Capítulo 43

Cavó en la tierra como si fuera un niño, canturreando suavemente.

—Un indito, dos inditos, tres inditos… cuatro inditos, cinco inditos, seis inditos… No tenemos el séptimo ni el octavo indito… ¡pero por ahora va bien!

Puso el sustrato rico y húmedo en los agujeros, y después se sacudió las manos y abrió un paquete de semillas que había comprado en la ferretería local. Mientras salpicaba las pequeñas simientes, comenzó a reírse. Criando malvas, literalmente. Ah, a veces era muy gracioso.

Se incorporó, se quitó la tierra de las rodillas y tomó la manguera. Abrió el grifo del agua y se dio la vuelta para admirar su jardín recién plantado. Qué precioso.