Epílogo
Para construir la trama de esta obra se han utilizado personajes históricos reales. Los datos han sido recogidos de la documentación habida en bibliotecas públicas, archivos oficiales y libros de diferentes historiadores consultados durante el proceso de creación de la obra.
Las referencias sobre Ignacio de Loyola, que figuran en la obra, son enteramente veraces. Lo es, también, la estrecha y personal relación que el jesuita mantuvo con la hermana sor Antonia Estrada, tornera del convento de las Jerónimas de San Matías. Así como el cofre que este le regaló a la religiosa, junto con un sobrescrito de su autoría con reliquias, de las cuales se decía que solo eran comparables a la impresión de las huellas dejadas por Cristo en su Ascensión. Este cofre y su contenido desaparecieron durante los disturbios de la Semana Trágica de 1909 en Barcelona.
Las paridades existentes entre El peregrino y los ocho primeros capítulos del Quijote de Miguel de Cervantes son del mismo modo veraces, como demuestran los múltiples estudios realizados por eruditos sobre el tema. También la tendencia erasmista del santo y la ocultación de su autobiografía El peregrino. El texto fue secuestrado por la Compañía diez años después de su muerte, desde 1565 hasta casi la segunda mitad del siglo XX. La auténtica biografía fue rescrita por el jesuita Pedro de Ribadenerya bajo el título La vida de Ignacio de Loyola y publicada en 1583 en Madrid. Sea como fuere, los estudios existentes sobre la vinculación del Quijote y El peregrino no son más que la prueba evidente de que entre ambas obras existe una similitud nada casual. Similitud que bien puede esconder, como muchos afirman, un mensaje codificado de ambos autores, tal y como se refleja en la trama ficticia de esta obra.
El proyecto tecnológico HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project), o programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia, que envuelve la trama, está igualmente documentado y es completamente veraz. De todo ello doy una explicación lo más escueta y precisa posible ya que la documentación habida sobre ambos puntos es demasiado amplia y, en cualquier caso, debería ser consultada según la necesidad de información de cada lector.
Los primeros orígenes del proyecto tecnológico HAARP surgen durante la primera mitad de los años cincuenta del siglo pasado, cuando Wilhem Reich logró hacer llover y desviar huracanes. Consiguió dirigir y controlar la capa de argón que rodea la Tierra. El proyecto de Reich era de acción limitada, incapaz de afectar a la ionosfera, algo que sí consigue el HAARP. Wilhem Reich comunicó la importancia de sus investigaciones y el resultado de las mismas al presidente Eisenhower, pero fueron desestimadas, aunque, curiosamente, terminó sus días en la cárcel, donde murió en 1956 por desacato al Tribunal Supremo. En 1958 la Casa Blanca ya tenía un asesor presidencial para la modificación del tiempo. El capitán Howard T. Orville. Es evidente que la información de Reich tuvo que ver en este nombramiento. En los años ochenta, el físico e ingeniero nuclear Thomas E. Bearden trabajó para el departamento de Defensa de EE. UU. como experto en nuevos armamentos. El físico sembró la alarma de que la URSS estaba utilizando técnicas muy sofisticadas para cambiar y modificar a su antojo el clima, así como otros objetivos psicológicos amorales. Esos cambios y efectos sobre las personas y el clima se lograban mediante ondas hertzianas que transmitían energías a gran distancia. Estas ondas, al ser interferidas, creaban un foco de calor en un punto preciso de la atmósfera. Estos trabajos se basaban en los estudios del físico E. T. Wittaker, y fueron publicados en 1903 y 1904, y aunque su importancia era trascendental pasaron desapercibidos hasta los años cincuenta. Las emisiones de las llamada sondas WP se iniciaron en 1976. En 1985 el clima de EE UU se alteró de forma brusca. Según los estudios del físico e ingeniero nuclear Thomas E. Bearden, estas frecuencias persiguen un objetivo más poderoso, si cabe, que alterar el clima; interferir en los procesos cerebrales de los seres humanos.
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