Capítulo

22

johnny_automatic_tulip

 

La canción los hacía moverse al llegar a la pista y Ariadna quiso olvidarse de todo, estaba con un apuesto francés en una discoteca de París y simplemente quería dejarse llevar. Jean disfrutaba observar a la chica moverse con movimientos candentes, se había enamorado no sólo de su cara y de su cuerpo sino de cada parte de ella, sus pechos, su cintura, sus caderas y cuando la chica daba vueltas se enfocaba en la perfecta forma de su trasero, él sentía más sed de lo normal, deseaba sentirla más cerca, deseaba tocarla al ritmo de la música.

“But Surrender,
Don't be tender
My heart is on the line.
Don't be tender
Don't make me
What can't be mine.”

 

Decía la canción y Jean aprovechó los movimientos de la chica para cercarse más, hacía calor en la pista, las luces fugaces, el humo y la excitación era propicia para poder hacer lo que sea, en uno de los movimientos cuando él la sujetó de la cintura Ariadna pudo sentir claramente el “bulto” que le rozaba su sexo y por un momento brincó a ritmo separándose de él, la asustó. Jean estaba en su punto y Ariadna sólo tenía dos opciones; o disimulaba y ponía distancia o se aprovechaba un poco de la situación y jugaba con él, lo miraba sin dejar de bailar y esa mirada la incitaba y más cuando Kate le dio paso Jennifer López y su “Waiting For Tonight” en versión remix, Ariadna se acercó a él como la tigresa que la caracterizaba y colocando una mano en su hombro comenzó a moverse de manera sensual. Jean encendió más la mirada al ver el movimiento de sus caderas y con ambas manos la acarició desde los hombros bajando por los costados y sujetándola de la cintura, Ariadna sabía cómo moverse y sus pechos lo incitaban más a él al punto que se saboreaba, con fuerza la pegó a él y al ritmo de la música Ariadna comenzó a frotarse en la erección de él, Jean se sentía de maravilla con tal extremo acercamiento y Ariadna sentía cómo su vientre y sexo palpitaban al calor y a la excitación. Él quiso ir más allá y bajó un poco la mano a modo de querer tocar el trasero de la chica pero ella se separó disimuladamente al ritmo y le sonrió pícaramente delatándole que había adivinado sus intenciones, él se acercó de nuevo y para hacerse la interesante Ariadna le dio la espaldas pero el chiste le salió peor porque él volvió a sujetarla de la cintura y pegó su trasero a su miembro haciendo que se frotara con fuerza. Ariadna sentía aquello tan deliciosamente excitante que por un momento se dejó llevar, mientras bailaba sacó más el trasero para hacerle ver y sentir al francés su armamento y éste, encendía más la mirada. Con el ambiente en la pista ya habían comenzado a sudar, llevó una mano lentamente subiéndola por el costado de la chica a modo de querer tocar uno de sus pechos y con la otra que sujetaba su cadera la bajó porque deseaba tocar su sexo, su cálido aliento inundaba el cuello de la chica y por un momento Ariadna sentía que podía perder la voluntad, la bebida la tenía bastante alegre y temía excederse y sucumbir al deseo que su cuerpo comenzaba a exigir. Cuando sintió que Jean lograba lo que se proponía se alejó de nuevo bailando, levantaba los brazos y brincaba al ritmo, la silueta de su cuerpo lo embobaba, Ariadna lo hipnotizaba con sus movimientos así que le dio un poco de espacio que a la vez, le servía a él para observarla plenamente, tanto se desconectó la chica al sonido y ritmo de la música que de pronto estaba en medio de dos mujeres que la habían acorralado en el baile, una la sujetó de las manos por enfrente para seguir bailando y la otra la sujetó de la cintura por detrás, Ariadna creyó que era parte de la coreografía pero sus sentidos se alertaron cuando la que estaba detrás de ella le apretó una nalga y sexo a la vez con fuerza, lo que la hizo brincar hacia adelante un poco desorientada y cuando lo hizo, la otra que estaba frente a ella le apretó uno de sus pechos. Ariadna se detuvo y las miró fijamente notando como las mujeres no dejaban de bailar y reían a la vez, les frunció el ceño y una de ella le habló en francés pero la chica no entendió, Ariadna se había detenido y no dejaba de verlas, las notaba raras y muy seductoras por lo que al fin dedujo en qué terreno se había metido. En ese momento Jean la rescató y la sujetó de la cintura pegándose a ella y dándole un beso en la mejilla, las mujeres la miraron con decepción y Jean les preguntó lo que pasaba a lo que una de ella le contestó en su idioma, Jean le contestó también y esa diferencia de lenguas que Ariadna ya comenzaba a detestar la estaba mareando, el curso de francés no había sido suficiente y odiaba no entender y entablar una plática normal como los demás. Al momento las mujeres se alejaron bailando pero a ella ya se le habían quitado las ganas.

