Capítulo
7
Eran pasadas las siete cuando Alonso llegó a dejar a Ariadna a su casa, como era de esperarse la reunión terminó muy mal, un furioso Lucas acabó con todo y una humillada Ariadna deseaba que la tierra se la tragara. Había llorado bastante, el camino de regreso le supo amargo y Alonso se sentía impotente por no poder hacer nada más por ella, no podía creer lo que su primo había hecho. En todo el camino respetó el doloroso silencio de la chica.
—No te merece —le dijo cuando llegaron a Ontario y se estacionaba afuera de la residencia de ella—. Tengo unas ganas enormes de patearle el trasero a Lucas.
Ariadna seguía callada, no podía ni quería pensar.
—Ariadna… —él se acercó y sutilmente acarició su mejilla húmeda por las lágrimas—. Él no vale la pena, no merece una lágrima más, ya no le des importancia.
—Han sido casi dos años —habló por fin—. Dos años de relación, dos años de mi vida que desperdicié para él, no es posible que no le importen.
—Puede ser que se le pase el enojo y te llame después para pedirte perdón, tal vez no todo está perdido.
—No lo hará, lo conozco, estaba furioso, quiere darme una lección según él, me hizo dependiente de él en el plano sexual, va a castigarme.
—¿Son muy activos en ese aspecto?
—Bastante.
—Ariadna cuando se ama el sexo puede ser muy importante pero no es la prioridad, el amor es mucho más que eso, si te ama debe de comprenderte más que pasar encima de ti, debe apoyarte en tu carrera y trabajo, así como tú lo has comprendido él debe hacer lo mismo.
—Creo que sólo yo amé.
—Y agradece que abriste los ojos a tiempo, no permitas que el sexo sea una influencia dominante que interfiera en otros aspectos de tu vida, sinceramente no creo que debas casarte con él, es mi primo y lo conozco, debe de querer a su manera o lo que él entienda por amor, pero creo que has sido un capricho para él, un matrimonio así… será…
—Infeliz —dijo ella.
Él asintió bajando la cabeza.
—Lo que hizo hoy no se le voy a perdonar —la chica se limpió las mejillas—. Me siento humillada y avergonzada delante de toda la familia, si hizo eso ahora qué no hará más adelante, poco le faltó pegarme, no Alonso, no lo voy a perdonar, voy a sacarlo de mi vida y de mi corazón.
La chica se quitó el cinturón y él se apresuró a bajar para abrirle la puerta como un caballero.
—Gracias por todo —ella le dio la mano—. No creo que volvamos a vernos, fue un placer volver a verte o mejor dicho conocerte.
—El placer ha sido mío y sinceramente me duele no volver a verte —el tomó su mano y la acarició—. Ni siquiera hubo tiempo de ir a las caballerizas, me hubiera gustado que montáramos un momento.
—Fue una lástima —suspiró—. Me hubiera gustado hacerlo pero desgraciadamente el día se arruinó o yo lo arruiné.
—Oye no digas eso —sujetó y acarició su barbilla—. Tú no arruinaste nada en todo caso fue a ti que te arruinaron la tarde, realmente mereces a alguien que te ame de verdad y te valore.
—Gracias, pero por los momentos no pensaré en eso, no volveré a caer como una estúpida entre los huevos de un imbécil.
Alonso sonrió evitando carcajearse pero a la vez se apenó.
—Bueno recuerda que no todos somos iguales —se defendió.
—Perdón Alonso, discúlpame, tienes razón, es sólo que…
—Estás molesta, te entiendo, tómate tu tiempo y disfruta tu viaje a Europa, enfócate en tu carrera y en tu trabajo, esa es tu esencia, disfruta tu arte y da lo mejor de ti en él, tu pasión es lo que tu corazón quiere no lo que quiere tu razón.
—Gracias Alonso —lo miró fijamente—. Eres muy lindo, tu novia debe de estar orgullosa de ti, es muy afortunada.
—No tengo novia —sonrió bajando la cabeza.
—No te creo… ¿De verdad?
—Por ahora que enfoco en terminar el máster.
—Pues ahora te admiro más —se acercó y le besó la mejilla—. Es una lástima que no seremos parientes, me hubiera gustado tratarte más, ni modo, de nuevo gracias por todo.
La chica se acercó al portón y sacando las llaves de su bolso lo abrió, él la acompañó al mismo.
—Adiós Alonso —se despidió—. Creo que has sido lo más agradable de todo esto.
El chico la miró fijamente y no sabía que más decir, el casto beso de Ariadna le había agradado.
