Capítulo
46
Justo antes de salir a cenar el móvil de la chica sonó, el número era desconocido y se asustó, con todo lo que le había pasado no se sentía segura, Ángelo la notó y la miró fijamente, ver ese miedo en ella no le gustaba, él quería darle toda la seguridad de la que pudiera disponer tanto física como emocionalmente.
—¿Qué pasa? —preguntó curioso.
—Una llamada desconocida —contestó evitando temblar.
—¿Quieres que conteste por ti?
—No, lo haré yo.
Mordió sus labios y respiró intentando mantenerse tranquila, exhaló y contestó.
—Diga.
—¿Mademoiselle Warren?
—Sí.
—Seguramente le extrañará mi llamada soy Hugo Bourgeois, el jefe de la policía de investigación en Rouen, ¿Me recuerda?
—Sí, sí claro, un placer volver a saludarlo.
—El placer es mío, me alegra volver a escucharla, la llamo por dos cosas; una para decirle que desgraciadamente su caso no tiene solución, no hay pistas concretas que acusen a alguien directamente, creo que no podemos hacer nada más sólo cerrar el caso pero por otra parte y es lo segundo, ya supe lo que le pasó en Roma y eso puede ser una luz verde para continuar, otro ataque y en otra ciudad no me parece casualidad, ¿Cree que se trate de su mismo jefe? ¿Cree que sea él mismo quien también la atacó en el museo?
Ariadna comenzó a temblar sin poder controlarse, se mareó y palideció, eso no le gustó a Ángelo quien se apresuró a sujetarla y a sentarla en el sillón más próximo.
—¿Mademoiselle? —insistió Hugo ante su silencio.
—Aquí estoy, lo siento, este asunto me asusta y no sé qué pensar ni qué decir, yo no sé nada.
—Sé que las autoridades americanas se encargarán del asunto pero es mi deber aclarar esto como ciudadano de Rouen para limpiar el prestigio de nuestra ciudad y demostrar que no se trató de ningún ciudadano francés el que atacó a una turista extranjera, ¿Me entiende?
—Sí, sí lo entiendo y está en su derecho, yo conozco a Frank como mi jefe pero…
La chica estaba asustada y no podía pensar al hablar, Ángelo supo de qué se trataba la plática y prefirió él tomar el control evitándole pasar por una vergüenza haciendo que ella se sintiera mejor, Ariadna le susurró en voz baja con quien hablaba.
—Lo siento monsieur Bourgeois, le habla el guarda espalda de la señorita Warren a nombre del señor Di Gennaro —tomó el móvil con determinación fingiendo ser uno de sus empleados—. La señorita no está en condición de hablar sobre ese asunto que le altera su salud mental y emocional y por la paz de los mismos, por orden médica tiene prohibido hablar sobre eso hasta pasado un tiempo prudencial en donde ya esté mejor y apta para dar su declaración sobre lo que pasó en Roma y, hasta saber el proceso que tomará el asunto con su ex jefe, hasta llegado el momento ella no tiene obligación de hablar ni declarar nada aunque sea la principal perjudicada, por ahora sencillamente no está en condición.
—Lo entiendo, pero es mi deber hacer una declaración del caso y redactar un artículo para la prensa, tengo la obligación de pronunciarme ante los hechos e intentar limpiar el prestigio de nuestra ciudad y del museo mismo, pero no quiero tener que decir nada acerca de monsieur Sutherland que pueda enlodarlo más y luego resulte ser inocente, al menos en este caso. Lo cierto es que si de verdad se trató de él, descaradamente se valió de su estadía en la ciudad para hacer algo que nos tiene en la mira siendo nosotros completamente inocentes, ¿Le parece justo? Un ciudadano extranjero que no le importó poner en entredicho el prestigio de un museo de la manera más baja merece que se le prohíba su ingreso y sea declarado persona “no grata” para Rouen, pero como le digo tampoco quiero juzgar ni señalarlo abiertamente, además tampoco quiero tener que mencionar el prestigioso nombre del señor Di Gennaro que parece haber recibido las llaves de Lyon, pero debo aclarar este asunto por el bienestar de nuestra ciudad que no ha dejado de hablar sobre lo sucedido y como ve, no es bueno en cuanto al ámbito turístico se refiere, además de estar de por medio nuestro prestigioso museo, así que como puede ver mi posición es muy delicada.
—Entiendo, voy a darle una idea sobre cómo puede redactar su artículo.
—¿Usted?
—Sí, no se preocupe, yo respondo ante el signore, ¿Tiene donde anotar?
