Capítulo

30

johnny_automatic_tulip

 

Salieron del hotel a la hora indicada.

Durante el trayecto Ariadna perdía su mente en los hermosos colores del atardecer que aparecían para dar paso a la oscuridad, se notaba muy triste, callada y melancólica, su jovialidad parecía haber desaparecido y esa actitud no le gustaba a Frank en lo más mínimo, sentía que prácticamente iba solo en el asiento pero respetaba el silencio de Ariadna y prefería complacerla.

Justo antes de llegar a París su móvil sonó, era Minerva.

—Hola Mina, me alegra saber ti —saludó pero poniendo en evidencia su decaído estado de ánimo.

—Ari ¿Cómo estás? Aurora me llamó y me dijo lo que te pasó.

—Fue horrible pero intento recuperarme, me alegra que tú estés bien, creí que aún estabas en la cama.

—Sí bueno… aún estamos en la cama, “después de disfrutar una buenísima noche y la ducha” —susurró para que él no escuchara lo último—. Para empezar estoy en Miami, Rick pidió el desayuno a la habitación, luego iremos un rato por la playa…

—Sí, sí, Aurora me dijo y me alegra, ya me imagino tu éxtasis, con semejante cuero yo tampoco dormiría, disfrutaría todo.

Frank tensó la mandíbula al escuchar eso, él estaba más que dispuesto a mantenerla despierta toda la noche de la manera en la que lo quisiera.

—Ari como me gustaría estar contigo —decía Minerva—. ¿Qué dice la policía? ¿Ya dieron con el cerdo ese? ¿Cómo sigues de tu rodilla?

—No aún no, no sé nada, cualquier cosa el investigador a cargo me va a llamar, lo que más deseo es salir de este país y mi rodilla pues... me duele, el medicamento intenta ayudarme pero estaré bien, sólo cojeo un poco al caminar.

—Ay mi hermanita como quisiera estar contigo y cuidarte, ¿Te falta mucho para volver?

—Ahora voy camino a París, llegaremos a Lyon pasada la media noche y pasado mañana salimos para Italia, esto todavía no termina, sólo espero que ese país me haga sentir mejor y olvidar esta experiencia.

—Así será Ari, trata de olvidar y enfócate en tu trabajo y en los hermosos paisajes que debes de ver, afortunadamente ese cerdo no llegó a más, dale gracias a Dios que sigues aquí con nosotras y sabes que sobre todo te queremos mucho, mucho.

Ariadna sonrió entre una lágrima que le rodaba por la mejilla, deseaba estar con sus hermanas, el viaje de trabajo no le estaba sentando bien, quería regresar a su país y estar bajo el cielo de su querido Ontario.

—Lo sé Mina, gracias, espero pronto regresar, intentaré divagarme lo que resta.

—Saludos te manda Rick y dice que eres muy valiente, dice que siempre va a tratar de agradarte para no conocer tu lado oscuro. —Minerva sonrió sabiendo a qué se refería.

—Pues dile que más le vale. —Ariadna sonrió limpiando su lágrima, imaginaba también porqué lo decía—. Además de él y de llevarse la peor parte la perjudicada serías tú también.

—¡Ariadna! —Minerva se carcajeó.

—¿Se ríen de mí? —Ariadna escuchó que él preguntaba.

—No, no nos estamos riendo de ti —escuchó que Minerva le dijo.

—Al menos parece estar bien, pásamela. —Ariadna brincó en su asiento, Rick quería hablar con ella.

—Ari te paso un momento a Rick —le dijo Minerva.

—Está bien, me dará gusto saludarlo —la chica se ruborizó.

—Hola Ariadna.

—Hola Rick, ¿Cómo estás? —la chica recordó el momento cuando lo conoció y sonrió sin querer.

—Pues yo muy bien, ya te imaginas, tengo todo lo quiero a mi lado, tu hermana es... la mujer de mi vida.

—Ah que lindo, que romántico, me alegra por ambos y me alegra mucho escuchar muy bien a Minerva, gracias por hacerla feliz.

—No tienes nada que agradecer, soy yo el agradecido, ustedes me parecen las chicas más fabulosas sobre la faz de la tierra y me alegra ser parte de ustedes.

—Pues bienvenido a la familia señor Warren. —Ariadna sonrió y Rick también, le había gustado eso—. Creo que eres lo mejor que le ha pasado a mi hermana en mucho tiempo, con que la hagas completamente feliz y la ames será suficiente para mí.

—Gracias de nuevo y así será, pondré todo de mi parte para eso, déjame decirte que eres una gran chica que vale mucho, te admiro, eres muy valiente, a pesar de las circunstancias sabes afrontarlas y salir airosa del campo de batalla, esa eres tú y esto que pasó te confirma tu carácter y agresividad para pelear y no dejarte vencer, eres una gran mujer Ariadna y sé que vas a encontrar al hombre que te haga feliz y te dé el lugar que mereces, este viaje puede ser sólo un simple escalón a la grandeza que te espera.

