Capítulo

5

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Contentos y satisfechos por la travesura llegaron a su destino. La residencia Quintana Farrell estilo hacienda era la lujosa vivienda de la hermana del padre de Lucas, era el lugar donde se había destinado un almuerzo para ultimar detalles con respecto a la boda y la planificación de las despedidas de solteros que en dos semanas les harían a los novios. Antes de reunirse con los invitados que estaban en el jardín trasero alrededor de una enorme piscina, Lucas y Ariadna pasaron un momento al baño para arreglarse un poco y no mostrar la evidencia de su encuentro sexual en la camioneta. Una vez listos, juntos salieron al jardín donde fueron recibidos con aplausos por la familia como si se tratara de haber llegado ya de su luna de miel, Ariadna intentó mostrarse feliz y radiante como toda futura y más delante de sus suegros y cuñados, la dueña de la casa se apresuró a encontrarlos.

—Bienvenidos a villa Ensenada —los saludó cariñosamente la tía Deborah, una señora muy fina, de piel blanca, rubia y ojos verdes—. Espero que pasen una excelente tarde, todo lo que ven es en honor a ustedes, pueden disponer como gusten.

Después del formal saludo los invitó a pasar en confianza para que se mezclaran con los demás invitados. La tarde era muy calurosa y al haber algunas personas disfrutando en la piscina, Ariadna sintió que era lo que necesitaba después de su encuentro con Lucas pero no había ido preparada y se desmotivó, Lucas en cambio podía optar por darse un buen chapuzón ya que también lo necesitaba, así que no dudó en hacerlo.

—Muchas gracias tía —la besó ansioso Lucas—. Además del hambre que tengo voy a meterme a la alberca, aunque no sé qué hacer primero, si comerme una hamburguesa o ir a nadar.

—Lo primero es una cerveza bien fría primo. —Se acercaba con una lata en mano Alonso Quintana Farrell, hijo mayor de Deborah y contemporáneo de Lucas.

—¡Primo que bueno verte! —Lucas lo abrazó emocionado, Alonso estudiaba un máster en economía en Toronto y por esa razón no vivía en California.

Ariadna se sentía un poco de más en la escena, casi no lo conocía y se apenaba, Alonso era muy pero muy guapo, más que Lucas podía decirse, de padre mexicoamericano y de madre americana, muy atlético, piel canela, el cabello castaño claro y los ojos verdes del chico no le fueron indiferentes, además de la contextura gruesa y musculosa del cuerpo mojado la hizo desviar un poco la mirada, bendito gimnasio al que el chico se sometía para tener un cuerpo que hacia volar la imaginación de cualquiera y bendito bóxer de baño que le hacía ver sus atributos muy bien, Ariadna mordió su labio, acarició su cabello y carraspeó un poco para no pasar desapercibida.

—Nena mira, ¿Recuerdas a mi primo Alonso? —Lucas la abrazó. Ariadna miró al chico y sonrió intentando disimular su rubor.

—Casi no —contestó apenada.

—Su cara me es conocida. —Alonso le extendió la mano—. Es una chica muy linda, sólo nos vimos dos veces la última vez que estuve aquí, pero ahora…

La miró de pies a cabeza, se enfocó en sus curvas y levantó una ceja.

—Ahora está mucho mejor —concluyó la oración y la atrajo hacia él abrazándola, Ariadna sintió su atributo en su vientre y evitó abrir la boca—. Es un placer volver a verte “prima”

Ariadna sonrió ante eso, pocas veces se habían tratado pero ahora que se miraban diferentes podía ser que surgiera un poco de más confianza.

—Por supuesto que está mucho mejor —le dijo Lucas sujetándola de la cintura—. Falta poco para que sea mi esposa, es natural que esté más bella ¿No te parece?

Los tres sonrieron ante eso.

—¿Quieres una cerveza prima? —insistió Alonso para tener más confianza y conocerse mejor.

—No, no, gracias.

—¿Una soda?

—No gracias, trato de no beber calorías.

—Y yo disfruto su línea. —Lucas la besó en la mejilla.

—Vamos, bebe algo frío y quítate esa chaqueta —insistió Alonso—. Hace demasiado calor, ¿Quieres entrar a la alberca?

—Me gustaría pero no tengo nada para usar.

—Ese no es problema querida —la abrazó su tía política—. Silvia te prestará uno de sus trajes de baño, vamos a buscarla para que estés más cómoda —y luego se dirigió a los chicos—. Ustedes pueden ir a ver que la carne y los pollos del asado no se quemen, Lucas ve a saludar a tu tío Juan Diego, está haciéndose cargo de las mazorcas asadas, también tus padres están con él, Andrew ya no cabía en él mismo al ver que no llegabas, le dará gusto saberte aquí, yo me llevo a tu novia y prometo devolvértela muy despampanante para que entren al agua, la tarde es preciosa, Alonso ayuda a tu primo a estar más cómodo también.

Ambos hombres sonrieron y obedecieron, Alonso le prestaría un bañador a su primo para que pudiera meterse a la alberca. Deborah llamó a su hija menor Silvia, era un año menor que Ariadna y un poco más delgada, por lo que la chica esperaba poder entrar en alguno de los trajes de baño que le mostrara.

—Hola Ari que bueno verte. —Silvia la saludó con un beso en la mejilla, la chica era muy parecida físicamente a su madre pero con los ojos avellana del padre, Ariadna con ella tenía más confianza, pasaba mucho tiempo en Ontario y era como la hermana menor de Lucas.

