Capítulo 34
Pasó como un bólido junto al coche del agente del FBI. Era muy divertido. Allí estaba aquel hombre, buscándolo por todo el sureste, y si hubiera mirado a su izquierda, habría visto el rostro sonriente de aquél a quien buscaba. Era una pena, verdaderamente. No sabía a lo que se estaba enfrentando.
Él había estado observando al hombre alto del FBI. Lo había visto junto al cuerpo de Christina, en silencio, furioso, haciéndose preguntas. No necesitaba preguntarse mucho más. Ya casi había llegado el momento.
Arrugó la nariz; el olor del coche estaba empeorando. Iba a tener que limpiar bien el coche. Lavar el maletero, también, y poner más hielo en el congelador. Era una suerte que tuviera los cristales tintados, porque la expresión de su cara habría sido suficiente para atraer algunas miradas. Siempre estaba la bolsa del suelo del asiento trasero. Una bolsa de cuero insulsa, pero cuyo contenido provocaría asombro.
El hombre sonrió. Aquello iba muy bien. Sólo tenía que hacerlo una vez más, y entonces, sería el momento de que volviera triunfalmente para ver los fuegos artificiales desde la seguridad de su propia casa. Esperaba que por fin, ella estuviera entendiéndolo todo. Él sabía que era muy lista. Aquello lo arreglaría todo.