4

Después de la Puerta de Jade, entraron en la provincia de los «arqueros montados» del yam imperial. Cada ocho leguas había un yam o posta, lo que los mahometanos habrían llamado caravasar, pero mucho más lujosos que cualquiera de los que habían visto en el desierto. Un oficial imperial los esperaba a su llegada, y Josseran y Guillermo recibían cada uno una habitación amueblada con camas de madera y en algunos casos hasta con colchas de seda. Cada yam tenía almacenes y cocinas, y hasta sirvientes para llevarles refrescos.

También había grandes caballerizas, rodeadas por amplias praderas donde pastaban centenares de caballos, mientras otros esperaban en los corrales, listos para que los ensillaran.

Josseran muy pronto comprobaría el propósito de aquellos lugares.

A última hora de una tarde, se habían detenido en una posta remota y estaban desensillando los caballos cuando vieron que se les acercaba un jinete por el norte, oyeron el triste gemido de un cuerno de posta. Mientras el caballo entraba al galope en el yam, un caballerizo salió de los corrales llevando de la brida un caballo ya ensillado y listo para montar, con resplandecientes guarniciones rojas y con una manta bajo la silla del mismo color. El jinete desmontó en medio de una nube de polvo y sin pronunciar una sola palabra, montó el caballo fresco.

Josseran apenas alcanzó a vislumbrarlo; el torso cubierto de anchos cinturones de cuero, la cabeza envuelta en gruesas fajas de tela. Llevaba un gran medallón de oro alrededor del cuello. Después siguió su camino al galope, dejando que el caballerizo cogiera las riendas del caballo sudoroso y extenuado. A los pocos minutos, era sólo un punto en la planicie, atravesándola hacia el oeste, el camino por donde ellos habían llegado.

—¿Quién era ése? —le preguntó Josseran a Hombre Borracho.

—Un flecha montada —contestó Hombre Borracho—. Un mensajero del kan de kanes.

Más tarde, Hombre Borracho y Sartaq les explicaron qué eran los yam imperiales de Qubilay; lo hicieron con tanto orgullo como si se tratara de algo de su propia invención.

Un flecha montada, explicó Sartaq, llevaba mensajes urgentes de y para la Corte Imperial y se intentaba que avanzara a todo galope durante todo el día.

—Puede viajar alrededor de ochenta leguas por día, cambiando de caballo en cada yam. Si se trata de una emergencia, hasta puede viajar toda la noche y los lacayos corren delante de él a caballo con antorchas. El kan de kanes puede recibir un mensaje de un lugar que queda a diez días de viaje en sólo un día y una noche.

»Cada aldea y cada ciudad debe proporcionar caballos para las postas, de modo que eso no le cuesta nada al kan de kanes. Él proporciona caballos sólo a las postas de las estepas o a las del desierto que están deshabitadas.

Explicó también que los gruesos cinturones que rodeaban el torso del jinete le ayudaban a mantenerse erguido en la silla y las tiras que le cubrían la cabeza lo protegían del viento y las piedras.

—¿Y si un caballo queda lisiado? —preguntó Josseran.

—¿Has visto la medalla de oro que lleva al cuello? Es el paizah, el sello del kan de kanes. Con eso puede obligar a cualquier hombre a entregarle su caballo bajo pena de muerte.

—Si el mensaje no es urgente, puede llevarlo un mensajero a pie —añadió Hombre Borracho—. Ellos viajan una legua entre cada aldea, donde el mensaje se entrega a otro corredor. Usan una faja con campanillas a la cintura para advertir de su llegada al siguiente yam para que lo esté esperando un corredor fresco que se hará cargo del mensaje en cuanto llegue.

—Pero ¿podéis estar seguros de que todos los corredores cumplen con su tarea?

Sartaq rió.

—Nadie se anima a desafiar al kan de kanes. Además, en cada fuerte hay un empleado que anota las horas de llegada y de partida de cada mensajero. Nuestros oficiales hacen inspecciones mensuales en cada estación y cualquier corredor que sea lento en su trabajo sufre un castigo.

Ese amplio y complejo sistema de mensajes no se parecía a nada que Josseran hubiera visto u oído antes. Se sorprendía continuamente a medida que viajaban hacia el este atravesando el Imperio del Centro, y lo convenció de que estaba a punto de conocer a un rey que no se parecía en nada a los salvajes jinetes guerreros de las estepas de debajo del Techo del Mundo. Era evidente que aquel Qubilay no se parecía a Qaidu.

Tal vez tuvieran razón, tal vez después de todo el bárbaro fuese él.

La ruta de la seda
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
Section0135.xhtml
Section0136.xhtml
Section0137.xhtml
Section0138.xhtml
Section0139.xhtml
Section0140.xhtml
Section0141.xhtml
Section0142.xhtml
Section0143.xhtml
Section0144.xhtml
Section0145.xhtml
Section0146.xhtml
Section0147.xhtml
Section0148.xhtml
Section0149.xhtml
autor.xhtml