaran las actividades petroleras que ocasionaban graves perjuicios medioambientales, como contaminación de ríos por vertidos de residuos, muerte de peces, privación del acceso al agua potable a la población local y una lluvia tóxica que arruina las cosechas. Según un informe de la organización Human Rights Watch, entre 1976 y 1996 se han producido 4.835 vertidos de petróleo en la región del delta del caudaloso río Níger, vertidos equivalentes a 12 toneladas diarias de metano altamente contaminante.

Los activistas ogoni fueron apresados y condenados a muerte durante la dictadura de Sani Abacha, periodo político que se vio interrumpido abruptamente cuando un paro cardíaco, causado por ingerir altas dosis de Viagra, se llevó por delante la vida del rijoso dictador. Cuando se conoció en occidente la noticia de la muerte del líder ogoni, la imagen de Shell sufrió un varapalo importante ante la opinión pública mundial, aunque los directivos afirman no solo que ellos no tuvieron nada que ver con el asunto, sino que intercedieron ante el gobierno de Abacha para que tuviera clemencia. Esto es discutible, o al menos poco probable, ya que es sabido que los sucesivos gobiernos nigerianos respetan muy mucho las opiniones de Shell y protegen las instalaciones de la compañía para evitar sabotajes por parte de los ambientalistas y los robos de los vendedores de petróleo que operan en el mercado negro. Para ello Shell suele correr con los gastos de equipamiento de buena parte del ejército nigeriano.

Tras la ejecución de Saro-Wiwa otras comunidades crearon sus propias guerrillas para combatir al ejército y a Shell. La más importante fue el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger, formado por miembros de la etnia ijaw. Si bien es cierto que hubo varios atentados contra las instalaciones de Shell, hay que diferenciar estos sabotajes de los robos de petróleo con fines comerciales, algo de lo que también se ha acusado a los guerrilleros. Diversos analistas señalan como culpables de estos hechos a mercenarios financiados por la empresa petrolera francesa ELF, que quedó excluida de las concesiones petrolíferas del país al morir el dictador Abacha.

Además no deja de ser extraño que tras la llegada de empresas petroleras chinas a Nigeria en 2006 los ataques de los ijaw descendieran considerablemente, lo que ha servido para levantar la sospecha de que Pekín también podría haber financiado a esta guerrilla para debilitar la posición de Shell en la región y consumar la entrada del capital chino en el octavo país exportador de petróleo del mundo.

Si el juicio contra Shell prospera, podrían abrirse otros casos contra las empresas petroleras. Chevron podría verse obligada a pagar 27.000 millones de dólares por contaminar la selva ecuatoriana. Exxon Mobil ha sido acusada por nativos de Indonesia que sufrieron graves abusos por parte de los militares que protegen una planta de gas de la compañía en ese país.

La troika y los 40 ladrones
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