El hombre se apresuró a preparar una libreta.
—Dígame.
—Como es obvio ustedes saben lo que pasó en el museo por la misma boca de la afectada, puede escribir sobre lo que ocurrió en el hotel de Roma, puede mencionar que el atacante fue el mismo jefe de la señorita ya que hay testigos de eso y si gusta, dejar la duda sobre una posible vinculación con lo sucedido en Rouen, el asunto podría encajar ¿no cree? Pueden hacer todas las averiguaciones con las autoridades romanas para que ellos les proporcionen los pormenores del asunto, incluso pueden investigar con los médicos que la atendieron ya que la señorita sufrió una extraña intoxicación por culpa de ese hombre. En cuanto al signore Di Gennaro, ha estrechado un fuerte vínculo con la señorita que va desde lo profesional hasta una bonita amistad que sólo el tiempo dirá el rumbo que esa relación tome, por ahora la señorita Warren está bajo su protección y es por eso que todo asunto en relación a ella se mantendrá lo más herméticamente posible, ¿Quedó claro?
—Muy bien —el hombre terminó de escribir—. Con esto tengo lo suficiente como para calmar los ánimos entre los ciudadanos, trabajaré en el artículo y saldrá publicado mañana mismo.
—Como guste y le agradeceré que por ahora no se moleste más a la señorita con eso, más adelante tal vez, como puede ver, es algo que… no es fácil para ella, ¿Entiende?
—Por supuesto y agradezco su colaboración, merci, au revoir.
—Au revoir.
Ángelo colgó y Ariadna se apresuró a abrazarlo, cada vez que lo conocía le parecía más perfecto.
—Gracias —se limitó a decir apenada.
—Un placer —la estrechó con fuerza—. Olvidemos esto, ¿Nos vamos?
Ella asintió suspirando.
Salieron rumbo al restaurante, Ángelo deseaba regalarle la ciudad eterna, sentía que era el inicio de algo diferente para él y eso lo entusiasmaba. Ariadna estaba sorprendida al saber que las pinturas que había visto y, que creía que eran renacentistas eran obras de él, las que pensó que eran de Botticelli y de Velázquez que miró en Lyon eran de él, la sorprendente habilidad de su Adonis para reproducir pinturas renacentistas la tenía asombrada y a ese talento se debía su fama, incluso las pinturas que había visto de la Toscana también eran suyas, sin duda las manos de su amor eran maravillosas en muchos aspectos. Esa noche en compañía de luces tenues, la preciosa vista de la ciudad nocturna y una exquisita cena al puro estilo italiano Ángelo se abrió más a ella y para ella fue un placer conocer más el otro lado del artista, el hombre común que era y del que ella sentía enamorarse a cada segundo que pasaba. Regresando a la villa tuvieron un momento en el salón de arte en donde Ángelo le mostró su idea de la pintura sobre ella, la quería estilo griega, quería plasmar la divinidad que miraba en ella, el rojo de su cabello le fascinaba y quería resaltar ese color en la pintura, el cabello suelto en una figura desnuda era una fantasía para él y más sabiendo que su modelo había sido completamente suya, pintura y persona serían sólo de él. Esa noche la pasaron juntos, él la llevó a su habitación, por fin Ariadna conocía un lugar tan íntimo y privado que era sólo de él, ninguna otra mujer había estado allí, para las demás habían momentos en la habitación de un hotel pero no para ella, para el artista Ariadna era única y especial y deseaba demostrárselo en todos los sentidos, en esa habitación de diseño renacentista, enorme cama con dosel y seda blanca, volvieron a entregarse.
Al siguiente día fue como una segunda oportunidad para la chica, amanecer en los brazos de su Adonis la hacía suspirar sin cansarse, ese día él tenía unos asuntos pendientes y un desayuno de trabajo así que dejó a su chica como “la señora de la casa” mientras él no estaba. Sintiéndose sola en la enorme villa Ariadna se adentró a la cocina, tenía mucho apetito, abrió la nevera y sacó varias cosas que colocó en la isla del centro, tenía ganas de pan tostado con un omelette pero frunció el ceño al recordar su experiencia con los huevos, por alguna razón todo huevo que cogía al romperlo estaba malo así lo acabara de poner la misma gallina y era algo a lo que nunca le había hallado explicación, sacó dos huevos y los miró fijamente evitando hacerles pucheros, los miró y volvió a mirar, los observó a la luz, los batió un poco para cerciorarse que —en su exageración sin sentido— no hubiera un pollito adentro, los acarició para constatar que la cáscara les daba la adecuada protección y suspirando evitando poner los ojos en blanco. Sacó un tazón y con mucha reserva rompió el primero, en efecto por alguna razón el huevo estaba malo y al verlo y sentir el olor putrefacto la chica corrió al lavatrastos y sin controlarse vomitó, era demasiado para ella, el antojo se le había quitado, se sentía la mujer más inútil del planeta al no poder hacer ni un bendito huevo, estaba harta de sentir la naturaleza conspirar en su contra, se lavó bien las manos con el gel de la vajilla y luego enjuagó su boca, se sentía un poco mareada y se sentó un momento en el suelo, necesitaba respirar, flexionó las piernas y enterró la cara en sus rodillas sintiendo que nunca podría con ese asunto.
