Capítulo

28

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La chica se durmió ya pasadas las tres de la mañana cuando el medicamento le dio el sueño más pesado que podía sentir, Frank la había dejado instalada y con todo a la mano para que no hiciera esfuerzos, Ariadna debía reconocerlo, el hombre la consentía y la había hecho sentir bien con sus cuidados además de respetarla y no aprovecharse de la situación.

Dormía plácidamente cuando el timbre del teléfono la despertó, se asustó y se desorientó, se sentó en la cama y contestó.

—Diga.

—¿Mademoiselle Warren?

—Sí.

—Disculpe que la moleste —continuó diciendo la voz de una mujer—. Pero el jefe de la policía de investigación de la ciudad ha venido a verla, necesita hablar con usted.

Ariadna había olvidado eso y se frotó los ojos.

—Está bien, gracias, dígale que me espere un momento, enseguida estoy con él.

—Como quiera.

Ambas colgaron.

La chica se levantó y se apresuró a darse una ducha rápida, cuando salió en ayunas se tomó una de las pastillas porque el dolor de la rodilla le había despertado y lo que menos quería era cojear tanto, se frotó con el ungüento y se puso otra venda como la enfermera le había enseñado que lo hiciera, se vistió con unos jeans de azulón, camiseta gris y zapatillas de tela sin tacón, se peinó con su cola de caballo y perfumándose se alistó para salir. Al coger su bolso miró su móvil y se asustó al verlo apagado, se apresuró a cargarlo y al instante encendió, respiró tranquila, miró los mensajes que tenía, las llamadas perdidas y los correos de voz, la mayoría eran de Aurora y se asustó, la llamó sin pensarlo y sin reparar en la madrugada de Ontario.

—Ariadna hermana qué bueno que me llamas —le dijo la chica casi llorando—. He estado con el alma en un hilo, no he podido dormir ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada?

Ariadna recordó que desde pequeñas cuando estaban separadas si una sentía extremo pánico o tristeza la otra extrañamente podía sentirlo y sabía que su hermana había sentido lo mismo que ella a la distancia.

—Aurora discúlpame por no llamarte antes, han pasado muchas cosas y… sí, sé a lo que te refieres, anoche tuve un incidente que…

—¿Qué paso? Dime porque he estado muy mal desde la tarde de ayer, no podía controlarme, le dejé un mensaje a Mina y luego lo contestó, por cierto está en Miami, igual Diana estaba en sus clases así que sólo pensé en ti, te he estado llamando y nada y eso me ha tenido muy mal, tanto así que regresé pasadas las tres de la tarde a la casa con un enorme dolor de cabeza y me acosté debido a eso.

—Tranquila hermanita, ya estoy mejor y me alegra que Mina esté de luna de miel en un escenario diferente.

—A mí también me alegra pero dime Ari ¿Tuviste algún accidente?

—No, nada por el estilo, lo que pasó fue que… —la chica tomó aire y exhaló lentamente—. Anoche intentaron violarme.

—¡¿Qué?! —Aurora se levantó de la cama de un solo golpe haciendo que el dolor se le intensificara—. ¿Pero cómo…?

—Tranquila, afortunadamente sólo fue el susto pero fue horrible.

—Ari pero…

—Mira casualmente ahora me espera un inspector de la policía y debo atenderlo, cuando termine con él te llamo de nuevo, ¿Ok?

—Está bien, esperaré tu llamada, pero por favor no dejes de comunicarte, me siento muy nerviosa.

—Tranquila, tómate algo, yo luego te llamo.

Ok, hasta pronto.

—Bye.

La chica colgó y exhaló, debía decirles todo a sus hermanas sin ocultar nada, apagó su móvil y lo metió al bolso. Salió al pasillo para dirigirse al lobby pero no quería hacer esa entrevista sola, además seguramente necesitaba un traductor y no tuvo más remedio que buscar a Frank para que la acompañara, pero cuando se acercó a su puerta para tocarla escuchó que hablaba con alguien.

—Lo siento deberán buscar otra solución —decía subiendo el tono—. Busquen a alguien más que pueda suplantar a Sharon al menos por esta próxima semana.