—Lo siento, no permitas que este episodio arruine la noche —le dijo Jean.

—¿Eran lesbianas verdad? —preguntó seriamente.

El hombre asentó sin remedio.

—Lo que me faltaba, que un par de viejas calientes me manosearan toda, ¡qué asco!

Ariadna se apresuró a salir de la pista hacia la mesa.

—Ariadna por favor no te molestes —la siguió intentando detenerla—. No ha sido tu culpa y ellas entendieron mal.

—¿Que van a entender? si me vieron bailando contigo no tenían porque creer que yo era igual a ellas —la chica aceleraba más el paso.

—No sé porque creyeron eso pero al menos se alejaron y te dejaron en paz.

—Quiero irme ya por favor, llévame al hotel —pidió cuando llegaron a la mesa y se preparaba con sus cosas.

—Ariadna no nos vayamos todavía, la noche…

—Jean, mañana hay que madrugar ¿Lo recuerdas? Debo de estar en el museo d’Orsay y muy lúcida, además el desayuno es a las 07:30 a.m. y ya me quiero ir.

Definitivamente a la chica se le había bajado la excitación, estaba molesta, en su vida ninguna mujer la había tocado con lujuria, se sentía sucia y asqueada, quería ir a la ducha y olvidar el mal rato. Jean sintió que se le había arruinado la noche y sus planes, resignado llamó al mesero, pagó todo y salieron del lugar, se sintió molesto también, ese par de mujeres había arruinado su cita con Ariadna.

Regresaron al hotel como la chica quiso, Jean intentaba entablar plática con ella pero Ariadna no podía quitarse el mal sabor de boca, la excitación que había sentido al bailar con él se había ido al caño con la intromisión de las mujeres que se habían atrevido a manosearla. Ariadna sentía repugnancia, nunca le había pasado algo así y tener eso en la cabeza le molestaba, se sentía sucia y para colmo su “libido” parecía haberse ido de vacaciones, exhalaba con fastidio, haciendo pucheros, temía que pasara mucho tiempo para que volviera a excitarse, deseaba borrar de su mente lo que le había pasado.

—Lo siento Ariadna debí estar más alerta —dijo resignado el chico sabiendo que sólo él hablaba mientras manejaba—. Creo que a pesar de ser americana tu mente no es tan abierta como creí.

—Tengo mentalidad abierta hasta cierto punto —dijo por fin—. Te sorprendería la imaginación que tengo, lo que no comparto son este tipo de cosas, mi sexualidad está más que definida y desde que tengo memoria me gustaron los chicos ¡y vaya que me gustaron! mi hombre perfecto, el dueño de mis fantasías y orgasmos existe y con él me basta.

El hombre levantó ambas cejas asombrado e intentó sonreír aunque lo último que había dicho no le había hecho gracia.

—Bueno pues… me alegra que me lo hayas aclarado, prometo tener cuidado la próxima vez.

