Capítulo 35
Taylor estaba sentada en su escritorio, tamborileando con los dedos en la madera. ¿Dónde demonios estaba Baldwin? Ella había captado su excitación por el teléfono, y había estado revisándolo. Sin embargo, no tenía los detalles, y se sentía frustrada. Quería estar ahí fuera persiguiendo a aquel asesino, en vez de estar encerrada en su oficina. Sabía que había ayudado, pero demonios, sería estupendo estar ahí fuera, arma en mano, acechando al acechador.
Lincoln y Marcus entraron en la oficina de Taylor, interrumpiendo su pensamiento. Ella se sobresaltó y los miró. Durante una hora se había olvidado del caso de Betsy Garrison y del Hombre de la Lluvia. Intentó concentrarse.
—Hola, chicos. ¿Me habéis atrapado a un violador?
—Lo siento, teniente, pero no. La huella que encontraron pertenecía a Brian Post, así que era una pista falsa. Marcus y yo hemos estado estudiando todos los expedientes de personal que viva por esa zona, en busca de un policía que viva cerca de los supermercados y el gimnasio. También hemos ido a preguntar al gimnasio, y hay unos cuantos de los chicos que van allí. El problema es que ninguno encaja con la descripción del policía que ha dado la última víctima. Y hablamos con Betsy. Ella nos dijo que estaba segura de que no era ninguno de esos tipos. Los conoce, y no cree que merezca seguir la pena buscando en esa dirección.
Taylor señaló hacia las sillas que había frente a su escritorio, indicándoles que se sentaran. Ellos lo hicieron, y Taylor se acomodó en su asiento.
—Marcus, ¿tú qué crees? ¿Crees que es un policía?
—No, no lo creo. Al menos, no creo que sea miembro de la Policía Metropolitana. Hemos investigado un poco a la víctima. Tiene una acusación por resistencia a la autoridad y conducción bajo los efectos del alcohol. Me pregunto si ha acusado al policía que la arrestó durante el control de tráfico, consciente o inconscientemente. Además, pidió una orden de alejamiento contra un tipo llamado Edward Hunt. Creo que vamos a ir a hablar con él, también, por si ha estado merodeando por su casa. Quizá la mujer haya tenido alucinaciones. Una violación es algo muy traumático. De todos modos, sería de gran ayuda recibir los resultados de ADN del laboratorio de Tennessee, aunque supongo que eso no va a ocurrir muy pronto.
—Bueno, entonces parece que tenéis un plan. Id al edificio del Buró de investigación de Tennessee para ver si pueden ayudar. Yo voy a estar trabajando con Baldwin durante el resto del día, pero estaré pendiente del teléfono móvil, por si me necesitáis.
Los dos la miraron, pero se encogieron de hombros. El hecho de poder trabajar fuera del edificio de oficinas era una de sus prerrogativas.
Los detectives se marcharon y ella abrió el ordenador portátil de Whitney Connolly y apretó la tecla que la llevó al correo electrónico de la difunta. No había nada nuevo, así que Taylor salió del programa y comenzó a revisar carpetas, hasta que una le llamó la atención. Whitney la había llamado «Notas» y tenía la fecha del día en que había muerto. Al menos, había accedido a ella esa misma mañana.
Taylor abrió la carpeta y vio un embrollo de anotaciones y marcas. Whitney tomaba notas en el ordenador con unas abreviaturas que tendrían más sentido para una adolescente que estuviera enviándole mensajes a su mejor amiga. Era muy complicado, y las palabras estaban acortadas, pero vio los seis poemas con sus posdatas, y la letra Q aparecía varias veces.
También había unas cuantas anotaciones con QJB, y Taylor supuso que aquéllas eran las iniciales de Quinn y Jake Buckley. Sin embargo, el resto estaba demasiado embarullado como para que pudiera entenderlo. Sabía que algunos periodistas tomaban notas con su propio código para que nadie pudiera robarles el trabajo, y era evidente que Whitney era una de ellos.