Ariadna evitaba respirar para escuchar bien y poner atención, ¿Con quien hablaba si en Ontario era de madrugada? pegó más la oreja a la puerta, Frank parecía molesto caminar de un lado a otro.

—Esta tarde salimos para Lyon —insistió—. Y pasado mañana salimos rumbo a Italia, si gustan acortaremos el itinerario y regresaremos a Ontario a mitad de semana, pero no me pidan que regrese y deje sola a mi asistente, anoche sufrió un percance mientras estábamos en el museo de la ciudad, fue atacada por un desconocido que casi la viola, está un poco mal de los nervios y tiene un golpe en la rodilla que la tiene cojeando, necesita cuidados que yo como su jefe inmediato le estoy proporcionado porque es mi responsabilidad.

Ariadna abrió la boca y los ojos asombrada, no estaba escuchando nada fuera de lo normal, al contrario, corroboraba que el interés de Frank por ella era muy evidente y sentir ese cuidado de su parte la halagaba, sentía que su defensiva contra él comenzaba a menguar.

—Por supuesto que es peligroso —insistía Frank—. Es por eso que ella no puede seguir con el viaje sola, lo que pasó puede ser un aviso y no creo que en Italia el asunto sea diferente, lo siento pero deben de buscar a alguien más que cubra a Sharon, yo no puedo dejar a mi asistente sola a merced de tanto imbécil que sólo busca poseerla como un objeto.

Ariadna ya no quiso seguir escuchando y prefirió tocar la puerta, al momento él abrió y se asustó, apenado le hizo la señal para que entrara y disimuladamente cortó la llamada.

—Sí ya lo sé pero hablamos luego, tengo una visita, seguimos en contacto, adiós —colgó su móvil y se volvió a ella mirándola muy sonriente, con su atuendo le parecía una indefensa adolescente—. Ariadna buenos días me da gusto ver que te sientas mejor, ¿Deseas algo en especial? ¿Cómo sigues de tu malestar?

—Más o menos —contestó la chica quedándose en la puerta—. Te vengo a buscar porque abajo me espera el inspector de la policía y seguramente habla sólo francés, además no quiero hablar sola con él.

Frank sonrió aún más complacido, le agradaba saber que Ariadna lo tomaba en cuenta al menos para eso.

—Está bien, con gusto te acompaño, que bueno que me participas de esto, vamos.

Afortunadamente el hombre estaba vestido con su habitual manera formal y sin perder más tiempo y al paso lento de Ariadna bajaron al lobby.

Al llegar se acercaron a la recepción y la empleada les indicó quien era la persona que buscaba a Ariadna, estaba sentado en uno de los sillones del salón contiguo y vestía de jeans azul marino y camisa roja tipo polo, inmediatamente lo reconocieron y se acercaron a él, el hombre al verlos venir también los asoció y más al ver a la chica cojear, se puso de pie y se presentó.

—¿Mademoiselle Warren? —preguntó al verla.

—Oui.

—¿Parle français?

La chica negó.

—Je peux parler —dijo Frank.

—No se preocupen, hablo tres idiomas más, mi trabajo me obliga la preparación —dijo en buen cristiano para entrar en confianza—. Me llamo Hugo Bourgeois —les extendió la mano—. Soy el jefe del departamento de la investigación policial aquí en Rouen y ya me pusieron al tanto de todo, ¿Nos sentamos por favor?

Les hizo la invitación y tanto Frank como Ariadna obedecieron, él se sentó frente a ellos. El hombro observó cuidadosamente a la chica, era muy bonita y ahora entendía el porqué de los bajos instintos que despertó en el aberrado que había intentado abusar de ella, al imaginarla con vestido también le pareció un blanco fácil y era lógico que el atacante hubiera hecho lo que hizo, carraspeó un poco para poner su mente en blanco y concentrarse, sacó una pequeña grabadora de una chaqueta negra que usaba con una insignia que le acreditaba su puesto y procedió a ponerla sobre la mesa para poder grabar la conversación, luego sacó una libreta, un bolígrafo y preparó el material para comenzar con la investigación.

—Supongo que aún no ven los diarios —dijo el hombre preparando su libreta, Ariadna abrió los ojos incrédula.

—No me diga que… —Frank sabía que de eso no iban a poder escapar.