—Nunca podré ser una buena esposa —se decía con decepción—. No voy a ser capaz de atender a mi marido como se merece, que inútil soy.
Se levantó y cogiendo una servilleta se la puso en la nariz y sujetando con reservas el tazón, lo lanzó al lavatrastos derramando el asqueroso huevo para que se fuera por el caño, llenó el tazón de agua y allí lo dejó, no pensaba lavar eso ni siquiera con guantes.
Al sentir que el olor había desaparecido cogió un vaso y lo llenó de jugo de naranja, se lo bebió con mucha sed, debido a las náuseas se le había quitado las ganas de comer cereal también así que sacó la mayonesa y la mostaza y untando el pan colocó en ellos un poco de jamón, queso amarillo y lechuga, le echó mucho kétchup y sentándose en la isla procedió a comerse su emparedado, aparte del cereal era lo único que al parecer le salía bien.
Para matar el tiempo la chica pasó toda la mañana en el estudio de su Adonis, cogió uno de sus cuadernos de dibujo y buscando un lápiz grafito procedió a hacer un boceto de su pectoral, se sentía inspirada y deseaba plasmar la idea de la escultura que ella quería de él, luego recordó los extraños tulipanes de colores y dibujó algunas flores, se había obsesionado con ese tono amarillo que les daba más vida, les dio color con lápices acuarelables y utilizando algunos de los pinceles procedió a darle forma a la pintura, obviamente el papel se arrugó pero tenía la idea y los colores en su mente, haría una bonita pintura de las flores sobre lienzo al llegar a Ontario, significaban mucho para ella, habían sido la declaración de su Adonis hacia ella y eso nunca lo iba a olvidar.
A la hora del almuerzo Logan había llegado por parte de Ángelo con unas viandas para ella, pastas, carnes, ensaladas y postre eran el contenido y después de almorzar la chica durmió un poco en su habitación, el medicamento que tomaba y que le habían dado en la clínica la tenía con sueño así que procedió a descansar un poco antes de esperar a su amorcito y perderse en sus brazos.
Dos horas después se levantó y se metió a la ducha, se vistió de nuevo con un traje sport y se sentó un rato frente a su portátil, le escribió a sus hermanas y a Jackie contándoles lo sucedido pero antes de ponerse a trabajar en el informe que debía terminar, un email de Sharon la asustó y la hizo tragar en seco, dudaba en leerlo, era obvio que el asunto con Frank ya se sabía y tenía miedo así como también tenía miedo por lo del asunto con su ex, exhaló y tomando valor lo miró, su cuerpo parcialmente temblaba.
De: Sharon Miller
Para: Ariadna Warren
Asunto: Confesión
Fecha: Junio 28 2013 10:20 a.m.
Hola Ariadna, supongo que te extraña este email pero necesito confesarme ante ti, te preguntarás cómo estoy pues te diré que destrozada y muerta en vida, no sé quien soy ni que hago, el dolor más indescriptible y desgarrador lo he vivido y eso no se puede comparar con nada, aunque reconozco mi maldad no era justo que mi hija pagara, todo lo que he pasado ha sido un castigo a mi mal corazón y en medio de mi dolor y sufrimiento y con el poco aliento de vida que me queda es mi deseo recapacitar al terrible costo de haber perdido a mi hija mayor, ella no lo merecía pero yo sí y antes de que me llegue mi turno y la vuelva a ver quiero tener mi conciencia en paz.
Nunca me imaginé que al hacer algo premeditado el destino me iba a castigar de la manera en la que lo hizo y me resigno, todo ha sido mi culpa, no he sido una buena madre.