—Muchas gracias por tus palabras Rick, levantas el ánimo a cualquiera, suenas muy convincente, a veces ya no sé si soy valiente o tonta simplemente actuó como mejor me parezca y creo que he tenido suerte en ese aspecto, pude haber sido insensata pero fue mi instinto de supervivencia lo que me obligó a actuar de esa manera, al menos todo pasó rápido y aquí estoy, siguiendo adelante.

—Y esa eres tú, la que a pesar de tantas cosas y tropiezos, sigue adelante y esa perseverancia te llevará a tu recompensa.

—Gracias cuñado, me ha servido hablar contigo, muchas gracias por tus palabras.

—Gracias a ti por lo de “cuñado” espero serlo oficialmente y por mucho, mucho tiempo, me alegra haber sido útil y ahora te paso a tu hermana, voy a terminar de comer porque me tiene muy hambriento —escuchó que le dio un sonoro beso muy entusiasmado a Minerva, Ariadna sonrió—. Luego me voy a acostar un rato de nuevo, me tiene agotado, ha abusado demasiado de mí. —Rick sonreía pícaramente.

—¡Rick! —exclamó Minerva apenada.

—A vaya eso está muy bien —le dijo Ariadna sonriendo también—. Al menos rebosas en pasión, no te quejes.

—Si verdad, que afortunado soy. —Sonreía fingiendo modestia—. Feliz tarde para ti Ariadna y feliz viaje a Italia que estoy seguro será mejor.

—Gracias Rick, eso espero también, feliz noche.

—Adiós.

—Bye.

Rick le dio el móvil a Minerva a la vez que la besaba.

—Ari yo también terminaré de comer para luego descansar un poco más también, estoy agotada.

—Y hambrienta, ya me imagino —la chica sonreía pícaramente.

—¡Ari! —Minerva sonrió con ganas, a Ariadna le agradaba escucharla así—. No sólo es por lo que piensas, el viaje a Miami ha sido de ensueño, llevaré unas cositas para todas como recuerdo.

—Igual yo, desgraciadamente no compré mucho en Francia pero de Italia les llevaré mejores recuerdos, cuídate, estoy llegando a París, todavía nos falta casi cinco horas más de camino hacia Lyon, nos estamos comunicando, prometo llamar más seguido en cuanto tenga tiempo. ¿Cuándo regresas a Ontario?

—El domingo, Rick y yo ya debemos mentalizarnos que debemos separarnos y regresar a nuestra vida cotidiana, él debe presentarse el lunes en su trabajo y yo al mío por fin. Cuídate mucho hermana y por favor no dejes de llamar, te quiero mucho y ánimo ¿ok?

—Yo también te quiero mucho Mina, les deseo un feliz regreso dentro de lo que cabe, prometo mantenerme en comunicación, disfruta al máximo tu estadía en Miami y tu romance, te lo mereces.

—Lo haré, lo prometo, gracias, feliz tarde para ti y feliz viaje, hasta pronto.

—Feliz día para ti Mina, disfruta a tu amor, hasta pronto.

Las chicas colgaron, Ariadna suspiró pero le hizo bien hablar con su hermana y su cuñado, guardó su móvil e intentó acomodarse en el asiento pero el malestar de la pierna la incomodó.

—¿Te duele? —le preguntó Frank.

—Sí.

—¿Mucho?

—Algo —la chica se quejó sujetándose la rodilla.

—Y apenas estamos llegando a París, vas a llegar mal a Lyon, la rodilla puede inflamarse con el viaje.

—No creo soportar este viaje en autobús, me duele toda la pierna, creo que me voy a quedar en París a descansar y salir temprano en un vuelo hacia Lyon, necesito tener la pierna apoyada en el suave colchón de una cama.

Frank la miró y exhaló, le dio unas palmadas en la mano y le habló a Charles que estaba a dos asientos adelante de ellos.

—Charles, Ariadna no se siente bien, creo que nos vamos a quedar en París.

—¿De verdad?

—Que el autobús nos lleve al Bristol de nuevo, mañana temprano saldremos en un vuelo, prometo estar a tiempo para cumplir con la agenda.

—Está bien, todo sea por la salud, ya estamos entrando a la ciudad, yo voy a llamarte en cuando lleguemos para darte los datos del hotel.

—Y yo voy a averiguar en alguna agencia las salidas de los primeros vuelos para estar en Lyon a tiempo.

—Si recuerda que a las diez de la mañana nos esperan en el museo de bellas artes de la ciudad.

—Si lo sé, iré a decirle al chofer que nos deje en el hotel. —Frank se levantó de su asiento.

Al llegar a la ciudad fueron directo al Bristol, Ariadna y Frank se quedaron en el hotel ante la melancolía de Jean por separarse de la chica de nuevo. Al registrarse subieron a las habitaciones y antes de entrar en la suya Frank dejó a Ariadna instalada en la cama, la chica exhaló placenteramente al sentir el alivio y la diferencia de estar acostada.

—¿Mejor? —preguntó Frank.

—Mucho mejor —contestó la chica—. Me duele tanto la rodilla que sólo me voy a tomar la pastilla, a ponerme el gel y a dormirme, me siento tan cansada que no tengo hambre.

