Los PIGS

Durante esas negociaciones comenzaron a surgir toda una serie de disensos en el seno de la Unión, en especial entre Alemania y el resto de los países y, ante la incapacidad de llegar a un acuerdo, la desconfianza aumentó en los mercados financieros mientras el euro comenzaba a desplomarse. La dificultad de llegar a un acuerdo se debía principalmente a una discrepancia entre Alemania, que se negaba a ayudar colectivamente a Grecia e incluso propuso excluir de la Eurozona a los países que no respetaran las reglas, y otros países de la Eurozona como Francia, que estaban a favor de una ayuda a Grecia y descartaban una exclusión. Finalmente, el 25 de marzo Francia y Alemania acordaron un plan de último recurso para rescatar a Grecia si llegaba a encontrarse en situación de suspensión de pagos. Sin embargo, en los días siguientes continuaron las dudas sobre el rescate. El 11 de abril los líderes del Eurogrupo anunciaron que los fondos estarían a disposición del país solo en caso de que pidiera asistencia, con tasas de interés del 5 por ciento (más baja que el 7 por ciento en los mercados). El dinero lo pondrían los países de la Eurozona y el FMI.

El 22 de abril cayó un nuevo jarro de agua fría cuando se cifró el déficit griego en el 13,6 por ciento del PIB, un monto muy superior al 12,9 por ciento calculado por las estimaciones previas. El día 23 el primer ministro griego le tomó la palabra al Eurogrupo y solicitó el rescate para antes del 19 de mayo. El plan no fue lanzado inmediatamente debido a las dudas de Alemania.

Así nacieron los PIGS (literalmente «cerdos» en inglés), un acrónimo peyorativo con el que los medios financieros anglosajones se refieren al grupo de países del sur de la Unión Europea, Portugal, Italia, Grecia y España (Spain en inglés), para incidir en los problemas de déficit y balanza de pagos de dichos países. Tras la crisis de 2008 a veces se reemplaza a Italia por Irlanda o simplemente se añade Irlanda (con el acrónimo PIIGS) para referirse a los países, algunos anteriormente puestos como ejemplo, que sufrieron una crisis aumentada en comparación al resto de Europa. El término se usa desde hace tiempo para señalar la fragilidad del crecimiento de ciertas economías de países históricamente pobres de Europa, protagonistas de un nuevo crecimiento en la década de 1990 usado por analistas académicos y comentaristas como una forma concisa de referirse a economías con problemas similares. Estos Estados tienen también en común ser países de la periferia europea, lo que facilita los prejuicios históricos en relación a los países mediterráneos o los prejuicios británicos sobre los irlandeses. El acrónimo tiene cierto paralelismo con el BRIC (Brasil, Rusia, India y China, economías emergentes), pero con intención opuesta, ya que brick significa «ladrillo».

En septiembre de 2008 el uso de este acrónimo por el periódico The Financial Times provocó las protestas de empresarios españoles y del ministro portugués de Economía. Ya había sido usado antes por publicaciones como Newsweek, The Economist o el diario The Times.23

Por otra parte, las cifras que muestran estos PIGS en contracción económica, desempleo, endeudamiento interno y externo, déficit público o burbuja inmobiliaria no son demasiado diferentes de las del Reino Unido o Estados Unidos en 2009, países de donde provienen las principales críticas. En este sentido se ha especulado sobre la idea de que la construcción mediática del concepto puede, en realidad, haber respondido a un deseo de los grandes centros de negocios anglosajones de desviar la atención sobre su propia situación financiera y fiscal. En cualquier caso el término fue un éxito a nivel de marketing y los recelos se reforzaron en particular para España, donde el desempleo había subido a un 20 por ciento, y Portugal, que tuvo un déficit elevado (9,3 por ciento del PIB en 2009).24

El 2 de mayo se acordó un plan de rescate de 750.000 millones de euros para tratar de evitar que la crisis alcanzara un punto de no retorno. Al mismo tiempo, todos los grandes países de la UE tuvieron que adoptar sus propios planes de austeridad.

La rentabilidad exigida por la deuda de numerosos países de la zona euro aumenta con cada nuevo indicio de que la recuperación caerá en el estancamiento —o la recesión— en 2012, y los países con más problemas para controlar su déficit, como España o Italia, sufren cada vez más dificultades para lograr financiación. Además, aunque Francia y Alemania cumplieron sus estimaciones de crecimiento del tercer trimestre, el temor es la previsible entrada en recesión técnica en países como España o Italia. Parece que a los mercados no les basta con los cambios de gobierno en los países críticos y siguen sin confiar en la capacidad de los líderes europeos de salir con éxito de la crisis de deuda soberana.

La troika y los 40 ladrones
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