METIS

LA APARICIÓN DE root@eruditorum.org en la celda contigua a la suya es como el último giro de la trama en un espectáculo de títeres que se ha ejecutado para su beneficio desde que su avión aterrizó en el AINA. Como en cualquier espectáculo de títeres, sabe que debe haber muchas personas ocultas allí donde no puede verlas, moviéndose furiosamente, organizándolo todo. Por lo que sabe, una parte importante del producto nacional bruto de Filipinas está dedicado a mantener esta farsa.

Hay una comida esperando en el suelo de la celda de Randy, y una rata sobre la comida. Randy normalmente reacciona muy mal al ver una rata; rompen el sistema de contención que su crianza y educación construyeron alrededor de esa parte de su mente donde habita el inconsciente colectivo, y le lanzan directamente al territorio de Hieronymus Bosch. Pero en estas circunstancias, no le importa más que ver a cualquier animal en un zoo. La rata tiene un pelaje sorprendentemente atractivo del color de un ciervo y una cola tan gruesa como un lápiz que evidentemente se ha cruzado en el camino de la mujer de algún granjero armada con un cuchillo de cocina, y que alza rígida en el aire como la antena roma de un teléfono móvil. Randy tiene hambre, pero no quiere comer nada en lo que la rata haya dejado su huella, así que se limita a observarla.

Siente su cuerpo como si hubiese dormido durante mucho tiempo. Enciende el ordenador y teclea un comando llamado «date». Las uñas de su mano izquierda tienen un aspecto curioso, como si se las hubiese golpeado. Prestando atención, ve un trébol dibujado con bolígrafo azul sobre la uña del dedo índice, un diamante en el dedo corazón, un corazón en el anular y una pica en el meñique. Enoch Root le dijo que en Pontifex, al igual que en el bridge, cada carta del mazo tiene un valor numérico: tréboles 1-13, diamantes 14-26, corazones 27-39, picas 40-52. Randy dibujó los símbolos en las uñas para no olvidarse.

En todo caso, «date» le indica que aparentemente durmió toda la tarde de ayer, la noche, y como la mitad del día de hoy. Así que la rata se está comiendo su almuerzo.

El ordenador de Randy ejecuta Finux, así que cuando arranca le ofrece una pantalla negra con enormes letras blancas que suben línea a línea, un verdadero interfaz de usuario de alrededor del año 1975. También presumiblemente lo más fácil de leer por medio de phreaking Van Eack. Randy teclea «startx» y la pantalla se pone negra durante un momento antes de cambiar a un tono especial de añil que a Randy le gusta, y aparece una ventana beige con letras negras mucho más pequeñas y claras. Así que ahora está ejecutando el sistema X Windows, o X como lo llama la gente como Randy, que ofrece toda la basura gráfica que se espera de un interfaz de usuario: menús, botones, barras de desplazamiento y demás. Como con cualquier otra cosa bajo UNIX (del que Finux es una variante), hay un millón de opciones que sólo una persona joven, obsesionada y solitaria tendría la paciencia y el tiempo de explorar. Randy ha sido esas tres cosas en momentos diversos de su vida y sabe mucho sobre esas opciones. Por ejemplo, en estos momentos el fondo de la pantalla resulta ser un añil uniforme, pero podría ser una imagen. Teóricamente, podría usar una película, por lo que las ventanas y menús flotarían encima de, digamos, Ciudadano Kane ejecutándose en un bucle interminable. De hecho, puedes coger cualquier programa y convertirlo en el fondo de la pantalla, y se ejecutará alegremente, haciendo lo que sea que hace, y ni siquiera sabría que se le usa para decorar ventanas. Eso le ha dado a Randy algunas ideas de cómo ocuparse del asunto Van Eck.

En su estado actual, este ordenador es tan vulnerable al phreaking Van Eck como lo era antes de que Randy iniciase X. Antes eran letras blancas sobre fondo negro. Ahora es negro sobre beige. Las letras son un poco más pequeñas y viven en una ventana, pero eso no presenta ninguna diferencia: la electrónica del interior sigue teniendo que realizar esas transiciones entre ceros y unos, es decir, entre alta intensidad (blanco sobre beige) y mínima (negro) al formar esos patrones de puntos sobre la pantalla.

En lo fundamental, Randy no tiene ni puñetera idea de lo que está sucediendo en su vida ahora mismo, y probablemente ha sido así desde hace mucho tiempo, incluso en la época en que pensaba que lo sabía. Pero su hipótesis de trabajo consiste en que las personas que montaron toda esta situación (candidatos principales: el Dentista y su cohorte de mafiosos Bolobolos) saben que tiene información importante en su disco duro. ¿Cómo iban a saberlo? Bien, Pontifex —el Mago, Enoch Root o como coño se llame—, cuando telefoneó a Randy al avión, sabía que Randy tenía Aretusa, así que sólo Dios sabe quién más podría saberlo. Alguien montó la falsa detención por drogas en el AINA para poder birlarle el portátil, sacar el disco duro y copiar el contenido. Luego descubrieron que todo estaba doblemente cifrado. Es decir, los mensajes interceptados de Aretusa están cifrados para empezar con un criptosistema de la Segunda Guerra Mundial bastante bueno, que hoy en día cualquiera debería ser capaz de romper, pero además de eso, están también cifrados con un sistema moderno de lo más avanzado que nadie puede romper. Si saben lo que les conviene, ni siquiera intentarían romperlo. La única forma de conseguir la información es hacer que Randy la descifre para ellos, cosa que puede hacer identificándose biométricamente en el portátil (hablándole) o tecleando una frase clave que sólo él conoce. Tienen la esperanza de que Randy descifre los mensajes Aretusa y, como un gilipollas, muestre el contenido en la pantalla. En el momento en que esa información aparezca en la pantalla, el juego habrá terminado. Los tipos de vigilancia del Dentista (o quien sea) podrán meter los mensajes en algún supercomputador criptoanalítico que los romperá de inmediato.

Eso no implica que Randy no se atreva a abrir esos archivos, simplemente que no se atreve a mostrarlos en pantalla. La distinción es crucial. Ordo puede leer los archivos cifrados desde el disco duro. Puede escribirlos en la memoria del ordenador. Puede descifrarlos, y escribir el resultado en otra región de la memoria del ordenador, y dejar allí los datos indefinidamente y los escuchas nunca lo sabrían. Pero tan pronto como Randy le diga al ordenador que muestre esa información en una ventana en la pantalla, los mensajes Aretusa pertenecerán a los escuchas Van Eck; y sean quienes sean, probablemente los romperán más rápido que Randy.

Lo divertido e interesante es que en realidad Randy no tiene por qué verlos para trabajar con ellos. Siempre que se encuentren en la memoria del ordenador, puede someterlos a cualquier técnica criptoanalítica que aparezca en Criptonomicón.

