Capítulo 9
PARAÍSOS FISCALES
Desde la Revolución Francesa los ricos han transferido sus bienes al exterior para proteger su patrimonio y eludir el pago de los impuestos sobre sus ganancias. Hay decenas de paraísos fiscales en el mundo y están bajo el amparo de las viejas potencias coloniales. Son países exentos de impuestos, el sitio preferido por aquellos que poseen dinero negro en grandes cantidades: constructores sin escrúpulos, políticos corruptos, dictadores bananeros, terroristas, narcotraficantes… Pero también artistas idolatrados o deportistas de élite son algunos de sus clientes, gente que o tiene mucho dinero para ocultar o quiere vivir en su propio país sin pagar un euro al Estado. Los paraísos fiscales son el escondrijo de una cuarta parte de la riqueza privada mundial, según datos del Fondo Monetario Internacional, que afirma que, de pagar impuestos, el dinero situado en ellos cubriría de sobra los Objetivos del Milenio.
Aprobados hace ya más de una década por ciento cuarenta y siete jefes de Estado y de Gobierno, los Objetivos de Desarrollo del Milenio distan mucho de haber llegado a un nivel mínimo aceptable de cumplimiento. La ONG Setem publicó recientemente un informe en el que explica cómo las entidades bancarias que contribuyen a la evasión de impuestos en paraísos fiscales están colaborando en el incumplimiento de los Objetivos del Milenio. El documento «Close to the Gap», llevado a cabo junto a la red internacional BankTrack, llama la atención respecto a las políticas de inversión, transparencia y rendición de cuentas de cuarenta y nueve grandes bancos europeos cuyos datos demuestran que los países emergentes pierden cada año 160.000 millones de dólares por la evasión fiscal. Para Setem, partiendo de las grandes cantidades de dinero destinadas a la concesión de préstamos y servicios de la banca de inversión, los bancos tendrían la capacidad de recaudar dinero y destinarlo a servicios públicos tales como seguridad social, sanidad e infraestructura. Sin embargo, continúan elaborando estrategias complejas con el fin de reducir e incluso evitar el pago de impuestos por parte de sus clientes a través de paraísos fiscales.
En nuestra imaginación colectiva tenemos la cueva de Alí Baba o los islotes solitarios en los que los piratas escondían sus tesoros previa elaboración de un mapa misterioso. Los más aficionados al género de espías es posible que piensen en las discretas bóvedas acorazadas de un banco suizo donde se guardan bonos y lingotes de oro. Todo es muy romántico, desde luego, pero los tesoros ahora son maletines rebosantes de divisas convertibles o, a veces, simples apuntes en un ordenador. Todo el dinero negro del planeta, procedente de todas las actividades ilegales y corruptas que imaginarse pueda, fluye como un río inacabable hacia esos lugares. Sin embargo, no todo es ilegal, usted también puede guardar allí sus ahorros sin cometer ningún delito.
La gran mayoría de las empresas que cotizan en el Ibex 35 tiene presencia directa o filiales en los paraísos fiscales: Repsol YPF, Grupo Santander, BBVA, Ferrovial, Gas Natural, ACS, Abengoa, Abertis, Inditex, Banco Sabadell, Telefónica, Grifols, Banco Popular, Endesa, Acerinox, Iberdrola, Arcelor Mittal, Mapfre, Acciona, Banesto, OHL, Sacyr, Criteria, FCC, Gamesa, Red Eléctrica Corporación, Técnicas Reunidas… Entre todas ellas cuentan con doscientas setenta y dos filiales con actividades no operativas en veintisiete países ocultos a Hacienda. Cada vez son más, según el informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, dado que en 2007 la presencia en los paraísos fiscales representaba el 69 por ciento del Ibex 35. En el trienio de la crisis económica, precisamente, han aumentado en casi un 19 por ciento las empresas que han decidido instalarse en zonas opacas a Hacienda.27
Los paraísos fiscales son conocidos en inglés como «offshore» o extraterritoriales porque sus servicios financieros están diseñados para empresas o particulares no residentes. Principalmente los paraísos fiscales son utilizados por personas físicas que poseen un gran capital y no desean pagar impuestos sobre la renta de este, y también personas jurídicas que a través de compañías anónimas offshore desean hacer negocios y disminuir o eliminar la carga fiscal. No estamos hablando de nada ilegal necesariamente, aunque actúen en el filo de la legislación internacional. A pesar de la falta de transparencia, operar con estos territorios es legal siempre que lo conozca el fisco del país cuya fiscalidad se está eludiendo. La elusión fiscal consiste en evitar o retrasar el pago de determinados impuestos, utilizando para ello mecanismos y estrategias legales. Cuando los legisladores redactan una ley, tratan de hacerlo con la máxima precisión posible. A pesar de eso, no es infrecuente que se produzcan ambigüedades en los textos legales que dan lugar a diferentes interpretaciones. La ley puede entrar en conflicto con otras normas ya existentes o pueden surgir situaciones nuevas que no estaban previstas ni reguladas. 28
Pero estos son unos paraísos muy particulares, y muy diferentes de aquel en el que es más difícil que entre un rico a que pase un camello por el ojo de una aguja. Más bien al contrario, lo difícil es que los pobres accedan a los paraísos fiscales. Como en tantas otras ocasiones, la clave del negocio es la exclusividad. No se trata de que no quieran el dinero de las clases más humildes (el dinero es dinero y la ganancia da igual de dónde venga), sino de que si los paraísos fiscales beneficiasen a todo el mundo, nadie pagaría impuestos, lo que sería desastroso para las naciones y generaría medidas que terminarían con el chollo. Por eso en los laberintos financieros de los offshore solo hay grandes patrimonios. La política de estos países beneficia solo a los ricos, pero ahuyenta a las pequeñas empresas y no favorece la entrada de inmigrantes, lo que explica por qué sus poblaciones suelen ser pequeñas a pesar de acumular tanta riqueza. Y es que resulta que buena parte de su censo de fervorosos y patrióticos ciudadanos no ha puesto jamás un pie sobre su suelo. Algunas jurisdicciones offshore anuncian en Internet la venta de ciudadanía en grados diversos mediante una aportación económica al microestado, permitiendo su utilización fraudulenta por delincuentes o individuos sospechosos. Esta adquisición de ciudadanía de un país que no tenga convenio de extradición con el país de origen del comprador representa nuevos obstáculos a la investigación policial o judicial, particularmente porque la ciudadanía adquirida lleva consigo «beneficios especiales», como el cambio inmediato de identidad y la posibilidad de viajes internacionales con el nuevo pasaporte sin necesidad de visado.
Durante el año 2001 el paraíso fiscal de la isla de Granada suspendió esta venta de ciudadanía incontrolada, pero otros paraísos fiscales como Belice, Dominica y San Cristóbal y Nieves en el Caribe, así como la isla Nauru en el Pacífico, seguían vendiendo pasaportes a delincuentes financieros y a terroristas. Como dato preciso, el informe registra que en diciembre de 2001 dos individuos adquirieron esta ciudadanía en Belice por 25.000 dólares por cada pasaporte e intentaron obtener visados para Estados Unidos como ciudadanos de Belice; visados que les fueron denegados por las autoridades consulares estadounidenses en Belice debido a su pertenencia a una organización terrorista.