EL ESPEJISMO DE LA CONCIENCIA

Vamos a abordar muy pronto aquello que activa el mecanismo de atracción en la mujer. Sin embargo, antes de hacerlo debes entender que los seres humanos somos máquinas complejas, para los que rara vez se pueden encontrar respuestas simples.

A menudo no nos entendemos a nosotros mismos. Esto es algo que resulta particularmente cierto en el caso de las mujeres y que se acentúa más, si cabe, en lo referente a aquello que las atrae.

Si les preguntas, muchas de ellas te dirán que buscan ciertas cosas en un hombre, pero responderán a otras muy distintas. Ocurrirá aun cuando te contesten con sinceridad[30].

De forma también muy frecuente, se darán conflictos entre sus distintos deseos, necesidades y programaciones. De algún modo, existe esa imagen que ellas tienen de sí mismas a nivel consciente o superficial. Es la imagen de su persona que se ofrecen a sí mismas y, en algunos casos, también al resto del mundo. La programación social a la que están expuestas es, en gran medida, la responsable de dicho autoconcepto.

Sin embargo, esta imagen consciente que ellas tienen de sí mismas a menudo ignora las corrientes profundas de anhelos y deseos que, cuando se dan las circunstancias adecuadas, terminan por tener un efecto decisivo en su comportamiento.

Para entender cómo y de dónde provienen estas fuerzas y el origen de sus conflictos interiores entre sus diferentes impulsos, te vendrá bien conocer un poco la Teoría del Cerebro Triuno.

EL CEREBRO TRIUNO

Como ocurre con muchos otros objetos de estudio, la anatomía del cerebro se torna mucha más clara y llena de sentido cuando se estudia a la luz del proceso evolutivo que la originó. Adoptando esta perspectiva, el científico del cerebro Paul MacLean llegó a la conclusión de que el cerebro humano consta, por así decirlo, de tres capas o niveles:

  1. El cerebro reptiliano (instintivo).
  2. El cerebro mamífero o límbico (emocional).
  3. El cerebro nuevo o neocórtex (intelectual).

Estos tres cerebros han evolucionado en el orden expuesto, y se han ido superponiendo el uno sobre el otro como las capas de una cebolla. Aunque están interconectados, pueden actuar con cierta independencia o imponerse unos a otros.

Por lo general, son las capas más antiguas las que controlan a las más modernas. La razón es que aquellas se encuentran bajo un control más directo de los genes, por lo que a estos les conviene conferirles una mayor autoridad.

Por eso, aunque te creas que tu comportamiento se basa en razonamientos que has llevado a cabo libremente, a menudo es tu intelecto el que trabaja para buscar argumentos y justificaciones de impulsos más primarios que encuentran su origen en tus cerebros más antiguos.

LAS FUNCIONES DE LOS TRES CEREBROS

En general, podríamos decir que los tres cerebros de los que hemos hablado se corresponden con tres inteligencias o formas distintas de enfrentarse al mundo y responder ante los retos de la vida cotidiana. Así, podríamos decir que:

  1. El cerebro reptiliano controla nuestros instintos y funciones más básicas. Cosas como la frecuencia cardiaca, reacciones como «pelea o escapa», el instinto de supervivencia, de territorialidad o el deseo sexual en su forma más básica parten de esta mente reptiliana que generalmente comparten los animales vertebrados. También es el encargado de producir ciertas reacciones automáticas e involuntarias, caracterizadas por la rapidez con que se llevan a cabo. Es, pues, muy fidedigno, pero tiende a comportarse de forma rígida y compulsiva. Apareció hace unos quinientos millones de años en los peces, continuó su desarrollo en los anfibios y alcanzó su estadio más avanzado en los reptiles.
  2. El cerebro mamífero o límbico es el encargado de regular las emociones, la memoria y las relaciones sociales. Cosas como la ira, el afecto, la alegría y el miedo no pueden explicarse sin este cerebro. También es el que origina ciertos raptos emocionales involuntarios como la risa, el lloro o los arrebatos de furia o pánico. Es, además, la sede de los juicios de valor llevados a cabo de forma inconsciente, pero que ejercen una enorme influencia sobre nuestro comportamiento. Se originó por vez primera en pequeños mamíferos, hace unos ciento cincuenta millones de años.
  3. El cerebro nuevo o neocórtex es la parte más nueva de nuestro cerebro. Es la responsable del pensamiento abstracto, con sus análisis y razonamientos complejos, de la imaginación y el pensamiento creativo. Cosas como hablar, leer, llevar a cabo una operación matemática, una deducción o inventar algo no pueden explicarse sin ella. Seguramente la conciencia también depende de dicha parte del cerebro. Por otra parte, sin él tampoco se habrían desarrollado las diversas culturas. Empezó a expandirse de forma espectacular en los primates, hace solo unos dos o tres millones de años, para culminar en el cerebro humano.