—Lo siento Jean pero no creo que haya una próxima vez, me llevo un mal recuerdo de París, sólo quiero terminar con mis compromisos aquí, en Rouen, en Lyon y salir de Francia, lo siento pero se me quitaron las ganas de salir a bailar, al menos aquí.

—Ariadna te entiendo pero creo que exageras, esto que te pasó aquí te puede pasar hasta en tu propia ciudad.

—Pues te informo que en mis tantas primaveras que tengo no me había pasado, ni siquiera en mi ciudad, no tengo nada contra las preferencias sexuales de los demás siempre y cuando respeten las mías, tengo un amigo gay que además es mi estilista y es un amor, nos queremos a nuestro modo y nos respetamos, somos amigos y muy buenos, no tengo nada contra los que tienen inclinaciones homosexuales ni lésbicas pero así mismo espero que me respeten a mí, soy heterosexual ¿ok? Me gustan los hombres no las mujeres.

Jean exhalaba ante la explicación de la chica y ya no sabía qué más decir, llegaron al hotel y se estacionó, cuando Ariadna se quitaba el cinturón él la detuvo por un momento.

—Por favor Ariadna, me alegra mucho saber que tienes tu sexualidad más que definida, es un gran alivio pero ahora prométeme que saldremos de nuevo antes de que te vayas.

—No puedo prometerte nada.

—Por favor.

—Jean aún no tengo claro mi itinerario, no sé si vamos a regresar a París para viajar a Italia, no lo sé.

—Pero si cabe la posibilidad, ¿Lo considerarás?

Ariadna lo miró, no sabía qué decir ni qué pensar.

—Mira esta es mi tarjeta por favor llámame —insistió—. Allí está mi email por favor escríbeme, me gustaría que estuviéramos en contacto.

—Jean no sé lo que pasa por tu cabeza pero no quiero que te hagas ilusiones. —La chica tomó la tarjeta y la miró enfocándose con la luz de las linternas exteriores del hotel—. Si tengo la oportunidad de despedirme de ti será sólo con un café francés, ¿está bien? A una disco acá no regreso.

—Está bien, que sea un café —contestó resignado.

Ariadna se apresuró a abrir la puerta y él rápidamente bajó para ayudarla a salir, cuando salió él la sujetó de la cintura y la pegó a la misma puerta, la chica quedó atrapada entre el auto y el cuerpo de Jean, el acercamiento la estremeció por un momento.

—Ariadna —susurró muy cerca de su cara—. Creo que las palabras sobran para decirte…

—Jean… —ella lo detuvo poniéndole una mano en su pecho—. Por favor no te equivoques conmigo.

La chica volvió a sentir la creciente erección en él, intentaba ignorarla pero volvió a recordar su tamaño y evitando morderse el labio se imaginaba muchas cosas.

—Ariadna me gustas y mucho —susurró de nuevo de manera sensual, la chica sintió un estremecimiento y un calor recorrer su cuerpo—. Mientras bailabas…

—Jean eres hombre y deduzco lo que pasa por tu mente —lo interrumpió—. Tu erección me demuestra lo que sientes y sólo voy a decirte una cosa; no soy un juguete sexual, bailamos de manera seductora y creo que en algún momento nos conectamos pero si pensaste terminar la fiesta llevándome a la cama te equivocas.

—Sólo quiero que sientas lo que me provocas, eres una mujer en toda la extensión de la palabra.

—Y te agradezco el cumplido pero no soy una mujer fácil que se acuesta con el primero que le endulza en oído, soy mucho más que un objeto sexual, no me juzgues sólo por mi cuerpo o mi cara.

Decididamente la chica se separó de él y avanzó hacia la entrada del hotel, él la siguió.

—Lo siento, no quise que tuvieras esa impresión, lamento… haberte hecho sentir mal y… que te hiciera pensar de esa manera —él la sujetó de la mano y ella lo miró, el hombre parecía apenado.

—Bonne nuit, à demain —la chica se despidió dándole un beso en la mejilla y se adentró al lobby sin decir nada más, subió directo a su habitación.