Capítulo 63

La sor seguía hablando, pero yo no la escuchaba. Mis pensamientos se habían perdido en sus palabras y, junto a ellas, en la posibilidad, en la terrible posibilidad que se abría ante mis ojos: que el zapatero al que se refería la hermana, el cuñado de Salas, fuese Josep. Era el topo perfecto, del que nadie sospecharía, y menos Salas.

Josep había manifestado a mi esposa que mi padre y él eran íntimos amigos, por lo que lo más probable era que mi padre fuese el topo dentro del convento, y Josep, su enlace en el exterior. Un enlace que traicionó a su propio cuñado, que incautó toda la información que él, Salas, intentaba sacar del convento. Mi padre, según los acontecimientos, debía de conocer lo que Salas estaba haciendo y la información que Josep recibía.

Cuando me reuní con Reyes y Daniel, les comenté todo lo que había visto y lo que la sor me había contado, pero también les hice partícipes de mis dudas, del temor que sentía.

—También cabe la posibilidad de que tu padre fuese traicionado por Josep y que él haya estado vigilándote por mandato expreso de la organización; recuerda que lo afirma en la grabación. Si Josep engañó a su propio cuñado, como todo indica, si fue capaz de no hacer nada para evitar su muerte, teniendo constancia de que iba a suceder, con mayor motivo le sería indiferente que asesinaran a tu padre. Recuerda que aunque todo señala que el cadáver que tu madre identificó podía no ser el de tu padre, no sabemos si el cuerpo del forense que no se encontró en la casa de Madrid era el de tu padre. Tal vez estemos equivocados y el décimo forense sea otro de ellos, uno que pasó desapercibido. Debemos buscarle en Piamonte, en la dirección que te ha dado la sor, pero antes debes inspeccionar el convento.