—A mí también me da mucho gusto —correspondió el saludo con un abrazo.

—Silvia querida serías tan amable de proporcionarle a tu cuñada un traje de baño —le pidió su madre.

—Claro ven, vamos a mi habitación, escoge el que más te guste.

—Yo regresaré al jardín, las espero allá. —Deborah las dejó. Las chicas se encaminaron charlando a la recámara. Al llegar Silvia abrió una de las gavetas de su armario y sacó todas las prendas llevándolas a su cama.

—Wow que buen arsenal tienes. —Ariadna se sentó en la cama y comenzó a desvestirse.

—Escoge el que mejor te parezca. —Se metió al baño y sacó unas hawaianas plateadas para que Ariadna las calzara.

—Me gustan todos y soy muy indecisa —sonrió gustosa.

—Quítate esos tacones, ¡uf! con sólo verlos me duelen mis pies —la chica le dio las sandalias.

—Mil gracias por la atención, la verdad no sabía que tenía este compromiso y por eso no vine preparada.

—Lucas se pasa de bruto algunas veces —la chica se dejó caer en la cama—. Aunque reconozco que mamá tuvo culpa, lo llamó hasta hoy en la mañana, ya sabes tuvo un ataque de buenas ideas y se le ocurrió improvisar esta reunión, ella y papá salieron disparados muy temprano al supermercado.

—Y yo se los agradezco, hasta acá se siente el olor a la comida hmmm… huele delicioso, ya se me abrió el apetito.

—Vístete rápido para que bajemos, en el baño tengo unas pinzas para el cabello, recógelo para que no lo mojes, mira estas salidas de baño te ayudaran para que no muestres demasiado tu producto.

Ambas se rieron, Ariadna optó por un traje de baño de dos piezas, con flores fucsias hawaianas y tonos plateados para que hicieran juego con las sandalias, fue lo que —afortunadamente— más se acomodó a su cuerpo. Se metió al baño y se cambió, el sostén apenas y le cubría sus pechos, no dejaba nada a la imaginación y el bikini igual, se sentía muy sexy y lista para otro encuentro con su novio, se recogió el cabello con una pinza haciéndose un moño y se vistió con el bañador a juego para no mostrar tanto su figura como lo dijo Silvia, al menos no para a los “hombres de la familia” que estaban en la reunión.

Cuando las chicas bajaron se encontraron con la familia y Ariadna aprovechó para saludar debidamente a sus suegros y de largo a sus dos cuñados menores que nadaban felices en la piscina.

—Ariadna querida tan hermosa como siempre —se encontró con ella su futuro suegro Andrew Farrell, un hombre de cincuenta y tantos pero de muy buen ver, muy parecido con su hermana Deborah—. Me alegra verte tan bien.

—Muchas gracias.

—Estás radiante querida —la saludó su suegra Emma Farrell, señora fina también, de piel canela, cabello oscuro y los ojos que heredó a su primogénito—. No en vano mi Lucas está loco por ti. ¿Cómo están tus hermanas?

—Muchas gracias por el halago, ellas están bien, gracias por preguntar, bueno dentro de lo que cabe, hoy no es un buen día para Minerva.

—Sí es cierto —dijo Andrew con pesar—. Se cumple otro año de la muerte del muchacho de Abelardo, luego lo llamaré para saludarlo y darle aliento.

—Un terrible suceso difícil de olvidar —dijo Emma—. Admiro la fortaleza de la familia Zablah y admiro a Minerva por continuar con su vida a pesar del dolor de su corazón, faltando poco para la boda eso fue… por favor dale un fuerte abrazo de mi parte y dile que siempre está en nuestras oraciones.

—Lo haré, gracias.

—Por ahora necesitamos concretar algunos puntos con respecto a ustedes —insistió al cambiar de tema—. Ya falta poco para el enlace ¿Cómo vas con el vestido?

Ariadna tragó en seco y recordó las palabras de su hermana Aurora, no podía hablarlo con su suegra porque no se la iba a acabar, inventó cualquier cosa.

—Pues… cuando quiera concretamos lo que dice y con lo de mi vestido…

—Sh… no me digas nada, ahí viene Lucas, luego me cuentas todo —le guiñó un ojo.

“Salvada por la campana” —pensó con alivio.

—Se que cuentas con Aurora querida. —Emma disimuló la conversación—. Es un elemento muy importante, luego me pondré en contacto con ella.

—Hmmm… pero que veo… —Lucas y Alonso se encontraron con ellas y la abrazó por la espalda, Ariadna se ruborizó.

—¿Qué ves de qué? —preguntó la chica tontamente.

—Lo deliciosa que te ves —le susurró al oído a la vez que le pellizcaba una nalga.

—¡Lucas! —Ariadna abrió los ojos apenada.

—Lo dicho primo… —Alonso la miro fijamente de pies a cabeza de nuevo, la vista le parecía aún mejor que al principio, las curvas y la piel de la chica, sumado al bikini que le sentaba excelentemente bien para él, a pesar de la salida de baño “transparente” que usaba, lo había hecho tragar en seco, era muy deseable—. Tienes contigo un producto de primera.

—Verdad que sí —sonrió y siguió bebiendo su cerveza.

—Refréscate un poco Ari. —Silvia le llevó una limonada bien fría.

—Gracias —sujetó el vaso y bebió muy sedienta, sentir el roce del hielo en sus labios era delicioso.

—¿Vamos al agua nena? —sugirió Lucas.

Alonso no le quitaba los ojos de encima.

—Vamos —secundó ella.