Comienza a teclear algunas líneas en un lenguaje llamado Perl. Perl es un lenguaje de script; útil para controlar las funciones del ordenador y automatizar tareas repetitivas. Una máquina UNIX como esa contiene un sistema de archivos con decenas de miles de archivos diferentes, en su mayoría en formato ASCII puro. Hay muchos programas diferentes para abrir esos archivos, mostrarlos en la pantalla y editarlos. Randy tiene la intención de escribir un script Perl que recorra el sistema de archivo buscando archivos al azar, abriéndolos en ventanas de posición y tamaño aleatorios, recorriéndolos durante un rato, y que los vuelva a cerrar. Si el script se ejecuta con la velocidad suficiente, las ventanas se abrirán por todas partes en una especie de fuegos artificiales rectangularizados que se ejecutarán por siempre. Si el script se usa como fondo de pantalla, en lugar de añil continuo, eso sucederá debajo de la pantalla en la que trabaje Randy. La gente que vigile su trabajo se volverá loca intentando seguir toda esa actividad. Especialmente si Randy escribe un script que haga que la ventana real cambie de forma y posición al azar cada pocos segundos.

Sería realmente estúpido abrir los mensajes Aretusa en una ventana, no va a hacer tal cosa. Pero puede emplear esta técnica para ocultar cualquier otra cosa que esté haciendo para descifrarlos. Pero se le ocurre, cuando lleva escritas algunas líneas en Perl, que si usa un truco como ese tan pronto, la gente que le vigila sabrá inmediatamente que él sabe lo que pasa. Y quizá sea mejor dejarles creer, por un rato, que no sospecha nada. Por tanto, salva el script Perl y deja de trabajar por el momento. Si escribe a ráfagas cortas, abriéndolo una o dos veces al día para teclear una líneas y luego cerrándolo, es poco probable que los vigilantes se den cuenta de lo que trama, incluso si son hackers. Para joder más, modifica las opciones de X Windows de forma que ninguna de las ventanas de la pantalla tenga barra de título. De esa forma, los vigilantes no podrán saber en qué archivos está trabajando en un momento dado, lo que les hará mucho más difícil conectar una larga serie de observaciones para formar una imagen coherente del script Perl.

Además, abre el viejo mensaje de root@eruditorum.org donde venía la transformación Pontifex, expresada como unas pocas líneas de código Perl. Los pasos que parecían tan torpes ejecutados por un ordenador parecen simples —incluso fáciles— ahora que los ve como manipulaciones sobre un mazo de cartas.

—Randy.

—¿Hum? —Randy aparta la vista de la pantalla y se sorprende al darse cuenta de que está en una celda de Filipinas.

—La cena está servida.

Se trata de Enoch Root, que le mira a través de los barrotes. Señala el suelo de la celda de Randy donde han deslizado una nueva bandeja de comida.

—En realidad, la sirvieron hace una hora… quizá desees tomarla antes de que vengan las ratas.

—Gracias —dice Randy.

Después de asegurarse de que todas las ventanas de la pantalla están cerradas, se acerca y levanta la cena de entre las salpicaduras de cagarrutas de rata del suelo. Es arroz y lechón, un plato sencillo y tradicional de cerdo. Enoch Root terminó de comer hace mucho tiempo; está sentado en su cama, cerca de Randy, y juega un inusual solitario, deteniéndose ocasionalmente para marcar una letra. Randy observa la manipulación del mazo con todo cuidado, cada vez más seguro de que se trata del mismo conjunto de manipulación sobre el que acaba de leer en el mensaje de correo.

—¿Por qué te han encerrado? —pregunta Randy.

Enoch Root termina de contar, mira un 7 de picas, cierra los ojos durante un momento y marca una W en la servilleta. Luego dice:

—Conducta desordenada. Entrada ilegal. Incitación a la rebelión. Probablemente soy culpable de los dos primeros cargos.

—Cuéntame.

—Cuéntame tú primero.

—En el aeropuerto encontraron heroína en mi bolsa. Se me acusa de ser el traficante de drogas más estúpido del mundo.

—¿Alguien está enfadado contigo?

—Eso sería una historia todavía más larga —dice Randy—, pero creo que has pillado la idea.

—Bien, en mi caso, la cosa es así. He estado trabajando en un hospital de misión en las montañas.

—¿Eres un sacerdote?

—Ya no. Soy un trabajador seglar.

—¿Dónde está tu hospital?

—Al sur de aquí. En los boondocks —dice Enoch Root—. Allí la gente cultiva piña, café, cocos, plátanos y algunas otras cosechas. Pero su tierra está siendo destrozada por los cazadores de tesoros.

Es curioso que de pronto Enoch Root haya llegado al tema de los tesoros enterrados. Y sin embargo no ha dicho nada. Randy supone que su intención es parecer estúpido. Decide arriesgarse:

—¿Se supone que allá abajo hay algún tesoro?

—Los viejos dicen que muchos camiones nipones subieron por esa carretera durante las semanas anteriores al regreso de MacArthur. Más allá de cierto punto no era posible saber adonde iban, porque la carretera estaba bloqueada, y habían creado campos de minas para ahuyentar a los curiosos.

—O matarlos —dice Randy.

Enoch gana velocidad.

—La carretera llega hasta una vasta zona en la que hipotéticamente se escondió oro. Cientos de millas cuadradas. En su mayoría jungla. Muy difícil de topografiar. Muchos volcanes, algunos extinguidos, algunos que vomitan barro de vez en cuando. Pero hay zonas lo suficientemente planas para cultivos tropicales, y en esos lugares la gente se ha establecido desde la guerra, y ha creado los rudimentos de una economía.

—¿Quién es el dueño de la tierra?

—Has llegado a conocer bien a los filipinos —dice Enoch Root—. Vas directamente a la pregunta central.

—Por aquí, preguntar quién es el dueño de la tierra es como quejarse del tiempo en el Medio Oeste —comenta Randy. Enoch Root asiente.

—Podría pasar mucho tiempo respondiendo a tu pregunta. La respuesta es que las propiedades cambiaron después de la guerra, y luego de nuevo bajo Marcos, y una vez más en los últimos años. Así que tenemos varias épocas, si te gusta más. Primera época: antes de la guerra. La tierra era propiedad de ciertas familias.

—Claro.

—Claro. Segunda época: la guerra. Los nipones sellan una vasta zona. Algunas de las familias que poseían la tierra prosperaron bajo la ocupación. Otras se arruinaron. Tercera época: después de la guerra. Las familias arruinadas se fueron. Las prósperas expandieron sus posesiones. Al igual que la Iglesia y el gobierno.

—¿Por qué?

—El gobierno convirtió parte de la tierra, la jungla, en un parque nacional. Y después de las erupciones, la Iglesia estableció la misión en la que trabajo.

—¿Erupciones?

—A principios de los años cincuenta, para que las cosas se pusiesen interesantes, ya sabes que en Filipinas las cosas nunca son lo suficientemente interesantes, los volcanes actuaron. Algunos lahars recorrieron la zona, borraron algunos poblados, cambiaron el curso de algunos ríos, desplazaron a mucha gente. La Iglesia estableció el hospital para ayudar a esa gente.