—Tranquila ¿ok? —quiso animarla para disimular—. Como te dije tal vez este loco recapacite y se dé cuenta de la mujer que perdió.
—Lo dudo pero si lo hace no volveré con él, ya me demostró lo que es y se lo agradezco.
—Ariadna… —quería decirle muchas cosas pero lo pensó.
La chica se detuvo antes de entrar y lo miró—. Sé feliz y disfruta lo que amas, si vale la pena verás los frutos, disfruta tu viaje.
—Lo haré, gracias —la chica acarició la cara de él haciéndolo suspirar por un momento—. Cuídate y maneja con cuidado, adiós.
Se metió a su casa y cerró el portón.
—Hasta pronto —susurró él acariciando la mejilla que ella había tocado.
Ariadna caminó tristemente hasta el pórtico, no dejaba de pensar en lo sucedido, la decepción que sentía era inmensa, Lucas la había herido profundamente. No podía evitar las lágrimas, no podía creer lo que él había hecho, al ponerla entre la espada en la pared ella no supo cómo actuar ni que decidir, la presionó a tomar una decisión entre él o su trabajo y al ver su duda ya no le dio opción, deshizo los planes de boda y todos sus preparativos no sin antes gritarle todo su sentir. Ariadna tenía clavados sus gestos, su mirada, su enojo, su ira y cada hiriente palabra con la que la había humillado, sencillamente había sido la gota que derramó el vaso y eso no se lo iba a perdonar.
Al entrar a su casa y sentir como su día se había arruinado en un abrir y cerrar de ojos, la chica se derrumbó en su soledad y al azotar la puerta con cólera ya no pudo más, se desahogó y corrió hacia su habitación, necesitaba sacar todo lo que sentía y necesitaba hacerlo hasta que ya no pudiera hacerlo más, por la mañana era una novia que intentaba sobrellevar su agenda nupcial y por la noche era simplemente el desecho de un hombre que le había hecho ver lo que significaba para él. Al correr por el pasillo no se percató que sus hermanas querían saber de ella y pasando rápidamente sin darles tregua, las ignoró y metiéndose a su habitación se encerró. Lanzó su bolso y chaqueta al suelo y metiéndose en la cama enterró la cara en las almohadas para llorar toda su rabia y decepción.
—¡¿Ariadna que pasa?! —le gritó Aurora tocando con desesperación la puerta. No obtenían respuesta.
—¡Ariadna abre la puerta! —Ordenó Minerva—. ¿Por qué llegas así?
Ariadna tapó sus oídos con las mismas almohadas, estaba ahogada en sus lágrimas no quería hablar.
—¡Ariadna por favor! —gritó Aurora preocupada ya que sólo escuchaban su llanto.
—¡Quiero estar sola! —Escucharon que contestó del otro lado—. No quiero hablar ni ver a nadie.
—Ariadna, ¿Sólo dinos que pasó? —Insistió Minerva—. ¿Se trata de Lucas? ¿Le pasó algo?
—¡Es un estúpido! —les gritó.
Volvió a enterrar la cabeza en las almohadas y lloró hasta que no pudo hacerlo más.
Se había tranquilizado y sin saber cómo se había quedado dormida llorando, cuando despertó desorientada miró su reloj y ya era pasada la media noche. Se levantó y mirándose en el espejo lo terrible que su apariencia estaba,
de mala gana se desvistió haciendo un reguero de ropa por
todo el suelo hasta meterse a la ducha, se medio recogió su desastroso cabello alborotado por la humedad y el cloro de la piscina y se dio una larga ducha tibia. Recordaba lo que Lucas le había hecho camino a Cucamonga y sin saber cómo y dejando que el agua corriera por su piel comenzó a acariciarse, sentía las manos de él tocarla, podía sentir la ardiente respiración de su “ex-novio” haciéndola vibrar, el sólo recordar sus encuentros sexuales de todas la maneras posibles y lo último que pasó cuando se escondieron detrás del nacimiento de la cascada en la piscina de villa Ensenada la tenía excitada y húmeda de nuevo, se tocó, se estimuló, pero luego al recordar la discusión con él y cómo la había dejado la hizo reaccionar, sus lágrimas rodaron de nuevo y prefirió enjuagarse el gel del cuerpo y salir de la ducha.
—Nunca Lucas —dijo en voz alta—. Nunca te voy a perdonar y mucho menos dejar que me sigas controlando, volveré a tener orgasmos pero no contigo ya no serás su dueño, mis fantasías sexuales ya no serán para ti.