No estabas obligada a viajar a Europa, Frank pudo haberlo hecho solo pero me rogó que te asignara con él, yo sabía lo que tú significabas para él, me lo dijo muchas veces, se enamoró de ti desde que te conoció y no concebía la idea de perderte una vez que te casaras con tu novio. Ambos sabíamos que tenían planes en puerta y también sabíamos que al viajar podían venirse abajo como sucedieron, ¿Qué ganaba yo con esto? Solamente fastidiarte la existencia, fui yo la que decidí ante las autoridades que debían asignarte el viaje como asistente de Frank, él quería buscar la manera de tenerte y aprovecharía el viaje para hacerlo, me dijo que iba a conquistarte por lo que tu novio te hizo, que iba a tenerte no sólo como asistente sino como su mujer y que regresaría contigo como un trofeo coronando su triunfo, él buscaba la manera de tener motivos para chantajearte y someterte ante él en todos los sentidos y la mejor manera de hacerlo era a través de lo laboral en donde podía amenazar con despedirte por cualquier motivo, siendo su mujer iba a seguir chantajeándote y abusando de ti como él lo quisiera.
Lo que no contaba era que el destino me cobraría mi error, jamás imaginé que tu ex y mi hija se llegarían a conocer y peor, que él fuera el causante de su muerte, voy a hacer que todo el peso de la ley caiga sobre él sin importarme el poderío de los Farrell en la ciudad, sé que mi hija no era un ángel ni un techado de virtudes pero eso no le daba el derecho de quitarle la vida, aún no tengo claro cómo sucedieron las cosas y él parece “haberlas olvidado” pero confesando o no lo voy a hundir y hacerle pagar lo que deliberadamente hizo.
En cuanto a Frank fue un completo estúpido, aún no hablo con él desde que se fue pero ya informaron al museo lo sucedido y la policía lo espera al llegar, estás en tu justa razón de acusarlo y hacer que pase un tiempo en prisión, el simple atentado es suficiente, obviamente está despedido, él fue asignado a sustituirme y se negó, no quiso volver cuando se le ordenó hacerlo, todo lo que le pase son las consecuencias de sus actos también, además el supervisor contable del museo ya informó sobre un dinero faltante, al parecer Frank se excedió en el presupuesto y a menos que reponga ese dinero que tomó sin autorización será otro cargo más para que sea procesado.
En cuanto a ti la única manera de compensarte es ofreciéndote mi puesto, renuncio a él porque va a pasar mucho tiempo para que pueda recuperarme de la pérdida de mi hija y no quiero que nadie más pierda el tiempo sustituyéndome, me voy a Seattle a pasar un tiempo con la familia de mi hermano, no quiero cometer el mismo error y esta vez voy a dedicarle el suficiente tiempo a mi hijo menor, aún no sé si algún día voy a volver a Ontario, dejo a mi hija aquí y me duele volver.
Estoy haciendo todas las gestiones para que puedas acceder al cargo a la brevedad, es lo menos que puedo hacer, una vez te dije que eras la persona más capaz en kilómetros a la redonda y es la verdad, nadie mejor que tú para estar al frente del departamento, sé que a pesar de todo tu experiencia en Europa te ha madurado más y se que vas a desempeñarte como hasta ahora lo has hecho, con eficiencia, responsabilidad, honestidad y capacidad. Por mi parte sólo me resta pedirte que me perdones, arruiné tu vida y de paso también la mía, las pocas fuerzas que tengo las voy a enfocar en hacerle pagar a tu ex lo que me hizo, ese es el único motivo que aún me ata a Ontario y por el cual aún no puedo moverme, voy a estar tranquila hasta saberlo condenado, yo también voy a afrontar lo que sembré, si no hubiera metido mis narices con respecto a ti y al viaje todo hubiera seguido su curso, tú con tus planes de boda y con tu novio, esto fue una reacción en cadena, si ustedes no hubieran roto su compromiso por culpa de un viaje aún estarían juntos con sus planes y mi hija también estuviera viva.
Lastimosamente ya es tarde para rectificar.
Te deseo un feliz regreso y el inicio de una nueva vida, te mereces lo mejor.
Perdóname.
Sharon Miller
Directora del Dpto. de arte renacentista.
Museum of History and Art.
Ontario, California.
Ariadna terminó de leer con las manos en la boca, en shock y evitando llorar, no se sentía con el valor para contestar, no podía procesar nada. Una caricia en su rostro con el colorido tulipán la hizo brincar asustada, Ángelo había llegado y al verla se inclinó para abrazarla, la chica se aferró a él y lloró, él desconcertado leyó el email y entendió lo que pasaba, suspiró, estrechó con fuerza a su chica y se quedaron en silencio por largo rato.