—Un hospital no ocupa demasiado terreno —observa Randy.

—También tenemos granjas. Estamos intentando ayudar a los locales a depender más de sí mismos. —Enoch Root actúa como si básicamente no desease hablar de ese asunto—. En cualquier caso, las cosas se fijaron en una estructura que perduró más o menos hasta la era de Marcos, cuando a varias personas se les obligó a vender sus tierras a Ferdinand, Imelda y a varios de sus primos, sobrinos, viejos y lameculos.

—Buscaban oro nipón de la guerra.

—Algunos habitantes de la zona han convertido en un negocio el pretender saber dónde está el oro —dice Enoch Root—. Una vez que comprendieron lo lucrativo que podía ser, la táctica se extendió como un virus. Todos afirman tener recuerdos vagos de la guerra, o los relatos de papá o el abuelo. Los buscadores de tesoros de la era Marcos no mostraron el escepticismo cauteloso que podría esperarse de personas con intelectos más ágiles. Se cavaron muchos agujeros. No se encontró oro. Las cosas se calmaron. Luego, en los últimos años, llegaron los chinos.

—Filipinos de ascendencia china, o…

—Chinos de ascendencia china —dice Enoch Root—. Chinos del norte. Robustos, a los que les gusta la comida picante. No los gráciles hablantes de cantonés que comen pescado.

—¿De dónde vienen… Shanghai?

Root asiente.

—Su compañía es una de esas monstruosidades postmaoístas. Dirigida por un verdadero veterano de la Larga Marcha. Astuto superviviente de muchas purgas. El nombre es Wing. El señor Wing, o general Wing como le gusta que le llamen cuando se siente nostálgico manejó con destreza la transición al capitalismo. Construyó proyectos hidroeléctricos usando esclavos durante el Gran Salto Adelante, usándolos como baza para conseguir el control de un importante ministerio gubernamental que ahora se ha convertido en una especie de corporación. El señor Wing tiene la capacidad de cortar la electricidad de cualquier hogar, fábrica o incluso base militar de China, y según los estándares chinos, eso le convierte en un hombre de estado muy distinguido.

—¿Qué quiere el señor Wing aquí?

—Tierra. Tierra. Más tierra.

—¿Qué tipo de tierra?

—Tierra en la jungla. Aunque suene extraño.

—Quizá desee construir un proyecto hidroeléctrico.

—Sí, y quizá tú seas un traficante de heroína. Por cierto, Randy, no pienses que soy descortés al comentarlo, pero tienes salsa en la barba. —Enoch Root pasa una mano por entre los barrotes sosteniendo una servilleta de papel. Randy la coge y, al llevársela a la cara, nota que tiene letras escritas: OSKJJJGTMW. Randy finge quitarse salsa de la barba.

—Vaya, sí que la he hecho buena —dice Enoch Root—. Te he dado todo mi suministro de papel higiénico.

—El hombre no tiene mayor amor —dice Randy—. Y veo que también me has dado tu otro mazo de cartas… eres tan generoso.

—Para nada… pensé que quizá te gustaría jugar un solitario, como acabo de hacer yo.

—Eso haré —dice Randy, poniendo la bandeja a un lado y cogiendo el mazo.

La carta en lo alto es un 8 de picas. Pasando esa y algunas más, encuentra un comodín con pequeñas estrellas en las esquinas; según pistas que le ha dado Enoch, ese es el comodín A. Lo pasa bajo la carta siguiente, que resulta ser la jota de tréboles. Como dos tercios hacia abajo encuentra un comodín con una gran estrella, así que ese es el comodín B; lo pasa dos cartas más abajo, bajo el 6 de tréboles y el 9 de diamantes. Cuadrando el mazo y luego repasándolo una vez más, mete varios dedos cuando se encuentra de nuevo esas sotas, y acaba con una buena mitad del mazo —toda la sección intercomodín, además de los dos comodines— atrapada entre el índice y el corazón. Los más delgados por encima y por debajo los saca y los intercambia entre sí. Enoch observa toda la operación y parece aprobarla.

Ahora Randy mira la carta que está más abajo y resulta ser una jota de tréboles. Pensándoselo mejor, la saca por completo y la deja por el momento sobre sus rodillas, para no confundirse con lo que viene ahora. Según los símbolos mnemotécnicos que ha marcado en las uñas, el valor numérico de la sota de tréboles es simplemente once. Por tanto, empezando desde lo alto del mazo, cuenta hasta la carta oncena, corta el mazo por debajo, luego intercambia las dos mitades y finalmente coge la sota de tréboles de las rodillas y la vuelve a colocar en lo más bajo del mazo.

Ahora resulta que la carta en la parte alta del mazo es un comodín.

—¿Cuál es el valor numérico de un comodín? —pregunta, y Enoch Root dice:

—Es cincuenta y tres, para cualquiera de ellos.

Así que en esta ocasión Randy lo tiene fácil; sabe que si empieza a contar desde la parte de arriba del mazo, cuando llegue a la carta cincuenta y tres estará mirando la última carta. Y resulta que esa carta es la sota de tréboles con un valor de once. Por tanto, once es el primer número en la secuencia de clave.

Bien, la primera letra del texto cifrado que Enoch Root escribió en la servilleta es O, y (dejando el mazo por un momento para poder contar con los dedos) O es la letra décimo quinta. Si le resta once, obtiene cuatro, y no tiene que contar con los dedos para saber que esa letra es D. Ya ha descifrado una letra.

Randy comenta:

—Todavía no hemos llegado a tu arresto.

—¡Cierto! Bien, así es —dice Enoch Root—. El señor Wing ha estado cavando últimamente algunos agujeros por cuenta propia en la jungla. Y han estado pasando un montón de camiones. Destrozando las carreteras. Atropellando a los perros, que como ya sabes son una importante fuente de comida para esa gente. Atropellaron también a un niño y lleva en el hospital desde entonces. Los desechos de las operaciones del señor Wing han estado ensuciando el río del que mucha gente depende para obtener agua limpia. Y también está el detalle de la propiedad; algunos opinan que el señor Wing se está metiendo en tierras propiedad del gobierno. Lo que en un sentido muy atenuado implica que son propiedad de la gente.

—¿Tiene permisos?

—¡Ah! Una vez más se manifiesta tu conocimiento de la política local. Como sabes, el procedimiento normal es que los agentes locales hablen con las personas que cavan grandes agujeros en el suelo, o que se embarquen en cualquier actividad productiva o destructiva de cualquier tipo, y exigirles que obtengan un permiso, lo que simplemente significa que quieren un soborno o en caso contrario habrá problemas. La compañía del señor Wing no ha obtenido un permiso.

—¿Ha habido problemas?