LOS CONFLICTOS INTERIORES

El problema de estos tres cerebros es que son de naturalezas muy distintas y, a menudo, no se comunican o entienden demasiado bien. Es por ello que a veces hay cosas que rechazamos a un nivel pero aceptamos o nos atraen a otro.

Acaso una persona te caiga mal o no te guste su forma de pensar, pero no puedas evitar mirarla. Quizás algo te produzca pena, pero seas consciente de que debes hacerlo no obstante. O puede que estés intelectualmente comprometido con una actitud pacífica de calma pero, en ciertas situaciones, sufras raptos de ira, pánico o estrés. O que, en un momento de peligro, tu cerebro reptil te lleve a dar un salto o realizar cierto movimiento antes de que tus otros dos cerebros tengan siquiera la posibilidad de procesar lo que ocurre.

Todo esto son ejemplos de conflictos entre tus tres cerebros. Con toda seguridad has experimentado muchos más a lo largo de tu vida, por lo que no te costará trabajo imaginarte otros.

Además, como ya hemos dicho antes, en estos conflictos los cerebros más antiguos tienen las de ganar, al menos sin el entrenamiento adecuado. Si no me crees, piensa en lo difícil que te resulta dejar de mirar o pensar en una mujer que te atraiga sexualmente. O en lo mucho que te cuesta recuperar el estado de calma habitual cuando estás nervioso, asustado o estresado por algo que te acaba de ocurrir o está a punto de hacerlo. Y esto te sucederá aun cuando entiendas que te conviene sustituir por otras dichas reacciones[31].

LA ATRACCIÓN NO SE DA A NIVEL INTELECTUAL

Pues bien, mi querida Máquina de Supervivencia y Replicación de Cerebro Triuno, tengo noticias frescas para ti. Si quieres aprender a atraer a las mujeres, debes ser capaz de comunicarte con la parte más profunda de su persona. En otras palabras, debes empezar a comunicarte mejor y más directamente con sus mentes instintiva y emocional.

Esto es así porque la atracción se lleva a cabo sobre todo a estos dos niveles. De hecho, la mera conexión intelectual rara vez produce atracción en nuestro mundo. Y, si lo hace, esto ocurre de forma muy lenta.

Piénsalo. No importa cuánto estés de acuerdo con una persona ni cuán admirable te parezca su forma de pensar o sus razonamientos. Si se trata de una mujer mayor, flácida, arrugada y peluda, seguramente seguirás prefiriendo acostarte con esa vecinita que es gogó de discoteca.

Pues bien, a las mujeres tampoco las vas a convencer con argumentos de que se sientan atraídas por ti. La atracción la tienes que crear a nivel profundo, comunicándote con esas otras partes más profundas de ellas, de las que a menudo ni siquiera son conscientes.

EL CEREBRO COMO ORNAMENTACIÓN SEXUAL

Hemos dicho que la atracción no se da a nivel intelectual, pero ¿quiere eso decir que el cerebro no juega papel alguno en el cortejo de nuestra especie? Parece que lo cierto es, precisamente, todo lo contrario. No es ya que el cerebro humano resulte útil como reclamo sexual: es que, según parece, hay partes en él que no cumplen otra función.

En otras palabras, la evidencia apunta a que el cerebro en los humanos ha alcanzado grados de desarrollo completamente innecesarios si descartásemos su función procreadora. Vamos, que el cerebro se ha desarrollado en nuestra especie de manera similar a como lo ha hecho la cola del pavo real.

Son ya muchos los científicos que sostienen esto. Geoffrey Miller, en su libro The Mating Mind, lleva a cabo un profundo análisis de las funciones de nuestro cerebro y llega a dicha conclusión. Que, a diferencia de lo que ocurre en el caso del pavo real, en nuestra especie la ornamentación sexual ha evolucionado internamente. Y es en este sentido que el cerebro humano ha transcendido su función como herramienta de mera supervivencia para convertirse en ornamentación sexual.

CONFLICTO DE PROGRAMACIONES

Uno de los problemas de nuestra cultura es que, a menudo, nuestro programa social entra en conflicto directo con el genético. Así, se espera de los hombres que sean felices en una relación monógama y que las mujeres escojan como parejas a hombres que carecen de las cualidades necesarias para atraerlas.

Resulta, pues, natural que ambas programaciones entren en conflicto con frecuencia.

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