—Sí así es, salió la noticia, no en primera plana pero si en los sucesos, el ataque de un aberrado sexual a una ciudadana extrajera en pleno museo de la ciudad está dando de qué hablar.

Ariadna se llevó una mano a la cara, quería desaparecer, estaba realmente apenada “ni de chiste regreso a esta ciudad” —pensaba haciendo pucheros.

—Anoche mismo el director del museo me dijo el problema que casi les lleva a suspender el evento —continuó el hombre seriamente—. Inmediatamente se tomaron las medidas y los baños de caballeros se cerraron para proceder a hacer una minuciosa investigación en ellos. Precisamente en este momento un equipo que se dedica a la búsqueda y registro de huellas y evidencias está trabajando allá, incluso en la habitación que dice que la llevó.

Ariadna se asustó y no pudo evitar ponerse nerviosa, Frank seriamente le tomó una mano para darle aliento, debía volver a decir lo que le había pasado.

—¿Y eso cuánto tiempo va a tardar? —preguntó Frank.

—Depende de la evidencia que se encuentre —contestó el hombre—. Desgraciadamente el asunto no es tan fácil, si se hubiera consumado la violación y la señorita trasladada inmediatamente a una clínica el informe médico ginecológico hubiera dado las muestras de semen encontradas en ella, pero como el ataque no se llegó a consumar, eso complica la investigación, además no hay robo de por medio, es obvio que el tipo sólo quería satisfacer sus bajos instintos, eso era lo único que le interesaba.

Ariadna se retorció en su asiento, se sentía incómoda y el sólo pensarlo le estaba dando náuseas y dolor de cabeza.

“Será una señal como castigo a mi perversión” —pensó asustada.

—Desgraciadamente lo único que la señorita asocia de su atacante es el olor al desinfectante del baño —insistió Hugo—. Y ese mismo gel está en todos los baño de caballeros, lo que significa que el atacante estaba entre los invitados al evento.

Ariadna brincó evidenciando sus nervios, habiendo tanta gente era imposible de saber, no conocía a nadie.

—Tranquila —le dijo Frank.

—Señorita Warren estando tan cerca el tipo que la atacó ¿No sintió usted algún tipo de fragancia que pueda reconocer? ¿Un perfume diferente? ¿Alguna marca?

—La verdad no, bueno seguramente fueron los nervios, pero si usaba algún tipo de loción era extraña, casi neutral, más bien como una fragancia para abuelitos, como algún talco neutro no sabría decir, algo como amaderado, a papel antiguo o algo así, sólo el pensarlo me provoca náuseas.

El hombre tomaba nota de lo que Ariadna decía y la chica lo observaba, no era tan mayor como se lo imaginaba, seguramente ni siquiera llegaba a los cuarenta, tenía buen cuerpo, atlético según su profesión, de piel blanca, cabello castaño y ojos grises, no se miraba mal, pero seguramente estaba casado aunque no tenía anillo, igual la chica sacudió la cabeza, debía controlarse en no fijarse en la anatomía del francés sino en la declaración que estaba dando.

—Señorita Warren, sé que le apena pero debo escuchar de sus labios la versión de los hechos ya que usted fue la protagonista, necesito que me diga todo, absolutamente todo sin obviar nada, haga memoria desde el momento justo antes de que usted fuera sola al baño, le adelanto que ya tenemos el vídeo de la cámara que estaba en ese pasillo que conduce al baño pero lastimosamente la única imagen que se ve es la de usted misma caminado cuando salía del mismo, antes de eso sólo la vemos a usted cuando se dirigía al baño, transcurridos los minutos no pasó nada más hasta que usted ya venía de regreso. Las cámaras que muestran los pasillos que conducen a los baños masculinos en dirección contraria al de las damas, si estaban más concurridos de caballeros yendo viniendo, incluyéndolo a usted —señaló a Frank quien frunció el ceño.

—Si yo estuve en el baño antes de la cena y cuando regresé me encontré con lo que le había pasado a mi asistente.