—Sí. Pero el señor Wing ha forjado una relación muy fuerte con ciertos filipinos de ascendencia china que ocupan buenas posiciones en el gobierno, por lo que los problemas se han resuelto.

La segunda vez, lo de mover el comodín fue rápido ya que uno de ellos apareció en la parte de arriba. El rey de corazones acaba en la parte de abajo, y por tanto en la rodilla de Randy. El hijo de puta tiene un índice numérico de 39, por lo que Randy debe contar desde arriba del mazo hasta llegar a la carta en la posición trigésimo novena, que es el 10 de diamantes. Divide e intercambia el mazo, y luego vuelve a colocar el rey de corazones en la parte de abajo. La carta superior es ahora el 4 de diamantes, que se traduce a un índice de 17. Contando las diecisiete primeras cartas en la mano se para y mira la dieciocho, que es el 4 de corazones. Eso da un valor de 26 + 4 = 30. Pero aquí todo es en módulo 26, así que añadir 26 fue una pérdida de tiempo, porque ahora tiene que volver a restarlo. El resultado es cuatro. La segunda letra en el texto cifrado de Enoch es S, que es la letra décimo novena del alfabeto, y restándole cuatro obtiene O. Así que el texto llano, hasta ahora, es «DO».

—Me hago una idea.

—Estaba seguro de que así sería, Randy.

Randy no sabe qué pensar del asunto Wing. Le recuerda una de las historias de Doug Shaftoe. Quizá Wing esté buscando el Primario, y quizá también Enoch Root, y quizás el Primario era lo que el viejo Comstock intentaba encontrar descifrando los mensajes Aretusa. En otras palabras, quizá la ubicación del Primario esté contenida ahora mismo en el disco duro de Randy, y a Root le preocupa que Randy, como un idiota, vaya a entregarla al mundo.

¿Cómo se las arregló para que le metiesen en la celda contigua a la suya? Presumiblemente las líneas de comunicación interna de la Iglesia son de primera categoría. Root podría saber desde hace días que Randy estaba en la trena. Tiempo suficiente para poner en marcha un plan.

—Entonces, ¿cómo acabaste aquí? —pregunta Randy.

—Decidimos causar problemas nosotros mismos.

—¿Nosotros es la Iglesia?

—¿A qué te refieres con la Iglesia? Si me preguntas si el Pontifex Maximus y el Colegio de Cardenales se pusieron sus sombreros bifurcados y puntiagudos y se reunieron en Roma para decidir cuáles iban a ser los problemas, la respuesta es no. Si por la «Iglesia» te refieres a la comunidad local en mi vecindad, de los que casi todos resultan ser devotos católicos, entonces sí.

—Así que la comunidad protestó, o algo así, y tú eras el líder.

—Yo era un ejemplo.

—¿Un ejemplo?

—No es frecuente que a esa gente se le ocurra desafiar a los poderes fácticos. Cuando alguien lo hace, siempre les resulta increíblemente novedoso, y les resulta muy entretenido. Ese era mi papel. Ya llevaba tiempo quejándome del señor Wing.

Randy casi puede adivinar cuáles van a ser las siguientes dos letras, pero tiene que seguir el algoritmo o el mazo se descontrolará. Genera un 23 y luego un 47 que, módulo 26, es 21, y sustrayendo el 23 y el 21 de las dos letras del texto cifrado, K y J (una vez más, módulo 26), obtiene N y O como esperaba. Así que ya tiene descifrado «DONO». Y siguiendo con el proceso, una letra cada vez, las cartas ya se están poniendo un poco sudadas, con el tiempo obtiene DONOTUSEP y finalmente se confunde al intentar generar la última letra de la cadena de cifras. Así que ahora el mazo está mal y es completamente irrecuperable, lo que le recuerda que tendrá que ser más cuidadoso la próxima vez. Pero supone que el mensaje debe ser: NO USES EL PC. A Enoch le preocupa que Randy no pensase en el phreaking Van Eck.

—Bien. Hubo una protesta. ¿Bloqueasteis una carretera o algo así?

—Bloqueamos carreteras, nos tendimos frente a los bulldozers. Algunas personas pincharon algunas ruedas. Los lugareños dieron buen uso a su ingenio, y las cosas se salieron un poco de madre. Los queridos amigos del señor Wing en el gobierno se ofendieron y enviaron al ejército. Arrestaron a diecisiete personas. Como medida punitiva, se establecieron para ellas fianzas exorbitantemente altas… Si esas personas no pueden salir de la cárcel, no pueden ganar dinero y sus familias sufren terriblemente. Yo podría haber salido bajo fianza si hubiese querido, pero decidí permanecer entre rejas como gesto de solidaridad.

A Randy le suena como una tapadera bastante plausible.

—Pero doy por supuesto que a muchos miembros del gobierno les resulta horrible que hayan metido a un santo en la cárcel —dice—, así que te han trasladado aquí, a una cárcel prestigiosa y lujosa con celdas privadas.

—Una vez más, se manifiestan tus conocimientos de la cultura local —dice Enoch Root. Cambia de posición sobre la cama y el crucifijo se agita pesado de un lado a otro. También lleva un medallón alrededor del cuello con algo sobrecogedor escrito.

—¿Es un símbolo ocultista? —pregunta Randy, entrecerrando los ojos.

—¿Perdona?

—Puedo distinguir la palabra «oculto» en tu medallón.

—Dice ignoti et quasi occulti, lo que significa «desconocido y parcialmente oculto» o algo similar —dice Enoch Root—. Es el lema de una sociedad a la que pertenezco. Debes saber que la palabra «oculto» no tiene intrínsecamente nada que ver con los rituales satánicos, beber sangre y todo eso. Es…

—Estudié astronomía —dice Randy—. Así que aprendí algo sobre la ocultación, cuando un cuerpo queda tras otro, como en un eclipse.

—Oh. Bien, entonces, me callo.

—De hecho, sé más de lo que podrías pensar sobre la ocultación —dice Randy. Podría parecer que habla de un tema sin importancia, excepto que mira a Enoch Root a los ojos mientras lo dice y luego de refilón al ordenador. Root lo procesa durante un momento y asiente.

—¿Quién es la dama de en medio? ¿La Virgen María? —pregunta Randy.

Root agarra el medallón sin mirarlo y dice:

—Una suposición razonable. Pero errónea. Es Atenea.

—¿La diosa griega?

—Sí.

—¿Cómo cuadra eso con el cristianismo?

—Cuando te llamé hace unos días, ¿cómo sabías que era yo?

—No lo sé. Simplemente te reconocí.

—¿Me reconociste? ¿Qué quieres decir? No reconociste mi voz.

—¿Se trata de un rodeo para responder a mi pregunta sobre Atenea vs. Cristianismo?

—¿No te parece asombroso que puedas mirar una serie de caracteres en la pantalla de un ordenador, un correo electrónico de alguien a quien no has visto nunca, y luego «reconocer» a esa persona al teléfono? ¿Cómo se hace, Randy?