Cerró aquella carpeta y comenzó a revisar las demás. Todas estaban escritas del mismo modo. Sería mejor dejar que lo descifrara Baldwin, o uno de los compañeros de trabajo de Whitney.
Justo cuando pensó en él, Baldwin apareció en la puerta de la oficina como si ella misma lo hubiera conjurado desde las profundidades de su mente. Al verlo, Taylor notó que se le aceleraba el corazón. Se levantó y le hizo un gesto para que entrara y cerrara la puerta. Él lo hizo, y ella lo abrazó.
Baldwin le dio a Taylor un beso profundo, al que ella correspondió casi con gratitud. Él percibió que había ocurrido algo, que algo no iba bien desde hacía días. Sin embargo, la conocía lo suficiente como para saber que ella se lo contaría cuando estuviera lista. Mientras, Baldwin necesitaba averiguar si había otra víctima.
Taylor terminó de besarlo y le sonrió, acariciándole la nuca de una manera que consiguió que Baldwin quisiera olvidarlo todo y hacer el amor con ella allí mismo, en la mesa. Sin embargo, Taylor se detuvo, sonrió de nuevo con inteligencia y se dio la vuelta para mostrarle el ordenador portátil a Baldwin. Lo empujó ligeramente por el pecho y él se cayó en la silla, y ella puso el portátil en el escritorio, frente a él, para que pudiera verlo con facilidad.
Baldwin respiró profundamente, se recuperó y se concentró en el trabajo.
—¿Éste es el correo electrónico de Whitney Connolly?
—Sí. He revisado los correos y he intentado leer su carpeta de notas, pero usaba una especie de taquigrafía para abreviar, y no entiendo nada. Lo que sé con seguridad es que el marido de Quinn Buckley es el vicepresidente de Health Partners, y tú has dicho que tres de las víctimas trabajaban en hospitales de esa empresa; y que, además, Whitney está recibiendo correos electrónicos con los mismos poemas que se hallaron en los escenarios del crimen. Como has dicho que nadie sabía nada de las notas, eso significa que el asesino la ha elegido para ponerse en contacto con ella. Todavía no he cursado la petición de que revisen su coche para investigar si hubo algún sabotaje; parece que tuvo un accidente fortuito. Sin embargo, puedo hacerlo si tú quieres. Además, creo que tenemos algo que investigar en el horario de viajes de Buckley, ¿no te parece?
Baldwin estaba tecleando en el ordenador. Se mordió el labio, pensando.
—Así que el último correo llegó después del accidente de Whitney, ¿verdad?
—Sí. ¿Por qué, Baldwin, en qué estás pensando?
—Creo que el asesino no sabe que Whitney está muerta. Eso significa que no está en Nashville, porque supongo que su accidente habrá tenido mucha repercusión en los medios de comunicación locales estos últimos días, ¿no?
—Ha habido muchas noticias para homenajearla, principalmente. Su historia, su vida profesional, sus credenciales, ese tipo de cosas. Nada sobre el secuestro que sufrieron Quinn y ella de pequeñas. Sólo cosas muy dulces, muy respetuosas. Al verlo, uno podría pensar que era la mejor amiga de todos los habitantes de la ciudad.
—Y supongo que ninguna de esas cosas llegó a la televisión nacional.
—Bueno, no lo sé con seguridad. Puedo hacer unas llamadas para enterarme. ¿Por qué?
—No importa. Hablé con Garrett de camino hacia aquí. El perfil geográfico señala a Nashville como uno de los tres puntos centrales de operaciones. Está a menos de un día de camino de todos los escenarios del crimen. Si el programa informático ha acertado, y el asesino es de Nashville y no sabe que Whitney ha muerto, ésa sería la explicación de que siga enviándole correos electrónicos. Lo que hay que hacer es encontrar el origen de esa dirección de Internet, y yo tengo que ir a Health Partners y hablar con Louis Sherwood. ¿Has hablado tú con Quinn?