—Y ese es el problema —insistió el hombre—. Que cualquiera de esos caballeros pudo haber sido el atacante si frescamente le dio tiempo hasta de lavarse las manos antes de atacar a la joven, quien haya sido planeó muy bien lo que iba a hacer porque incluso pudo haberse fijado y estudiado el movimiento de las cámaras, atacó a la señorita en dirección contraria y en el vídeo sólo se escucha un gemido de parte de ella, seguramente cuando le tapó la boca, la cámara debía girar para visualizar todo el pasillo de norte a sur, lo hacen cada determinados minutos pero extrañamente no lo hizo en ese momento, o sería la mala suerte, desgraciadamente la habitación cercana es una bodega de material dañado, objetos que esperan ser reparados, igual se está trabajando en ella e intentar tomar las muestras de las huellas que se encuentren.

—Y encontraran sólo las mías —dijo la chica—. Cuando me obligó a inclinarme en la mesa puse mis manos en ella, pero estaba tan nerviosa que ni siquiera sentí el polvo, tenía tanto miedo de lo que ese hombre me iba a hacer que aunque hubiera sentido una rata en el escritorio no habría ni siquiera gritado, con el menor ruido que yo hiciera me iba a matar.

—Ese es otro asunto, ninguno de los caballeros invitados estaba armado, nadie, ni si quiera con un corta-uñas, los únicos portadores de armas son los mismos guardias.

—Entonces debió haber sido uno de ellos —dijo Frank—. Mi asistente alega que le habló de armas en varias ocasiones y eso fue lo que la aterró más, deberían de investigar a cualquiera de esos cerdos, seguramente uno de ellos fue, deben de saber de memoria cómo funcionan las cámaras, Ariadna lucía un vestido rojo que dejaba a la fantasía su figura, todos los hombres la miraron y se fijaron en ella y esos… no fueron la excepción, además no era la primera vez que la miraban, ya habíamos estado en el museo durante el desayuno y el almuerzo, hicimos un recorrido, el atacante pudo haber estado cerca sin que nos diéramos cuenta, tuvo todo el día para estudiar nuestros movimientos.

Hugo miró a Frank seriamente, pero debía reconocer que los hombres eran hombres y que seguramente tenía razón, según las cámaras nadie vestido de guardia entró o salió de los baños de visitas así que sólo habían dos teorías; revisar también los baños de los guardias o ver minuciosamente si alguno de ellos se había vestido de civil, inmediatamente sacó su móvil e hizo una llamada.

—Tranquila Ariadna —le dijo Frank acariciando sus manos—. Sé que no es fácil para ti pasar por esto pero debes de ser fuerte, ya has demostrado que lo eres, salgamos rápido de este asunto para que luego vayamos a desayunar.

La chica asentó asustada, estaba muy nerviosa, miraban a Hugo hablar seriamente en francés con alguien y sólo podían esperar o que el asunto pasara al olvido.

—Ya di la orden de revisar también todo lo que tenga que ver con los guardias —dijo el hombre—. Esperamos a más tardar mañana tener noticias si se encuentra algo que los implique aunque lo dudo, recuerdo que me dijeron que la chica dijo no reconocer un acento francés en su atacante.

Los hombres se miraron seriamente como si se retaran, Frank no estaba dispuesto a hacer el ridículo con su hipótesis y Hugo no estaba dispuesto a que le dijeran cómo hacer su trabajo.

—Desgraciadamente por la tarde salimos rumbo a Lyon —dijo Frank—. Así que el asunto quedará en manos de ustedes y esperamos que nos mantengan al tanto de cualquier cosa que averigüen.

—Si la señorita lo desea se pueden ir, nadie los va a detener —dijo Hugo—. Necesito que me dejen sus datos y teléfonos de contacto que yo mismo me estaré comunicando con ustedes, pero por lo pronto necesito que la señorita me narre todo lo sucedido desde el momento que salió del baño.

Ariadna se sentía avergonzada y miró a Frank, él seriamente con la mirada le impulsó valor, ella exhaló, tragó en seco y procedió con su relato.

—El único temor que sentí al salir del baño era la soledad del pasillo, hasta yo misma pensé en broma sobre tener un encuentro cercano con algún fantasma dado a lo antiguo del lugar y pensando eso sólo sentí que de la nada me sujetaron y me taparon la boca, en ese momento comenzó mi calvario…