—No tengo ni la más remota idea. El cerebro puede hacer cosas.»

—Algunos se quejan de que el correo electrónico es impersonal… que tu contacto conmigo, durante la fase por correo de nuestra relación, estuvo mediatizado por cables y pantallas. Algunos dirían que no es tan buen medio como charlar cara a cara. Y sin embargo, nuestra visión de las cosas siempre está mediatizada por las córneas, retinas, nervios ópticos y cierta maquinaria neurológica que toma la información de nuestros nervios ópticos y la propaga a nuestra mente. Por tanto, ¿es inferior mirar palabras en una pantalla? Yo creo que no; al menos en ese caso eres consciente de la distorsión. Mientras que, cuando ves a alguien con tus propios ojos, te olvidas de la distorsión y te imaginas que tienes una experiencia pura e inmediata.

—Por tanto, ¿cuál es tu explicación de mi reconocimiento?

—Argumentaría que en tu mente había algún patrón de actividad neurológica que no estaba allí antes de que intercambiásemos correo. La Representación Root. No soy yo. Yo soy este enorme montón de carbono, oxígeno y otras cosas sentado en este catre junto a ti. En contraste, la Representación Root es lo que llevarás en tu mente durante el resto de tu vida, a menos que se produzca algún daño neurológico importante, lo que tu mente emplea para representarme. En otras palabras, cuando piensas en mí, no piensas en mí como este montón de carbono, estás pensando en la Representación Root. Es más, puede que algún día te suelten y te encuentres con alguien que te diga: «Sabes, una vez estuve en Filipinas, vagando por los boondocks, y me encontré con un vejestorio que no dejaba de hablar sobre Representaciones Root.» E intercambiando notas (como si dijéramos) con ese tipo podrás establecer más allá de toda duda razonable que la Representación Root en tu cerebro y la Representación Root en el de él fueron generadas por el mismo montón de carbono, oxígeno y demás: yo.

—¿Y tiene esto, pregunto otra vez, alguna relación con Atenea?

—Si piensas en los dioses griegos como seres sobrenaturales reales que vivían en el monte Olimpo, no. Pero si los consideras como la misma clase de entidades que la Representación Root, es decir, un patrón de actividad neurológica que la mente emplea para representar cosas que ve, o cree ver, en el mundo exterior, entonces sí. De pronto, los dioses griegos pueden ser tan interesantes e importantes como la gente real. ¿Por qué? Porque, de la misma forma que algún día puede que encuentres a otra persona con su propia Representación Root, si mantuvieses una conversación con una persona de la Grecia clásica, y él empezase a hablar de Zeus, tú podrías, una vez que te hubieses sobrepuesto a tu sensación inicial de superioridad, descubrir que tienes algunas representaciones mentales en tu cabeza que, aunque no las llamabas Zeus ni las representabas como enormes y peludos hijos de Titán que se dedicaban a lanzar rayos, sin embargo han sido generadas como resultado de las interacciones con entidades del mundo exterior que son las mismas que hicieron que la Representación Zeus apareciese en la mente griega. Y aquí podríamos hablar durante un rato de la Caverna de Platón, el robot de cocina de las metáforas, ¡corta!, ¡pica!

—En la que —dice Randy— las verdaderas entidades del mundo real son las cosas reales y tridimensionales que proyectan las sombras el griego ese y yo somos los desdichados encadenados que miramos las sombras de esas cosas sobre las paredes, y se da la circunstancia que la forma de la pared que yo tengo delante es diferente de la forma de la pared frente al griego…

—… de tal suerte que una sombra proyectada sobre tu pared adoptará una forma diferente a la misma sombra proyectada sobre su pared, donde las diferentes formas de las paredes son digamos la visión científica moderna frente a la antigua visión pagana.

—Sí. Esa es la metáfora de la Caverna de Platón.

En ese mismo instante, un guardia chistoso, en el pasillo, le da a un interruptor y apaga todas las luces. Ahora, la única luz viene del salvapantallas del ordenador de Randy, que está ejecutando la animación de unas galaxias en colisión.

—Creo que podemos estipular que la pared frente a ti, Randy, es considerablemente más plana y lisa, es decir, por lo general ofrece una sombra mucho más precisa que su pared, y sin embargo está claro que él sigue siendo capaz de ver las mismas sombras y probablemente extraer conclusiones sobre la forma de los objetos que las proyectan.

—Vale. Así que la Atenea a la que honras en tu medallón no es un ser sobrenatural…

—… que vive en una montaña de Grecia, etcétera, sino más bien cualquier entidad, patrón, tendencia o lo que sea que, cuando la percibían los antiguos habitantes de Grecia, y era filtrada por su maquinaria perceptiva y su visión pagana, producía la representación mental interna que ellos denominaban Atenea. La distinción es muy importante porque Atenea-la-tía-sobrenatural-con-el-casco evidentemente no existe, pero «Atenea» la generadora-externa-de-la-representación-interna-que-los-antiguos-griegos-llamaban-Atenea debe haber existido entonces, o la representación interna no se hubiese producido jamás, y si existía en esa época, entonces es muy probable que exista ahora, y si eso es así, cualquier idea que los antiguos griegos (quienes aunque en muchos aspectos eran unos gilipollas, eran personas terriblemente inteligentes) tuviesen sobre ella probablemente siga siendo válida.

—Vale, pero ¿por qué Atenea y no Deméter o alguien así?

—Bien, es una perogrullada que no puedes comprender a una persona sin conocer algo sobre su pasado familiar, así que tendremos que repasar con rapidez la teogonia griega. Empezamos con Caos, que es donde comienzan todas las teogonias, y al que me gusta considerar como un mar de ruido blanco: estática de banda ancha totalmente aleatoria. Y por alguna razón que en realidad no comprendemos, en él comienzan a formarse ciertas polaridades: Día, Noche, Oscuridad, Luz, Tierra, Mar. Personalmente, me gusta considerarlas cristales; no en el sentido hippy de California, sino en el sentido técnico de resonadores, que reciben ciertos canales enterrados en la estática del Caos. En algún momento, de entre algún emparejamiento incestuoso entre esas entidades, aparecen los Titanes. Y posiblemente sea interesante comentar que los Titanes ofrecen el juego completo de dioses básicos; tienes al dios del sol, Hiperión, y el dios del océano, Océano, y demás. Pero son derrotados en una lucha de poder llamada la Titanomaquia y son reemplazados por nuevos dioses como Apolo y Poseidón, que, digamos, acaban ocupando los mismos puestos en el organigrama. Lo que posiblemente resulta interesante porque parece conectarlo con lo que estaba diciendo sobre las mismas entidades o patrones persistiendo en el tiempo, pero proyectando sombras de formas ligeramente diferentes para diferentes personas. En cualquier caso, ahora tenemos a los dioses del Olimpo como los conocemos habitualmente: Zeus, Hera y demás.

