Capítulo 46
—Esta es la misma estrella que Ruiz talló en la cruz. Las doce puntas representan las doce tribus del pueblo judío, los hijos de Iaacov, el Patriarca. Todas ellas encierran un espacio, el cual representa la forma en que se establecen los Hijos de Israel en el desierto. En el centro está el santuario con los levitas y sacerdotes. A su alrededor, las doce tribus en cuatro grupos de tres, tal y como yo he puesto sus nombres en el papel. Pero en la estrella que Ruiz debió de tallar, hay una diferencia sustancial. Si observan ustedes con detenimiento el dibujo, verán que en su centro hay una palabra. Estoy seguro que Ruiz no puso esa palabra ahí. Ruiz talló la estrella sin nada, solo hizo su forma. Tuvo que ser Salas. Él, según tengo entendido, era el dueño de esta cruz —dijo señalándola—. Es un símbolo egipcio y nada tiene que ver con la estrella judía. Ruiz, como buen judío, jamás habría tallado ese nombre ahí —repitió el anciano, señalando el centro mismo de su dibujo, en donde solo aparecía un círculo, con el dedo anular.
Los tres volvimos a mirar con más detenimiento el grabado, pegando la lupa a él y acercándonos todo lo posible. En el centro estaba escrita, como el rabino había dicho, una palabra: Aanroo.
—En la Estrella de David, ese lugar corresponde, como ya les expliqué, al santuario con los levitas y sacerdotes. Aanroo es una palabra egipcia y pertenece a la segunda división del Amenti. El Amenti se entiende como la morada del dios Amen, o Amoun, o también el dios secreto, escondido. Es también el reino de Osiris, que está dividido en catorce partes. Cada una de sus partes está, según los egipcios, destinada a algo relacionado con la vida del difunto. Entre las catorce divisiones está esa palabra —dijo señalando la cruz—, Aanroo; el campo celestial del Aanroo está rodeado de una muralla de hierro, sembrado de trigo, y los difuntos se hallan representados segándolo para el «Señor de la Eternidad». Sin lugar a dudas, creo que Salas puso Aanroo en el centro de la estrella para decir que allí está el lugar de reunión de las doce tribus, que en esta historia serían los doce forenses que componían el grupo. El centro de todo para Salas es Aanroo.
—¿Estaba intentando decir que los doce estaban en el Aanroo? ¿Que iban a morir? —preguntó Reyes.
—Puso Aanroo porque la palabra definía el estado en que se encontrarían los doce miembros del grupo, pero eso, aunque probablemente constituya la primera parte del mensaje, no es lo esencial del mismo. En la segunda vertiente, o el significado tácito del nombre, nos está diciendo las características del lugar en donde se encuentra la puerta que abre esta llave.
—Un cementerio —dije instintivamente.
El viejo no respondió a mi comentario, como si no me hubiera escuchado, dijo:
—La palabra nos dice que es un cementerio rodeado de vegetación y por una muralla, como el Aanroo. Y la estrella probablemente pueda ser el plano que conduzca dentro del camposanto al lugar exacto donde esté la hendidura para introducir la tija: que es el centro mismo de la estrella. Incluso, si tenemos en cuenta la leyenda sobre la huida del rey David de los filisteos, llegaríamos a una conclusión similar.
—No conozco esa leyenda —dije.
Él me miró y continuó:
—Se dice que el rey David, cuando escapaba de sus adversarios los filisteos, se escondió en una cueva. Después de que entrase en ella, una araña tejió su tela en la entrada de la guarida y le dio la forma de Magen David. Sus perseguidores llegaron a la cueva, pero al ver la tela de araña que flanqueaba la entrada pasaron de largo pensando que, si esta estaba intacta, nadie podía haber entrado allí durante mucho tiempo. Es evidente que el símbolo elegido por Salas indica con claridad un cementerio y una cueva o hendidura en la tierra. Me atrevo a asegurar que es el cementerio municipal. El nombre que recibe es Nuestra Señora del Sagrario, y sigue rodeado de campo, como antaño. Tendrán ustedes que localizar los planos antiguos para poder situar el dodecaedro bien. Teniendo en cuenta que la estructura y las dimensiones desde entonces hasta ahora han sufrido variaciones. Si mis hipótesis son acertadas, el lugar estará en la parte antigua del cementerio y es muy probable que se sitúe en un panteón familiar. Eso sería lo idóneo, aunque puede ser cualquier tumba o, tal vez, un nicho, ya que no se sabe qué puede contener ese lugar ni sus dimensiones.
—Y el papiro, ¿es judío, verdad? —inquirió Daniel.
—Como supusieron ustedes —continuó el rabino, tomando el papiro entre sus manos—, este material —dijo pasando la palma por el dibujo del escarabajo— está confeccionado con piel de cordero y su color blanco nos da muestras claras de que su elaboración fue con cal. Para ello se remoja la piel en agua con una mezcla de cal que hace que quede blanca y resistente. Una vez que se ha mojado lo suficiente, se saca, se extiende, se le quitan los pelos y se alisa y prepara para escribir los sagrados textos de la Torá. Si se hubiese utilizado el proceso de curtido, la piel no tendría ese aspecto, ya que se le aplica ácido tánico y esto hace que se ponga oscura. Este no es el caso, pero sí puedo asegurarles que la persona que lo confeccionó era judío y que esta no era la primera vez que lo hacía, pues su confección es perfecta. Si observan el dibujo del escarabajo, en su cabeza hay otra palabra, Aahla. También es egipcia y nos vuelve a llevar al mismo sitio. Corresponde a una de las divisiones del Kerneter, que son las regiones infernales. El Amenti una vez más. Su significado es «Campo de paz». Si hubieran sido ustedes más observadores, y con un buen diccionario de hebreo y terminologías egipcias, no hubieran requerido mis análisis. La clave de todo el trabajo que hizo su padre —dijo mirando a Reyes— se basaba en la observación y el razonamiento simple de los objetos. El primero, el dibujo del escarabajo, nos habla de la muerte. El material en que está confeccionado nos lleva a los judíos. La llave, la cruz de Ankh, nos conduce al mismo lugar si le damos uno de sus simbolismos, el que más se ajusta al resto de los objetos. Este sería: la llave que abre el reino de los muertos. Y la llave tiene en una de sus tijas la estrella de David. De nuevo la palabra que hay grabada en el centro del dodecaedro, Aanroo, nos indica un camposanto, un campo de paz, el reino de los muertos. Un cementerio en el que, sin lugar a dudas, debe de estar el lugar que abre la llave.
—Pero, si me permite —le interrumpió Reyes—. ¿Por qué utilizó ese material, me refiero a la piel de animal, y siguió las mismas técnicas que utilizan los judíos y no lo hizo en un papiro vegetal?
—Es muy probable que solo lo hiciera para distinguir el dibujo de otros semejantes a él. Eso sería razonable, si tenemos en cuenta que la palabra que tiene el coleóptero no se aprecia a simple vista, hay que ampliar la figura con una lente. Tal vez ocultó el cuadro entre otros similares o idénticos y eso le permitió a simple vista distinguirlo entre los demás. Es probable que solo lo identificara él. Una persona que conozca bien este material no tendría ninguna dificultad en hacerlo de un solo vistazo. ¿Saben ustedes si existieron más dibujos como este? —preguntó.
—Sí —respondí—. Cada uno de los forenses tenía uno igual. Eso me hizo saber una de las religiosas del convento en donde Salas fue asesinado.
—Entonces lo más probable es que así fuera.