—Yo voy a llamar a alguna agencia para que me informen sobre los vuelos, debemos salir temprano, voy a llamarte en cuanto sepa el horario.

—Está bien.

—Descansa —el hombre se dirigió a la puerta.

—Igual y Frank… —el hombre se detuvo al escuchar su nombre—. Gracias —la chica le agradeció las amabilidades mostradas para con ella.

—No tienes porqué —el hombre sonrió.

—Gracias por complacer mis caprichos —le dijo mirándolo fijamente—. Gracias por… hacerme sentir mejor.

“No tienes idea de todo lo que haría por ti” —pensó Frank.

—Tu bienestar es mi prioridad —le dijo antes de salir—. Me alegra que te des cuenta de eso, feliz noche, duerme bien.

—Buenas noches.

Salió cerrando la puerta.

La chica ni siquiera tenía ánimos de darse una ducha, le dolía mucho la rodilla, se desvistió y luego de ir al baño se preparó para meterse a la cama, prendió un rato la televisión para distraerse y que la bajara más el sueño, quería dormir mucho. Minutos antes de las nueve de la noche Frank la llamó para decirle que ya tenían reservado el vuelo y que saldrían a las cinco de la mañana hacia el aeropuerto, por lo que la chica programó su alarma y apagando la televisión y las luces de las lámparas se dispuso a descansar.

El vuelo fue tranquilo, salieron minutos antes de las siete de la mañana rumbo a Lyon y en exactamente pasada una hora después de salir de París ya estaban en el Lyon-Saint Exupéry. Ariadna sintió una gran diferencia al volar y al acortar el tiempo de viaje, a pesar de no gustarle sabía que lo necesitaba por su condición, se sentía más tranquila respirando otro aire diferente pero justo cuando se quedó un momento sola mientras Frank terminaba los trámites, su aliento se cortó y su mirada se clavó en alguien que la estremeció al máximo haciéndola abrir la boca y los ojos para poder respirar y verlo mejor, no podía creerlo, su corazón comenzó a latir con fuerza amenazando con salirse de su pecho, se levantó de su silla y valiéndole dejar el equipaje solo se acercó lentamente olvidando que cojeaba para verlo mejor, sólo unos cuantos metros la separaba de él, su sueño de carne y hueso, el príncipe de sus fantasías, el hombre de su vida estaba tan cerca de ella que deseaba correr a él, abrazarlo y besarlo sin importarle nada más. Vestido de jeans desgastados, tenis blancos, camiseta azul marino, una gorra negra y unos lentes oscuros tipo Sylvester Stallone la hicieron temblar y morderse los labios, se sentía feliz y extasiada, su libido había regresado y con toda su potencia, su vientre comenzó a palpitar también con sólo mirarlo, sus movimientos, su sonrisa, su perfecto cuerpo, su piel, su espontaneidad, todo él la hipnotizaba y atraía como colibrí a la flor. Hubo un momento en el que él se quitó los lentes para firmar unos papeles y después que guardó sus documentos en su maleta de mano y girarse para colocarse de nuevo sus lentes como si presintiese esa mirada sobre él también la vio, Ariadna sintió estar al final del arcoíris y haber encontrado algo mucho mejor que la olla de oro, lo había encontrado a él y él la había visto también, su corazón estaba instalado en su garganta y su cuerpo no paraba de temblar, la mirada de él fue fugaz pero penetrante, medio curvó sus labios y colocándose los lentes caminó junto con otras personas rumbo a la salida. “¡Está llegando a la ciudad!” —gritó la chica en su mente y sin disimular su interés por él lo siguió cuando él salía, deseaba pasar por encima de los guarda espaldas que andaba y brincar sobre él para devorarlo a besos, cuando salía él volvió su cara hacia ella y le dedicó otra sonrisa, Ariadna sintió tener un orgasmo con ese gesto que la favoreció y en su ensueño, sin saber cómo se tropezó con el equipaje de otras personas con el cual se atravesó sin razón, cayendo tanto ella como todas las maletas al suelo y en consecuencia, lastimándose la rodilla otra vez. La chica había hecho tremendo show en plena sala del aeropuerto y al ayudarla a ponerse de pie los dueños de las maletas se apresuraron a levantar sus cosas del suelo un tanto molestos, Ariadna se sentía avergonzada y no sabía cómo dar disculpas, pero al ver que su príncipe había desaparecido respiró tranquila al saber que no la había visto caer. Frank se apresuró a buscarla y evitando más vergüenzas procedieron a salir del aeropuerto también, durante el viaje en el taxi Ariadna parecía ir en la nubes y su mente muy lejos de la ciudad, Frank no entendía su “ensueño” pero no le hizo gracia porque tenía la típica cara de tonta de una mujer enamorada y ajena a la realidad. En la mente de Ariadna sólo estaba uno y la sonrisa que le había regalado junto a su mirada perfectamente azul la hacían suspirar, sentía que el destino la había favorecido y le había permitido encontrarse cara a cara por fin con su deseado hombre de acero, la chica se sentía feliz porque el bello actor Henry Cavill del que sólo estuvo a unos cuantos metros, también la había visto.