»Un par de comentarios básicos: primero, todos ellos, excepto en un caso al que llegaré pronto, fueron el producto de algún emparejamiento sexual, ya fuese entre Titán y Titanesa, entre Dios y Diosa, entre Dios y Ninfa, entre Dios y Mujer o básicamente Zeus y lo que, o a quien, Zeus se estuviese follando ese día. Lo que me lleva al siguiente comentario: los dioses del Olimpo son la familia más sórdida y disfuncional que imaginarse pueda. Y sin embargo hay algo en la variopinta asimetría de ese panteón que lo hace más creíble. Como la Tabla Periódica de los Elementos o el árbol familiar de las partículas elementales o, simplemente, la estructura anatómica que puedes sacar de un cadáver, se parece lo suficiente a un patrón como para que nuestra mente pueda apreciarlo, pero también tiene irregularidades que indican algún tipo de origen orgánico: por ejemplo, tienes un dios del sol y una diosa de la luna, lo que es claro y simétrico, pero allá también tienes a Hera, que no tiene ningún papel excepto ser una zorra de diosa, y luego Dionisos que ni siquiera es un dios del todo, es medio humano, pero que consigue meterse en el Panteón y sentarse en el Olimpo con los dioses, como si fueses al Tribunal Supremo y te encontrases a Bozo el payaso entre los jueces.

»A donde quiero llegar es que Atenea era excepcional en todos los aspectos. Para empezar, no fue creada por medio de la reproducción sexual en el sentido normal; surgió totalmente formada de la cabeza de Zeus. Según algunas versiones de la historia, tal cosa sucedió después de que Zeus se tirase a Metis, de la que hablaremos más en su momento. Luego le advirtieron de que Metis daría a luz un hijo que le destronaría, así que se la comió, y luego Atenea le salió de la cabeza. Aceptes o no la historia de Metis, creo que aceptarás que hay algo raro en la natividad de Atenea. También era excepcional en que no participaba en la miseria moral del Olimpo; era una virgen.

—¡Ajá! Sabía que en el medallón había la imagen de una virgen.

—Sí, Randy, tienes buen ojo para las vírgenes. Hefesto la folló en una pierna una vez pero no consiguió la penetración. Atenea es muy importante en la Odisea, pero hay muy pocos mitos, en el sentido normal del término, en los que aparezca. La única excepción demuestra la regla: la historia de Aracne. Aracne era una excelente tejedora que se volvió arrogante y empezó a atribuirse todo el crédito, en lugar de atribuir su talento a los dioses. Aracne llegó al extremo de desafiar abiertamente a Atenea, que entre otras cosas era la diosa de los tejidos.

»Ahora bien, ten en mente que el mito griego típico tiene más o menos esta estructura: un joven pastor inocente se está ocupando de sus propios asuntos, un dios que pasa volando por allí le ve y tiene una erección, cae sobre él y lo viola; mientras la víctima todavía no ha conseguido recuperarse y vaga por ahí confuso, la mujer del dios o su amante, llena de furia vengadora, lo convierte, a la pobre víctima inocente, digamos que en una tortuga inmortal y, por ejemplo, lo grapa a una lámina de chapa con un plato de comida para tortuga fuera de su alcance y le deja bajo el sol para que lo devore repetidamente un ejército de hormigas y le piquen los avispones, o cosa similar. Así que si Aracne hubiese despreciado a cualquier otro en el Panteón, sería un agujero humeante en el suelo antes de que se diese cuenta de lo que se le había caído encima.

»Pero en este caso, Atenea se le apareció con la forma de una anciana y le recomendó que mostrase la debida humildad. Aracne declinó el consejo. Finalmente, Atenea se reveló como quien era y la desafió a una competición, lo que hay que admitir fue bastante justo por su parte. Y lo interesante es que el resultado de la competición fue un empate; ¡Aracne era efectivamente tan buena como Atenea! El único problema era que su tapiz mostraba a los dioses del Olimpo en sus peores momentos de violar pastores y folleteo entre especies. El tapiz era simplemente una ilustración literal y exacta de todos los otros mitos, lo que convierte a este mito en una especie de metamito. Atenea aprovechó el pretexto y golpeó a Aracne con la rueca, lo que podría parecer exagerado hasta que consideras que durante la lucha contra los gigantes, ¡derrotó a Encélado tirándole Sicilia encima! El único efecto fue hacer que Aracne reconociese su propia hubris, de la que se sintió tan avergonzada que se colgó. Posteriormente, Atenea le devolvió la vida en forma de araña.

»En cualquier caso, probablemente aprendiste en la escuela elemental que Atenea lleva un casco, carga con un escudo llamado Aegis y es la diosa de la guerra y la sabiduría, así como de los oficios… como el ya mencionado de tejedor. ¡Una combinación algo extraña, como mínimo! Especialmente porque se suponía que Ares era el dios de la guerra y Hestia la diosa de la economía doméstica… ¿A qué venía la redundancia? Pero mucho se pierde en la traducción. El tipo de sabiduría que asociamos con vejetes como tu seguro servidor, y que intento transmitirte, Randy Waterhouse, los griegos la llamaban dike. ¡De esa no era diosa Atenea! Ella era la diosa de metis, que significa ingenio y artes manuales, y que recordarás era el nombre de su madre en una versión de la historia. Curiosamente, Metis (el personaje, no el atributo) fue quien dio al joven Zeus la poción que hizo que Cronos vomitase a todos los bebés dioses que se había tragado, dejando servida la situación para toda la Titanomaquia. Así que ahora se hace evidente la conexión con la habilidad; las artes manuales no son más que la aplicación práctica de la metis.

—Yo asocio la expresión «arte manual» con fabricar cinturones mierdosos y ceniceros durante un campamento de verano —dice Randy—. Es decir, ¿quién querría ser la jodida diosa del macramé?

—El problema es una mala traducción. La palabra que usamos hoy, en referencia al mismo concepto, es en realidad tecnología.

—Vale. Ahora estamos llegando a alguna parte.

—Por lo cual, en lugar de llamar a Atenea la diosa de la guerra, la sabiduría y el macramé, deberíamos decir guerra y tecnología. Y aquí de nuevo tenemos el problema de la superposición con la jurisdicción de Ares, que se supone es el dios de la guerra. Y simplemente digamos que Ares es un completo gilipollas. Sus asistentes personales son Temor y Terror y en ocasiones Conflicto. Está constantemente en lucha con Atenea aunque, o quizá porque, son nominalmente el dios y la diosa de lo mismo: la guerra. Heracles, uno de los protegidos humanos de Atenea, hiere físicamente a Ares en dos ocasiones, ¡e incluso en un momento le quita sus armas! Comprenderás que el aspecto más fascinante de Ares es que es un incompetente total. Un par de gigantes le encadenaron y lo aprisionaron en un recipiente de bronce durante trece meses. Durante la Ilíada, uno de los compañeros de borrachera de Odiseo le hiere. En cierto momento, Atenea le golpea con una roca. Cuando no se está portando como un idiota en medio de la batalla, se está follando a todas las mujeres humanas a las que puede echar el guante, y, esta es buena, sus hijos son todos lo que hoy llamaríamos asesinos en serie. Y por lo tanto me resulta claro que Ares realmente era el dios de la guerra, como personas que se pasaban guerreando todo el día percibirían tal entidad, y que además tenían una idea realmente clara de lo estúpida y brutal que era la guerra.

