Europeo rico, europeo pobre

Como el dinero es muy temeroso, estaba yéndose a Alemania. La prima de riesgo —la diferencia entre lo que pagamos los no alemanes y los alemanes— es cada vez más alta, no solo porque a nosotros nos suban el tipo, sino porque a los alemanes se lo están bajando. En cuanto a por qué los mercados no esperaron a que tuvieran lugar las elecciones generales en España para rebajar la presión sobre la deuda pública española, Manso explicaba que «al próximo gobierno todavía no se le ha visto funcionar. Si Rajoy el día 21 sale y hace unas declaraciones diciendo que va a cortar hasta la luz de las farolas para ahorrar, a lo mejor el mercado se calma».

Y todo ello tres días antes de unas elecciones que estaba claro que iban a dar un vuelco con esas medidas de ajuste duro que tanto gustan a los especuladores. Sin ninguna lógica financiera, porque 500 puntos de diferencia son una exageración si comparamos el déficit fiscal de Alemania y de España.

¿Qué había sucedido? Pues que durante la mañana del martes 15 de noviembre de 2011 fondos chinos y norteamericanos vendieron deuda europea, tan solo veinticuatro horas antes de que la alemana Angela Merkel manifestara su firme apuesta por el euro. El Tesoro español se vio obligado a colocar deuda a unos tipos de interés récord y el diferencial español rebasaba, ante las miradas de estupor de muchos que veían esta situación como algo inconcebible, los 500 puntos, cota propia de un rescate financiero que, además, resulta imposible de mantener durante un plazo relativamente breve. Ante esta situación empresas estadounidenses y, sobre todo, los fondos soberanos chinos y del golfo Pérsico se frotan las manos y preparan el asalto al tejido industrial europeo, dado que las empresas del Viejo Continente están a precio de saldo. Lo que puede suceder en ese caso es algo inédito en toda la historia de la humanidad y es que Europa, el continente colonizador por excelencia, la sede de grandes imperios que han extendido sus redes por los cinco continentes, se vea colonizada por primera vez.

Tras rescates fallidos y ajustes eternos que no consiguen remontar la economía y crear empleo, en Europa cunde la idea de que la única solución a la crisis financiera consiste en las quiebras controladas, en no salvar ningún banco ni ninguna deuda soberana: sencillamente se trata de ir al concurso de acreedores, a la quita.

Parte de lo que ocurre en Europa Occidental tiene que ver con un factor que no suele aparecer en las grandes discusiones sobre economía: la demografía. Las poblaciones nativas de los países europeos continúan reduciéndose y envejeciendo en silencio, y los pueblos del Tercer Mundo vienen a llenar los espacios vacíos dejados por los europeos. Como el número de jóvenes que se incorporan a las fuerzas de trabajo europeas se reduce, mientras que el número de personas de la tercera edad crece, los fabricantes, para reducir costos, han subcontratado la producción allí donde la mano de obra es barata y abundante, los sindicatos no existen o son débiles, y las regulaciones de salud, seguridad y medio ambiente son poco estrictas.

Pero hay una pregunta fundamental a la que aún no hemos respondido. ¿Quién se beneficia de la crisis de la Eurozona? Hay tanto dinero de por medio que si alguien pierde es que alguien gana. Esta crisis de deuda beneficia a países cuyos bonos son considerados como refugio: Alemania, Suiza, Reino Unido o incluso Estados Unidos.

Gracias al desbarajuste económico imperante en el resto de la zona euro, Alemania ha podido emitir bonos a seis meses a una rentabilidad de solo el 0,08 por ciento; además, la deuda a diez años del país está en el 1,8 por ciento, cerca de sus mínimos históricos. En comparación, a principios de 2010 el gobierno federal tuvo que garantizar los bonos durante diez años a casi el 4 por ciento de interés.

Resumiendo, a Alemania le sale prácticamente gratis la financiación. Todo apunta a que el déficit presupuestario federal para 2011 se situará por debajo de los 25.000 millones de euros, en torno al 1 por ciento del PIB, frente a los cálculos que apuntaban a los 48.400 millones de euros. Además, Alemania se está beneficiando indirectamente del programa de compras del BCE, dado que su adquisición de bonos periféricos deja a los vendedores con liquidez suficiente para invertir en deuda alemana. Al igual que sucede con la ampliación del diferencial de rentabilidad entre Francia y Alemania, estos precios sugieren que los inversores están perdiendo la confianza en la unidad de Europa.

Por otro lado, el dinero prestado a griegos, irlandeses y portugueses da buenos intereses y no está afectado por el pago de la deuda soberana griega. Hasta el momento ha recibido 13.450 millones de euros, ya que Atenas paga a los alemanes puntualmente sus intereses. «En comparación internacional, Alemania tiene un alto nivel de deuda, pero también un buen desempeño económico», declaraba a la revista Stern el economista Andreas Haufler, profesor de Política Económica en la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich. En consecuencia, con el fin de obtener los bonos del gobierno alemán, los inversores están dispuestos a asumir grandes deducciones de interés en la compra. «En 2011 prevemos tener que pagar menos interés, a pesar de tener una deuda total más alta que en el último año», anunciaba exultante el portavoz de Hacienda germano.

Los bancos, en cambio, se ven perjudicados cuando sube la prima de riesgo: no pueden vender masivamente la deuda pública que tienen y esos activos pierden valor.

La troika y los 40 ladrones
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