—No, no quería decírselo hasta que supiera más.
—Pues habla con ella e intenta enterarte de algo más. No se lo cuentes, sólo presta atención por si ella suelta algún detalle bueno. Nos veremos en casa después de las reuniones, ¿de acuerdo?
Se inclinó por encima del escritorio y le dio un beso lleno de promesas.
Cuando iba por el pasillo hacia la salida del edificio, sonó su teléfono móvil. Era Grimes.
—Baldwin, nos han informado de que han encontrado un cadáver en Louisville. Kentucky.
—Pero no hubo denuncia de desaparición en Asheville, ¿no?
—No, y tenemos la esperanza de que esto no tenga relación con el caso. Pero Louisville es una de las ciudades de la lista en la que Health Partners está presente, así que creo que será mejor que lo comprobemos. ¿Vas a ir a Louisville? ¿Quieres que nos reunamos allí?
—En este momento, necesito seguir la pista aquí en Nashville. El perfil geográfico indica que hay posibilidades de que Nashville sea un centro de operaciones. Creo que el asesino tiene aquí su base. Creo que ha estado en contacto con una de las reporteras locales. Estaba esperando a tener la confirmación para contártelo. Quería estar seguro de que los poemas que hay en los escenarios del crimen corresponden con los poemas que él le estaba mandando por correo electrónico a la periodista. Y sí corresponden. A partir de ahí, la historia se vuelve una locura. La periodista, Whitney Connolly, tenía miedo por su hermana gemela, y estaba intentando avisarla de algo. Sin embargo, murió en un accidente de tráfico antes de poder decirle de qué. Hemos averiguado que el marido de la hermana, Jake Buckley, es vicepresidente de Health Partners. Así que, claramente, aquí hay algo oculto, y tenemos que llegar al fondo. El asesino envió otro correo electrónico a la dirección de Whitney Connolly, con un poema que no corresponde con ningún otro de los que hemos encontrado hasta el momento. Hay un cadáver en Louisville. Lo más probable es que sea el que corresponde al nuevo poema, pero no lo sabremos hasta que tengamos alguna identificación.
—No sé, Baldwin, no sé. Este caso me ha superado. Creo que nos ha superado a todos. ¿Sabes cuándo envía los poemas? ¿Lo hace cuando atrapa a las chicas? ¿O cuando las mata? ¿Desde dónde los envía? ¿Tiene un ordenador portátil?
—No sé cuál es la respuesta a eso, Grimes. ¿Has preguntado en el Hospital Comunitario de Asheville si hay alguna empleada de la que no tengan noticias?
—Sí, pero todo el mundo ha ido a trabajar. No puedo hacer mucho más, a menos que recibamos una denuncia de desaparición.
—¿Y en las universidades? Hay varias escuelas en Asheville. Sabemos que Shauna Davidson no trabajaba para un hospital de Health Partners, pero asistía a clase allí. Quizá hay estudiantes que vayan a hacer prácticas de laboratorio, o algo así.
—Baldwin…
—Lo sé, lo sé, me estoy agarrando a un clavo ardiendo. Sólo intento pensar…
—No, Baldwin, espera. Creo que tengo una idea. Los centros de salud para estudiantes. Probablemente, no pueden hacer trabajo de laboratorio. Seguro que los mandan fuera.
—Grimes, ésa es una buena idea. Empieza por la Universidad de Humanidades de Carolina del Norte, en Asheville. Es la escuela más cercana al hospital. Comprueba que no haya faltado nadie, haz llamadas a las otras escuelas. Después, ve a Louisville. Yo haré lo que pueda aquí.
Grimes se quedó decepcionado.
—Oh, de acuerdo. Estoy esperando a que me llegue más información de Louisville, pero investigaré aquí. Mientras, avísame de todo lo que averigües, ¿de acuerdo?
—Lo haré. Ve a esa universidad. Tengo un presentimiento.