»Atenea es famosa por ser la partidaria de Odiseo, quien, no lo olvidemos, es el tipo al que se le ocurre la idea del caballo de Troya. Atenea guía tanto a Odiseo como a Heracles por sus aventuras, y aunque los dos son excelentes luchadores, ganan la mayor parte de sus batallas por medio de la astucia o (menos peyorativo) metis. Y aunque los dos se ven implicados con facilidad en actividades violentas (a Odiseo le gusta definirse como “saqueador de ciudades”) está claro que se les tiene en oposición al tipo de violencia idiota y salvaje que se asocia con Ares y sus retoños; el mismo Heracles en persona libera al mundo de algunos de los hijos psicópatas de Ares. Es decir, los registros no están del todo claros, no es como si pudieses ir al Juzgado del Condado de Tebas y pedir los certificados de defunción de esos tipos, pero parece que Heracles, apoyado por Atenea en todo momento, asesinó personalmente al menos a la mitad de los retoños Hannibal Lecter de Ares. Por tanto, en la medida en que Atenea es la diosa de la guerra, ¿qué queremos decir con eso? Ten en cuenta que su arma más famosa no es su espada, sino su escudo Aegis, y Aegis lleva una cabeza de Gorgona, así que cualquiera que la ataque corre el peligro de transformarse en piedra. Siempre se la describe como tranquila y majestuosa, dos adjetivos que nadie jamás aplicó a Ares.

—No sé, Enoch. ¿Quizá guerra defensiva en oposición a guerra ofensiva?

—La distinción está sobrevalorada. ¿Recuerdas que te conté que Hefesto le folló una pierna a Atenea?

—Generó en mi cabeza una representación mental muy clara.

—¡Como debería hacerlo un mito! Atenea/Hefesto es una especie de pareja interesante en cuanto los dos son dioses de la tecnología. Metal, metalurgia y fuego eran sus especialidades… actividades del Cinturón Industrial chapado a la antigua. Por tanto, ¡no es de extrañar que Atenea le pusiese cachondo! Después de eyacular en el muslo de Atenea, ella se pone a chillar, se limpia y tira el trapo al suelo, donde de alguna forma se combina con la tierra para generar a Erictonio. ¿Sabes quién es Erictonio?

—No.

—Uno de los primeros reyes de Atenas. ¿Sabes por qué era famoso?

—Dímelo.

—Inventó el carro de guerra… e introdujo el uso de la plata como moneda.

—¡Oh, Dios! —Randy se agarra la cabeza entre las manos y gime, sólo durante un ratito.

—Bien, en otras muchas mitologías puedes encontrarte con dioses que tienen paralelos con Atenea. Los sumerios tenían a Enki, los nórdicos a Loki. Loki era el dios inventor, pero psicológicamente tenía más en común con Ares; no sólo era el dios de la tecnología sino también el dios del mal, lo más cercano que tenían al Diablo. Los nativos norteamericanos tenían en su mitología a los burlones, criaturas llenas de astucia, como Coyote y Cuervo, pero todavía no tenían tecnología, y por lo tanto no habían combinado el Burlón con las Habilidades para generar ese dios híbrido de la Tecnología.

—Vale —dice Randy—, así que obviamente a donde quieres llegar es que hay algún patrón universal de acontecimientos que cuando se filtra a través del sistema sensorial y equipamiento neurológico de gente primitiva y supersticiosa, siempre genera las representaciones internas mentales que identificaban con dioses, héroes, etc.

—Sí. Y se las puede reconocer entre culturas, de la misma forma que dos personas con la Representación Root en la cabeza pueden «reconocerme» a mí simplemente comparando notas.

—Por tanto, Enoch, quieres que crea que esos dioses, que en realidad no son dioses, pero es una palabra buena y concisa, comparten todos ciertas cosas en común precisamente porque la realidad externa que los generó es consistente y universal entre culturas.

—Exacto. Y en el caso de los dioses burlones, el patrón consiste en que la gente ingeniosa tiende a obtener un poder que la gente no ingeniosa no consigue. Y a todas las culturas les fascina ese fenómeno. Algunas, como los nativos norteamericanos, lo admiran, pero nunca lo combinaron con el desarrollo tecnológico. Otros, como los nórdicos lo odian y lo identifican con el Diablo.

—De ahí la extraña relación de amor-odio que los norteamericanos mantienen con los hackers.

—Exacto.

—Los hackers siempre se quejan de que los periodistas siempre los pintan como los tipos malos. Pero tú crees que esa ambivalencia es más profunda.

—En algunas culturas. Los vikingos, juzgando por su mitología odiarían instintivamente a los hackers. Pero algo diferente sucedió con los griegos. A los griegos les gustaban los sabihondos. De ahí recibimos Atenea.

—Eso me lo creo… pero ¿de dónde sale lo de diosa de la guerra?

—Admitámoslo, Randy, todos conocemos a tipos como Ares. El patrón de comportamiento humano que produjo que la representación mental interna conocida como Ares apareciese en las mentes de los antiguos griegos nos acompaña hoy, en la forma de terroristas, asesinos en serie, disturbios, pogromos y agresivos dictadores de hojalata que resultan ser militarmente incompetentes. Y sin embargo, a pesar de toda su estupidez e incompetencia, gente como esa puede conquistar y controlar grandes regiones del mundo si no encuentran resistencia.

—Deberías conocer a mi amigo Avi.

—¿Quién va a luchar contra ellos, Randy?

—Me temo que vas a decir que nosotros.

—En ocasiones son otros adoradores de Ares, como cuando Irán e Irak entraron en guerra y a nadie le importaba quién iba a ganar. Pero si se quiere que los adoradores de Ares no acaben controlando el mundo alguien tiene que ejercer violencia contra ellos. No es muy agradable, pero es un hecho: la civilización requiere un Aegis. Y, al final, la única forma de luchar contra los cabrones hasta el final es por medio de la inteligencia. El ingenio. Metis.