Miró su anillo de compromiso y molesta se lo quitó, lo guardó junto con las medicinas del botiquín y cerrando el mismo le sacó la lengua al espejo, se llevó una mano a la cabeza, necesitaba pensar y comenzar de nuevo, mientras se sujetaba la toalla a su cuerpo buscó en uno de los cajones del baño algo que le ayudaba a su ansiedad cuando pasaba muchos días sin sexo; lo bautizó “Vibro” era un pequeño y discreto vibrador color rosa fucsia con toques plateados que podía pasar desapercibido para cualquiera con forma de lipstick, lo había adquirido tiempo atrás, mucho antes de conocerlo y era el consuelo de la chica cuando Lucas pasaba días de viaje y no estaba con ella, él no lo conocía, Ariadna se lo había ocultado ya que con lo celoso y posesivo que era no sería novedad que también sintiera celos de un aparato que le daba placer al sexo de su novia, recinto del que sólo él era dueño. Lo sujetó y miró la carga, podía activarlo pero no, no iba a tener un orgasmo pensando en él, se lo prometió y lo iba a cumplir, volvió a dejarlo en su estuche y salió del baño.
Se vistió con una pijama de blusa estilo top con unos casi invisibles tirantes que ceñían sus pechos y abdomen y un panty tipo bóxer ajustado a su trasero, sexo y comienzo de las piernas, ese era su atuendo para dormir y más cuando hacía calor, por lo que al salir de su armario cogió el control remoto e intentó distraerse mirando la televisión pero el asunto le resultó peor, en el primer canal que vio y debido a la hora obvio la programación del sábado era “noches de lujuria y sexo” y la primera imagen era de una pareja disfrutando de lo lindo abiertamente su encuentro sexual. Ariadna no era ninfómana pero si podía decirse que tenía la “sangre caliente” y un deseo sexual incontrolable, dependía mucho del sexo, sola o acompañada, era un torrente de ansiedad que su cuerpo exigía y ella debía buscar la manera de calmarse y liberarse, era una adicción para ella. Al ver las escenas comenzó a calentarse, deseaba ser la protagonista de la película y sentir lo que el musculoso le hacía, la tocaba, la besaba, jugaba con sus pechos, la penetraba con los dedos y luego con el miembro, con fuerza la embestía haciéndola gemir, el juego previo de sexo oral y luego la penetración tenía a Ariadna húmeda de nuevo, la cara de placer de la mujer de la televisión era un poema, se retorcía con todo lo que el hombre hacía, estaban completamente desnudos en una cama de seda roja y bañados de sudor, Ariadna no podía evitar morderse los labios, llevar una mano a su sexo y sentir a su corazón palpitar con fuerza pero en lo mejor de la escena Ariadna se reclinó en su cama rozando el control remoto cambiando el canal sin querer y llevándola al Discovery en donde el programa en turno tocaba un tema que fue propicio para el momento “La masturbación en la ciencia” por lo que bajándole un poco a su calentura le puso atención al tema:
“Hace mucho tiempo cuando lo más importante era la supervivencia de las especies todo lo relacionado con la conducta sexual —fuera de la procreación— era considerada traición y perversión. El onanismo era una deslealtad…”
—Interesante… —se dijo Ariadna después de escuchar que citaban la mitología y el mundo antiguo y siguió atenta al documental que estaba bien “ilustrado” a través del tiempo llegando a citar incluso a Freud del que según decían fue la primera mente que vio en el auto-placer un beneficio claro para el estrés, caso muy contrario con Twain que estaba rotundamente en contra del popular tabú. En la esquina superior del programa ya anunciaban el siguiente y decía “La masturbación en la historia” por lo que siguió mirando atenta:
“Desde los tiempos del Neanderthal la conducta sexual era muy clara, la búsqueda del placer en la auto-estimulación podía saciar el deseo sexual pero juntamente también llegaba una especie de arrepentimiento, ya que en un principio las mujeres lo veían por parte de los hombre como un tipo de aislamiento hacia ellas, considerándolo una forma de desperdiciar el semen y por lo tanto, una actividad no productiva, hasta que ellas mismas según datos y herramientas encontradas cayeron también en el deseo de estimularse, encontrando de esa manera para sí mismas el placer que necesitaban. Según estudios se ha revelado que en ambos sexos la masturbación estimula al cerebro para liberar un torrente de reacciones químicas que favorecen la relajación, mejoran el estado de ánimo, ayudan a conciliar el sueño y colaboran contra determinadas disfunciones sexuales, como la anorgasmia o la eyaculación precoz.”
La programación estaba interesante así que prefirió “ilustrarse” y divagarse un poco con el tema que seguramente sería lo único que tendría de consuelo quien sabe por cuánto tiempo.