42

Me muero de los nervios, aún no estoy segura de saberme los pasos que hay que seguir, solo espero que Alex lo haga tan bien como siempre y sea capaz de llevarme en esos momentos en los que no recuerde cómo continuar. Estiro el vestido, tiene una pequeña arruga, debería estar perfecto, pero el no dormir durante varias noches, por culpa de los nervios y de… Kellin, causa sus estragos, entre ellos el hecho de que tenga ojeras hasta la barbilla y que me haya despertado más estresada de lo normal.

—Madre mía… Vaya cara tengo.

Voy hacia los vestuarios, necesito beber un poco de agua, acabar de retocarme el peinado y que Natalia me ayude con el maquillaje. ¿Dónde demonios se ha metido? Estoy al borde del infarto, debería de estar aquí desde hace más de quince minutos, y no ha hecho ni un amago por aparecer.

—¿Dónde puñetas estabas? —le pregunto cuando asoma la cabeza tras la puerta.

—Perdida, supongo.

Niego con la cabeza, esta muchacha mucho echa la bronca pero luego bien que llega tarde cuando quiere. Me saca de mis casillas, y me pone aún peor que se haya retrasado así.

—Pues ya te vale… —murmuro histérica.

—No estés tan nerviosa, hermanita.

—¿Cómo no voy a estarlo?

Poco después, aparecen Collins y Kellin con una sonrisa de oreja a oreja, pero cuando este último me ve se queda pasmado. Natalia acaba de ponerme el pintalabios rojo que el Estiradillo le regaló hace bastante tiempo, y del que ha enamorado hasta no poder más.

—Creo que es mejor que les dejemos hablar —dice Natalia.

—Sí, mejor, porque no veas como estás. —Ríe Collins.

Nati coge a su futuro marido y salen de los vestuarios, para que pueda hablar tranquilamente con Kellin. Ha sido una semana de locos, jamás pensé que fuese a pasarse con tanta rapidez, pero la verdad es que me ha ayudado a conocer un poco más a mi galesucho, quien se ha comportado como un auténtico caballero, me ha ayudado en todo lo que ha podido y más. He visto cosas que me han hecho estar segura de lo que he decidido respecto a él y a Tyree, además ha sabido dejar a un lado lo que ocurrió con Alex.

—Dios…, eres tan bonita —murmura.

Se acerca a mí, acaricia mi rostro con cuidado, sin hacer mucha fuerza.

—Estás preciosa, Lu.

—Gracias, Lund. —Sonrío.

Me pongo de puntillas, dándole un casto beso, para que no se me vaya el pintalabios que tan perfectamente me ha puesto Natalia.

—Madre mía, nena…

—¿Qué, león?

—Te esperaré bajo el escenario para ser el primero que te felicite por esa maravillosa actuación que estás a punto de realizar.

—Gracias.

—Nena —me llama antes de alejarme.

—¿Sí?

—Te quiero.

Mis ojos se llenan de lágrimas, llenas de orgullo y de amor. Me abalanzo sobre él, abrazándole con fuerza y besando sus mejillas y labios cientos de veces.

—Nos vemos luego. —Sonríe contra mi boca.

Asiento, sé que estará ahí, que sus ojos acompañarán cada uno de mis movimientos, igual que lo hará Alex. Alguien da varios golpes en la puerta, es Elisabeth, no nos queda nada para salir.

—Vamos.

Antes de irme le doy un buen beso al galés, no me importa que se me vaya el pintalabios, ¡al cuerno!

—Nos vemos luego, leona.

Cuando salimos del vestuario nos encontramos a Laura, con esa hermosa sonrisa que tiene, con un vestido estrecho de color rojo, precioso, que le sienta como un guante. Alex la observa de arriba abajo, y no puedo evitar mirarla alzando las cejas.

—Creo que no os conocéis, ¿no?

—Pues… creo que no tengo el placer —contesta mi compañero.

—Esta es la hermana de J.D.

Se dan dos besos, puedo ver cómo los ojos de mi amiga brillan, parece que le ha gustado Alex. Sonrío y le guiño un ojo a Laura.

—Tenemos que marcharnos ya, pero luego podemos ir a tomar algo —les digo.

—Claro, estaría genial —contesta Laura.

Subimos al escenario, espero junto a Tyree que no deja de observarme.

—Estás guapísima.

Sonrío, espero que al público le guste más el baile que yo, o aunque sea la mitad de lo que les está gustando a ellos el atuendo.

—¿Estás preparada? —me pregunta Alex, tomando una de mis manos.

La acaricia con cuidado, me abraza y me da un ligero beso en la coronilla.

—Sé que lo harás genial.

—Ayúdame, Tyree.

—Tranquila, no voy a separarme de tu lado.

No sé si realmente estoy preparada para esto, jamás he bailado delante de tantas personas, pero ahora no puedo echarme atrás, se lo debo a Alex y a Elisabeth, gracias a ellos el baile volvió a ser lo que antes era en mi vida, un desahogo para todo aquel mal que me rondaba. Cojo aire, asiento para mí misma, animándome a continuar con toda esta locura.

—Vamos, qué nosotros podemos, vamos —me anima Alex.

—¡Sí! —Le sonrío.

Mi cuerpo se paraliza durante unos segundos al salir, no puedo evitar mirar a toda esa gente que observa cada uno de los pasos que doy sobre el escenario. Alex coge mi mano, la aprieta ligeramente y me pide que fije mi vista en la suya, y es ahí donde encuentro la paz, junto a la música que empieza a sonar. Ed Sheeran nos acompaña con su «Thinking out loud», calmando los nervios que hacía unos segundos que me impedían moverme.

La canción toma el control de mi cuerpo, haciéndome olvidar los cientos de ojos que hay en la sala. Mi vestido blanco se mueve de un lado a otro cuando Alex me coge por la cintura, guiando mi cuerpo por encima del escenario. Durante unos segundos, me fijo en lo guapo que va, esa camisa con el chaleco le sientan demasiado bien, se merece a alguien que sepa apreciar lo que yo veo, pero no puedo corresponder. Doy vueltas sobre mis propios talones, hasta que coge mis manos y con una de mis piernas rodea su cintura, para más tarde dejarla libre.

—Lo estás haciendo genial —me susurra al oído.

Mi corazón se está volviendo loco, cuando siento como me coge en brazos, cobijándome bajo su fuerte cuerpo, haciéndome volar a su lado, provocando que todo el público se ponga en pie maravillado por cada uno de los pasos que damos.

Nos dejamos llevar como dos plumas danzando en el aire, moviéndose entre las corrientes a un mismo son, complementándonos el uno al otro. Nos sumimos en una de nuestras burbujas, de esas que te aíslan de todo para simplemente sentir. Sí, eso hacemos, sentir.

Al terminar la función y ver como las cortinas se cierran, Alex vuelve a cogerme de la mano y tira de mí hasta que me quedo abrazada por completo a él. Sonrío, siento como mi cuerpo aún tiembla a causa de todos los nervios que he pasado durante el día, y que he arrastrado toda la semana.

—Has estado espectacular.

—Tú también, Tyree.

Le doy un golpecillo en el pecho cuando me separo de él y le beso la mejilla, agradeciéndole todo lo que ha hecho por mi durante el tiempo en el que hemos estado juntos. Ha aguantado mis tonterías y bajones como nadie antes había hecho, salvo Natalia, ella debería llevarse un premio.

—Gracias… —murmuro.

—¿Por qué?

—Por todo lo que has hecho por mí, Alex, te mereces a una mujer tan maravillosa como lo eres tú.