—Ingenio táctico, como Odiseo y el caballo de Troya, o…

—Tanto eso como el ingenio tecnológico. De vez en cuando se produce una batalla que la gana una nueva tecnología; como los arcos largos en Crécy. Durante la mayor parte de la historia, esas batallas se producen una vez cada pocos siglos; tienes el carro de guerra, el arco compuesto, la pólvora, barcos acorazados, y demás. Pero algo sucede alrededor de, digamos, el momento en que el Monitor, que el Norte creía el único barco acorazado sobre el planeta, se encuentra con el Mefrimack, del que el Sur creía exactamente lo mismo, y se enzarzan en una batalla durante horas y horas. Es tan buen momento como cualquier otro para identificar cuándo se produce un despegue espectacular en tecnología militar; el codo de una curva exponencial. Al estamento militar básicamente conservador del mundo le lleva varías décadas comprender totalmente lo que ha sucedido, pero para cuando estamos en lo más terrible de la Segunda Guerra Mundial, todo el mundo que tenga la cabeza sobre los hombros acepta que la guerra la va a ganar quien tenga mejor tecnología. Así que sólo del lado alemán tenemos cohetes, aviones a reacción, gas nervioso, misiles guiados. Y de los aliados tenemos tres grandes esfuerzos que básicamente dieron empleo a todos los hackers, cerebrines y estudiosos de alto nivel: lo de romper códigos, que como sabes dio lugar al ordenador digital; el proyecto Manhattan, que nos dio armas nucleares; y el Radiation Lab, que nos dio la industria moderna de la electrónica. ¿Sabes por qué ganamos la Segunda Guerra Mundial, Randy?

—Creo que acabas de decírmelo.

—¿Porque construimos mejores cosas que los alemanes?

—¿No es eso lo que acabas de decir?

—Pero ¿por qué construimos mejores cosas que los alemanes, Randy?

—Supongo que no tengo competencia para contestar, Enoch, no he estudiado ese periodo en profundidad.

—Bien, la respuesta corta es que ganamos porque los alemanes adoraban a Ares y nosotros adorábamos a Atenea.

—¿Y debo suponer que tú, o tu organización, tuvo algo que ver con eso?

—¡Oh, vamos, Randy! No dejemos que esto degenere en una teoría de conspiraciones.

—Lo lamento. Simplemente estoy cansado.

—Yo también. Buenas noches.

Y entonces Enoch se echa a dormir. Así de fácil.

Randy no.

¡A Criptonomicón!

Randy está preparando un ataque contra un texto cifrado único: el más difícil. Tiene el texto cifrado (las interceptaciones Aretusa) y nada más. No conoce el algoritmo empleado para cifrarlas. En el criptoanálisis moderno, tal cosa es rara: normalmente los algoritmos son de conocimiento público. Eso se debe a que los algoritmos que se discuten públicamente y que han sido sometidos a ataques por parte de la comunidad académica tienden a ser más potentes que los que se mantienen en secreto. La gente que depende de que sus algoritmos se mantengan en secreto pierden toda la ventaja en cuanto se desvela el secreto. Pero Aretusa es de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente no era tan astuta con respecto a esas cosas.

Sería muchísimo más fácil si Randy conociese parte del texto llano que está codificado en los mensajes. Evidentemente, si conociese todo el texto llano no tendría siquiera que descifrarlos; en ese caso, romper Aretusa no sería más que un ejercicio académico.

Hay un compromiso entre los extremos de, por una parte, no conocer nada del texto llano, y por la otra, conocerlo por completo. En el Criptonomicón caen bajo la denominación de ganchos. Un gancho es una suposición juiciosa sobre qué palabras o frases podrían estar presentes en el mensaje. Por ejemplo, si estuvieses descifrando mensajes alemanes de la Segunda Guerra Mundial, podrías suponer que el texto llano contendría frases como «HEIL HITLER» o «SIEG HEIL». Podría elegir al azar una secuencia de diez caracteres y decir: «Demos por supuesto que esto representa HEIL HITLER. Si tal es el caso, ¿qué podríamos deducir del resto del mensaje?»

Randy no espera encontrarse con ningún HEIL HITLER en los mensajes Aretusa, pero puede haber otras palabras fáciles de predecir. En su cabeza está preparando una lista de ganchos: MANILA, con toda seguridad. Quizá WATERHOUSE. Y, ahora que lo piensa, ORO y LINGOTE. Por tanto, en el caso de MANILA, podría escoger cualquier cadena de seis caracteres y decir: «¿Y si estos caracteres fuesen la forma cifrada de MANILA?», y trabajar a partir de ahí. Si estuviese trabajando con una interceptación de sólo seis caracteres, sólo habría un segmento de seis caracteres para elegir. Un mensaje de siete caracteres de largo le daría dos posibilidades: podrían ser los primeros seis caracteres o los seis últimos. El resultado es que para un mensaje interceptado de n caracteres de largo, el número de segmentos de seis caracteres es igual a (n-5). En el caso de un mensaje de 105 caracteres, tendría 100 posiciones diferentes posibles para la palabra MANILA. En realidad, 101: porque podría ser posible —incluso probable— que MANILA no esté ahí. Pero cada una de esas 100 suposiciones tiene su propio conjunto de ramificaciones con respecto a todos los demás caracteres en el mensaje. Cuáles son exactamente esas suposiciones depende de las suposiciones que Randy esté realizando con respecto al algoritmo subyacente.

Cuanto más lo piensa, más cree que tiene a qué agarrarse, gracias a Enoch, quien (en retrospectiva) le ha estado dando algunas pistas útiles cuando no le bombardeaba por entre los barrotes con análisis teogónicos. Enoch mencionó que cuando la NSA comenzó a atacar lo que luego resultaron ser las interceptaciones falsas de Aretusa, lo hicieron asumiendo que estaba relacionado de alguna forma con otro criptosistema llamado Azur.

Y sí, Randy descubre en Criptonomicón que Azur era un sistema estrafalario usado por nipones y alemanes, y que empleaba un algoritmo matemático para generar una clave única cada día. La descripción es terriblemente vaga, pero permite a Randy desechar muchas opciones. Sabe, por ejemplo, que Aretusa no es un sistema de rotores como Enigma. Y sabe que si puede encontrar dos mensajes enviados el mismo día, probablemente usarán la misma clave.

¿Qué tipo de algoritmo matemático se usaba? Hay pistas en el contenido del baúl del abuelo. Recuerda la fotografía del abuelo con Turing y Van Hacklheber en Princeton, donde los tres evidentemente jugueteaban con funciones zeta. Y en el baúl había varias monografías sobre ese tema.

Y el Criptonomicón afirma que incluso hoy en día se emplean funciones zeta en criptografía, como generadores de secuencia, es decir, como máquinas para escupir números seudoaleatorios, exactamente como un cuaderno de uso único. Todo apunta a que Azur y Aretusa son hermanos y que ambos no son más que implementaciones de funciones zeta.

El gran obstáculo en esos momentos es que en su celda no hay tirado ningún libro de texto sobre funciones zeta. El contenido del baúl del abuelo sería un excelente recurso, pero en esos momentos anda almacenado en una habitación de la casa de Chester. Pero por otra parte, Chester es rico y quiere ayudar.

Randy llama al guardia y exige ver al letrado Alejandro. Enoch Root se pone rígido durante unos momentos, y luego vuelve a hundirse directamente en el sueño tranquilo y apacible de un hombre que se encuentra exactamente donde quiere estar.